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El Bar de Mou

Jarabe de banquillo

A Vinicius le han quitado la alegría. El serio, para los tontos, es Rodrygo. «Técnicamente, es superior a Vinicius», es la coletilla que retrata al bobo de baba

Ignacio Ruiz-Quintano

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El cutrerío español es insondable, y los ideólogos del piperío ronceril han dado con la tecla de su nueva fenomenología del Espíritu: el jarabe de banquillo. Primero pitada, y después banquillo. No hay un solo tonto de ese mundillo que no presuma de haber inventado ... a Tchouaméni por el simple expediente de dedicarle una pitada en el Bernabéu, y los revistosos del puchero han establecido que hay un Tchouaméni tronco, el de antes de la pitada, y un Tchouaméni pulpo, el de después de la pitada. No explican por qué los árbitros cetáceos (del CTA de Negreira), siendo objeto cada día de unánimes pitadas bajo la lona del estadio, cada partido pitan peor, cuando, según la lógica deducida del caso Tchouaméni, el pobre Gil Manzano, un rústico venido a más, debería pitar como Clément Turpin, o el pobre Sánchez Martínez, un azor venido a menos que lleva en la cara otro abrelatas de berberechos como el de Oyarzábal, debería pitar como Michael Oliver.

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