El segundo palo
Boda con Engañé: no llamen aún al cura
«No pondré la mano en el fuego por alguien que nos dejó tirados como a una colilla: cuando vea, creeré; ni antes ni después, cuando lo vea»
El 'camagote' de Engañé
Foto de Mbappe en la tienda del PSG
Por fin solo. Este jueves se supo lo que ya se conocía, o sea que Engañé huye del PSG por la gatera, y todos volvimos a darle cuerda a nuestro viejo Festina. Tic, tac, tic, tac, tic, tac. En el horizonte del mejor futbolista ... del momento vuelve a aparecer, cómo no, el mejor club deportivo de la historia, el Real Madrid. Y, salvo que su madre, Macron, Sarkozy o el emir de Qatar cambien de opinión en el último instante, da toda la impresión de que, ahora sí, el equipo tiene alguna posibilidad de hacerse con sus servicios. De todas formas yo no pondré la mano en el fuego por alguien que nos dejó tirados como a una colilla de Winston: cuando vea, creeré; ni antes ni después, cuando lo vea.
Yo lo llamo principio aunque a mi alrededor lo llaman rencor. Pero, en psicología, el rencor no es más que un enfado profundo que se mantiene a lo largo del tiempo y yo, os lo juro, no estoy enfadado con Engañé. Lo estuve y mucho, lo reconozco, porque no es agradable que a uno le dejen colgado en el altar de San Ginés, a punto de dar el sí quiero, con todos los invitados mirándote y tú sudando como un pollo. Pero eso ya pasó, rehíce mi vida.
Si yo no quiero a Engañé no es porque no acabe de asumir su traición sino porque, cuando echo la vista atrás y contemplo las últimas cinco Champions, veo en todas ellas el denominador común de la normalidad, un grupo de amigos como Kroos, Modric, Valverde o Carvajal a los que les gusta jugar al fútbol.
No tengo miedo a que Engañé altere el ecosistema financiero del Madrid, ese está a buen recaudo, tengo pavor a que haga saltar por los aires la balsa de aceite del vestuario.
Para él es una operación deportiva perfecta. Antes empleé el verbo huir porque eso es lo que está haciendo. Engañé está huyendo de París. Huye porque cuando se mira en el espejo la imagen que ve reflejada no es la suya sino la de Neymar. Engañé queda bien con Al Khelaifi a costa de habernos puesto los cuernos y ahora viene al Madrid para que le prestemos la cama del nuevo Bernabéu. Busca la gloria, que es ese trayecto de cinco segundos que transcurre a pie entre la primera Copa de Europa y la decimocuarta.
Rencoroso para unos y vengativo para otros yo defenderé mi derecho a dudar, aunque sea en soledad, de ese tic, tac que acaba de ponerse de nuevo en marcha. Eso sí, hasta que no le veáis a la altura de la Capilla de la Virgen del Amor hermoso, no llaméis al cura.