El quinto en discordia
Sorpresas para 2026
A estas alturas del año toca empezar a pensar en lo que nos puede deparar el que viene. Y en lo que toca con los mercados lo que más puede mover la aguja es aquello que no esperamos
Las cotizaciones no dan (01/12/2025)
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Iniciar sesiónA estas alturas del año toca empezar a pensar en lo que nos puede deparar el que viene. Y en lo que toca con los mercados lo que más puede mover la aguja es aquello que no esperamos. Por eso hay que tener más o ... menos claro lo que, como se dice en el argot, está descontando el mercado para poder tratar de anticiparse a cualquier eventual sorpresa. Teniendo en cuenta lo bajas que están las expectativas tras las políticas económicas erráticas del presidente americano, que la economía americana vuelva a acelerarse sería quizás la mayor de las sorpresas. Todo pasa porque el impacto de la guerra comercial se vaya disipando y que las bajadas de impuestos de 'One Big Beautifull Bill' cojan tracción. No es el escenario central pero no es descartable. El envés de esa moneda probablemente sea que la inflación repuntaría más de lo que se está esperando y eso tendría consecuencias en la política monetaria americana. La lectura para el dólar no es evidente. Hoy las perspectivas son de que siga debilitándose, pero la sorpresa podría ser la contraría.
Otra posible sorpresa es que la actividad industrial recupere el pulso. Y probablemente la sorpresa podría venir por Europa. La ola de relocalización tras la ruptura de las cadenas de suministro y el mayor gasto en defensa puede convertirse en el motor de la economía europea. La gran sorpresa sería que se produjera un avance importante en la política fiscal de la Unión Europea.
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Por el lado de política monetaria lo más preocupante sería que la Reserva Federal americana bajara los tipos de interés porque terminara cediendo a las presiones de Trump. La pérdida de credibilidad sería enorme y las consecuencias potencialmente desastrosas para el dólar y la deuda americana.
En lo que respecta a las bolsas, la duda va a continuar siendo lo que pueda pasar con el precio de las compañías conocidas como las magníficas. El pinchazo o no de las cotizaciones de estas compañías vinculadas a la Inteligencia Artificial y las consecuencias que pueda tener es el mayor riesgo por el peso de este grupo de compañías en los índices globales. Como pueda afectar al resto de la Bolsa y, probablemente más importante, a las fortísimas inversiones que están acometiendo estas compañías y que hoy son uno de los motores más importantes de la economía americana es la gran duda que nos va a seguir acompañando los próximos meses.
Y por último, en lo que respecta a la renta fija, no son descartables subidas de los tipos de interés y de los spreads de crédito. Los problemas de déficit y deuda pública de alguna de las grandes economías desarrolladas y el fuerte aumento de las emisiones por parte de los hiperescalares presionan en el mismo sentido lo que podría acabar con la tranquilidad de estos últiimos años en los mercados de deuda.
La Bolsa española lo va a seguir haciendo bien
Otra de las sorpresas en lo que respecta a la Bolsa es que la española lo va a seguir haciendo bien. Y es una sorpresa que sobre todo escuece al inversor español que es el que la tiene más cerca y está más al tanto de sus idas y venidas y lleva un tiempo perdiéndose.
Las razones para seguir sorprendiendo son las mismas que han hecho comportarse mejor estos últimos tiempos. La economía lo va a seguir haciendo bien y bastante mejor que la del resto de economías comparables. Además, un cambio de la política fiscal de la mano de un eventual cambio de gobierno, que, por otra parte, cada día que pasa parece más cercano, podría ser el impulso definitivo de este ciclo económico, super ciclo económico, en el que ya estamos inmersos. A nada que los que lleguen hagan las cosas medio bien, y el margen es mucho, el salto podría ser muy grande porque los vientos de cola son enormes. El ladrillo, el turismo, la balanza de pagos van a seguir apoyando a un crecimiento que hoy tras la larga digestión de la anterior burbuja tiene unas bases mucho más sólidas.
