¿Qué pasó con... Diego Soto?
Nacido en Córdoba, forjó su carrera como uno de los preparadores físicos más reputados del país en el Betis, el Caja y la selección española de baloncesto, con la que ganó dos platas y un bronce europeos
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Iniciar sesiónEste cordobés es historia del deporte sevillano. Diego Soto (La Rambla, Córdoba, 1957) vivió los ochenta en el Betis, hasta la llegada de Lopera; luego se pasó al baloncesto, al Caja, y también le llegó la oportunidad de trabajar en una selección española que se ... renovaba con la llegada de la generación de Pau Gasol. Todas esas responsabilidades asumió sin dejar nunca la docencia en el Instituto Bellavista, en el que logró plaza y donde relevó a Felipe del Valle, como en el Betis.
¿Cómo está?
Pues ahora disfrutando un poco de la vida, del tiempo libre que no he podido tener por mi pluriempleo durante tantísimo tiempo.
¿Siempre estuvo pluriempleado?
Siempre, siempre. Desde la mañana hasta la noche, he estado ocupado todo el día. Ha sido una actividad bastante intensa, pero la he disfrutado porque ha sido vocacional.
Betis, Caja y la selección de baloncesto. Ha sido un privilegiado.
He tenido mucha suerte y el currículum es importante. Cuando acabé en el Betis fue un momento un poco difícil. Llevaba doce años en el club y yo tenía 35. Llegué con 23. Le pedí a Pedro Buenaventura, que fue quien me trajo, permiso para decir que tenía 26 porque era más joven que todos los jugadores. Estaba maduro, preparado, y creo que lo hice bastante bien. Con la llegada de Lopera acabó mi etapa en el Betis, pero no me dio tiempo a que me llegaran ofertas.
Lo llamaron del Caja...
Pensé que iba a ser algo provisional, pero me encontré un mundo tan bonito y agradable como fue ese equipo del Caja San Fernando en sus inicios, que estuve allí trece años. Pudo haber una tercera etapa, pero me pedían dedicación exclusiva.
¿Y cuándo lo llamaron por tercera vez?
En la anterior etapa de Casimiro. Sentí mucho decirle que no. Fue bonito que se acordaran de mí para una tercera etapa. Algo habremos hecho bien...
¿Y si lo hubiera llamado el Sevilla cuando salió del Betis?
Uf, no sé. Hubo alguna conversación, pero no fue nada serio, la verdad. Cuando llegué, en los ochenta, me encontré un grupo humano magnífico, de gente comprometida. Luego vinieron tiempos difíciles. Del Betis salí con la cabeza alta porque creo que fue un error. De hecho, así lo reconoció Lopera y me volvió a llamar para incorporarme en una segunda etapa. Eso fue con Fernando Vázquez. Yo tenía ganas de volver a la que consideraba mi casa. Porque estar doce temporadas en un mismo equipo no es fácil. Me sentía identificado y me lo pensé, pero había un problema: en aquel momento, aparte del Caja San Fernando, tenía la selección y nos habíamos clasificado para los Juegos de Sídney. No iba a renunciar a eso. Fernando me dijo que me esperaba, que le diera el plan a él, pero Lopera dijo que no, que eso no podía ser, y esa segunda etapa se truncó.
¿Al Betis lo trae Pedro Buenaventura?
Sí. Soy de Córdoba y estaba trabajando en las categorías inferiores. Tenía mi título de entrenador de fútbol y, por primera vez en la historia, Córdoba quedó campeona de Andalucía. Yo era el entrenador, con 21 años, y los jugadores tenían 18. Pedro me quería conocer y, aprovechando que hice la mili en Sevilla, me llamó. Volví a Córdoba y a los pocos meses me llamó para firmar por el Betis.
Dígame tres jugadores que tuviera en el Betis de físico privilegiado.
Diego Rodríguez, Faruk Hadzibegic y Diarte.
¿Qué recuerdo guarda de la etapa en el Caja?
Me quedo con aquellos primeros años, en los que el grupo era más nacional aunque hubiera americanos que marcaban la diferencia como Middleton. Era un grupo de gente maravillosa, muy buenos profesionales e identificados con los colores que habían luchado mucho por subir a ese equipo a la élite.
¿Qué entrenadores con los que trabajó nunca olvidará?
En fútbol, Pedro Buenaventura, el hombre que me trajo; y Luis Aragonés, por su carisma, te llegaba mucho. Y en baloncesto, Javier Imbroda, que apostó por mí para la selección. Estoy en deuda con él.
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