El segundo palo
El matadero
«Alcaraz nos dará muchas más satisfacciones en el futuro, pero nunca será Nadal, quitémonos cuanto antes esa espantosa idea de la cabeza»
El duro palo de Ferrero a Alcaraz: «Hay que ser profesional todo el tiempo»
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Iniciar sesiónDavid Foster Wallace, el 'enfant' terrible de las letras norteamericanas, escribió en 1996 un reportaje para 'Esquire' bajo el título de 'El talento profesional del tenista Michael Joyce' como paradigma sobre ciertas ideas sobre el libre albedrío, la libertad, las limitaciones, el gozo, el ... esperpento y la realización humana. Wallace, que era un fanático de la raqueta, se dedicó a seguir por todo el circuito a Joyce, que en 1991 fue número uno en el ranking juvenil de Estados Unidos y que aquel año ocuparía la 79ª posición de la ATP. Escribe lo siguiente: «La realidad del circuito de tenis profesional masculino guarda tanto parecido con las glamurosas finales que se ven en la tele como un matadero con un solomillo perfectamente presentado en un restaurante».
Agassi, ganador de ocho Grand Slam, lo decía de un modo menos poético en sus memorias, 'Open', que arrancaba por el final: «Abro los ojos y no sé dónde estoy, ni quién soy. No es algo tan excepcional. Llevo media vida sin saberlo». Agassi, que no se me olvide este pequeño detalle sin importancia, odiaba el tenis profundamente.
El otro día pasó inadvertido un comentario que Juan Carlos Ferrero hizo acerca de su pupilo, el gran Alcaraz: «Tiene que ser profesional todo el tiempo». La pregunta es la siguiente: ¿Qué habrá visto el entrenador del número 2 del mundo que no hayamos sido capaces de captar los demás?
Seguro que Michael Joyce habría vendido su alma al diablo por poseer el talento necesario para ganar Wimbledon una sola vez, y Carlos, que sólo tiene 20 años, ya lo ha hecho. Agassi reconocía que detestaba el tenis con una oscura y secreta pasión, pero que seguía jugando porque no tenía otra alternativa.
Alcaraz nos dará muchas más satisfacciones en el futuro y si Dios le conserva la salud probablemente siga siendo durante años uno de los dos o tres mejores jugadores del mundo, pero nunca será Nadal, quitémonos cuanto antes esa espantosa idea de la cabeza, no le enviemos al matadero. Cuando Ana María dio a luz a Rafa se rompió el molde. No existe organismo vivo más perfecto que Nadal, si acaso Mónica Bellucci. Comparar a este chaval con el mejor deportista español de la historia es como someterle a una clase de refinadísima tortura que puede dar con sus huesos en eso que Agassi definió como un abismo de contradicción entre lo que quería hacer y lo que de hecho hacía, la esencia de su vida.
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