Elogio de la riqueza

Que el solo hecho de elogiar la riqueza constituya una provocación es algo digno de análisis. Son muchas las razones que nos llevan o han llevado a estigmatizar la riqueza y demonizar al rico. La cultura de la sospecha («la doblez descreída o cínica de la admiración») se ha impuesto y cualquier otro planteamiento es desechado por buenista en el mejor de los casos.

Javier Hernández-Pacheco, autor del libro, en este ensayo nos ayuda al buen entendimiento de la riqueza en todas sus dimensiones. No solo no hay nada malo en querer ser rico, confesión del autor con la que arranca el libro, sino que además, si lo entendemos bien, debería ser como reza el subtítulo un deber moral de todo ciudadano y, además, el ideal de una vida lograda.

Con este libro el autor logra de forma aparentemente sencilla desenmascarar los mantras sobre las que está construido el pensamiento dominante que nos tiene a todos atenazados. Ni la riqueza se alimenta de la pobreza de los demás, ni el origen de todo gran patrimonio es inconfesable. Los ejemplos no son muchos, por desgracia, pero son incontestables. Qué bueno sería tener en vez de, por ejemplo, un Amancio Ortega, diez y, quien dice diez, dice cientos. Sería el mejor indicador de lo alcanzado como sociedad.

La nueva perspectiva que propone Hernández-Pacheco es esencialmente optimista. Al igual que él, soy de los que piensan que el hombre es mejor, es decir, más bueno que malo. Espero no estar equivocado. Compren el libro recientemente reeditado por Deusto y con un magnífico prólogo del también filósofo Higinio Marín y hagan por leerlo, constituye un buen bálsamo ante mucho de lo que nos rodea.