Las valoraciones de la Bolsa española siguen siendo atractivas tanto en absoluto como en el relativo. Y en esto tiene que ver mucho su composición. El mayor peso del sector bancario, que fue lo que la lastró durante mucho tiempo, es ahora la que tira de ella y lo va a seguir haciendo. Los beneficios de la banca van a seguir subiendo y por estos el mercado va a estar dispuesto a pagar un múltiplo más alto y más en línea con lo que se pagaba hace unos años y lo que ahora se paga en otras latitudes. Los bancos ya no están cotizando su desaparición como hace tres o cuatro años, pero tampoco están poniendo en precio el entorno de rentabilidad al que han vuelto tras una larga travesía en el desierto. Los bancos van a continuar dando soporte a la bolsa española -también a la europea-. Y fuera de lo que son los bancos, entre las compañías más medianas, hay cosas a múltiplos tremendamente atractivos. Muchas de estas compañías llevan tiempo fuera del radar del inversor y por unas razones u otras están cotizando todavía cerca de los múltiplos que solo hemos visto en momentos cercanos al colapso.
Y, por último, el posicionamiento. Hoy la Bolsa española probablemente haya dejado de ser la piñata del mercado que ha sido durante mucho tiempo, pero la exposición de los inversores estables es testimonial. Los que tenían posiciones vendidas se han visto forzados a cerrarlas -a la fuerza, ahorca- pero no son muchos los que de momento se hayan subido al carro -y los que menos, los españoles-.
Así las cosas, resulta bastante probable que la Bolsa española continúe haciéndolo igual de bien que lo ha hecho últimamente y por las mismas razones. Además, lo que puede pasar el año que viene es que a algunos se les terminen las excusas.
Planificar
En lo que se refiere a la planificación financiera no es tanto el qué quiero sino el para qué lo quiero lo que nos tiene que servir para entender lo que le tenemos que exigir a nuestras inversiones y de esta manera tener una correcta relación con nuestro dinero. Cómo quiero vivir mi vida, qué quiero proteger, a qué nivel de vida quiero aspirar, cuál es el legado que quiero dejar, todas estas son las preguntas a las que tengo que responder para hacer una adecuada planificación que nos permita buscar una solución integral ideal. A todas esas preguntas hay que encontrar respuestas y hay que poner esas respuestas en el centro y a partir de ahí de ahí construir ese plan.
Nos encontramos, además, en un momento en el que por distintas razones, la responsabilidad está pasando del Estado y la empresa a recaer sobre cada uno de nosotros. Esto nos obliga a invertir mejor, trabajar más y mantenernos financieramente activos durante más tiempo.
La longevidad ha cambiado como nos tenemos que plantear la vida. La vida en tres etapas a la que estábamos acostumbrados ya no es así. Nuestra mentalidad ha cambiado por completo. Lo que no hice antes probablemente sea ahora. Vivir más tiene implicaciones financieras muy importantes.
Y las soluciones hay que plantearlas en torno a lo que podríamos llamar tres bolsillos: el empresarial, el inmobiliario y el financiero. Importa recordar que el orden del patrimonio va más allá de la cifra.
En el caso español predomina la inversión en ladrillo. Aunque hay que destacar distintas fases. Los jovenes destinan el ahorro a la vivienda habitual. Según avanza la vida hay bolsillos alternativos. Y la última etapa, la más de disfrute, el ahorro se sustenta en el financiero.
La parte inmobiliaria tiene un fuerte componente emocional, más en el caso de los españoles, y en este está incluida la vivienda habitual. Hay que hacer un análisis en detalle de los usos, origen de rentas geografías,… Y plantearse soluciones financiera para este bolsillo como puede ser el caso de la inversión en vehículos cotizados como las socimis que resultan a todas luces más eficientes.
La longevidad implica más tiempo de vida pero también un mayor ahorro. Vidas más largas supone que hay que financiar más tiempo lo que a su vez implica que hay que exigir más rentabilidad lo que inevitablemente supone asumir más riesgos. En las épocas de consumo de riesgo el tiempo juega a nuestro favor por el mayor plazo. Porque en definitiva el riesgo se reduce a no conseguir la rentabilidad real que necesito para cumplir con mi plan.
La planificación financiera tradicional ha quedado obsoleta porque el abanico de '¿y, si?' se amplía notablemente con una vida más larga. La responsabilidad es solo nuestra. No podemos confiar en ayuda externa.
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