De la decepción a la esperanza: así se pone en marcha la maquinaria de la remontada blanca

Las caras entre los jugadores del Real Madrid mientras abandonaban el estadio del Arsenal reflejaban el golpe. No solo por la derrota, sino por la forma en la que había llegado. «Tuvimos suerte de que solo encajáramos tres goles», reconoció Jude Bellingham. «No hemos estado bien. El Arsenal ha hecho un gran partido y no supimos dar un paso adelante ni encontrar nuestro juego», explicó Lucas Vázquez tirando de autocrítica. «Ha sido complicado. No han salido las cosas como las preparamos», comentó Asencio.

A pie de césped nadie escondió que el partido del Real Madrid en Londres fue malo y que, en lenguaje tenístico, en muchos aspectos se cometieron muchos errores no forzados. Tras el pitido final fueron momentos para la autocrítica. Incluso Ancelotti, en sala de prensa, reconoció que la derrota había sido «dura» y que después de los golazos de Rice a balón parado el equipo se había «caído a nivel mental y físico». «No hemos tenido reacción en los últimos treinta minutos y este equipo habitualmente la tiene», se resignó el italiano.

Quizás por esa forma de caer, Ancelotti se mostró mucho menos optimista que en otras ocasiones en las que los choques de ida no salieron bien. «Obviamente, lo vamos a intentar, pero las posibilidades de remontar son muy pocas», afirmó sobre el partido de vuelta.

Sin embargo, pese a lo pesimistas que parecen las declaraciones que hizo el italiano tras el encuentro, no se salen demasiado de la forma de actuar que tiene el Real Madrid en estos casos. Las primeras horas tras un mal resultado en el primer acto de una eliminatoria son para la decepción y los lamentos. Un escenario entre el que apenas sobresale la voz de uno o dos jugadores que se muestran más confiados en la remontada y comienzan a deslizar un mensaje.

Ayer fueron Lucas Vázquez y Jude Bellingham ante la televisión, Raúl Asencio en las redes, e incluso Kylian Mbappé. El primero, encargado de hablar para los medios españoles, mudó de la autocrítica hacia la confianza. «Lo que nos queda es analizar lo que hemos hecho mal e intentar aprender para el partido de vuelta que todos tenemos esperanza de poder darle la vuelta. Si hay algún equipo que es capaz de darle la vuelta somos nosotros, en nuestro estadio con nuestra afición, todo puede pasar. Necesitamos más que nunca a la afición, entre todos podemos darle la vuelta, conseguir hacer una noche histórica, una noche mágica en el Bernabéu y vamos a intentar hacerlo».

Un mensaje muy parecido a aquel de Karim Benzema tras caer 4-3 en un partido de ida contra el Manchester City, cuando avisó ante el micrófono: «En el Bernabéu vamos a hacer una cosa mágica, que es ganar».

También ante las teles, pero en su caso inglesas, tomó la palabra Jude Bellingham, al que muchos consideran el capitán de facto del conjunto merengue. El de Birmingham tampoco eludió la autocrítica, con un palo bastante fuerte para su propio equipo, pero al igual que Lucas transformó el mensaje de decepción en otro de esperanza. «No hay excusas, tenemos que mirarnos solo a nosotros mismos porque lleva pasando toda la temporada lo mismo, tenemos que ser más humildes. Vamos a necesitar algo especial y si hay un solo lugar donde se puede lograr es en nuestra casa».

Raúl Asencio, por su parte, acudió a las redes sociales para reforzar esta consigna. Con un mensaje más directo y concreto, como dicta este tipo de canal, el canterano dejaba un aviso para propios y ajenos: «Esto no ha acabado, queda el Bernabéu. Desde ya, pensando en ello».

Incluso Mbappé, que no se paró ante la prensa, no dudó en dejar una pequeña píldora más de optimismo en su camino al autobús del Real Madrid tras el partido. A la pregunta de si su equipo podía remontar un resultado tan adverso como el cosechado en el Emirates Stadium, el delantero francés fue breve pero contundente: «Claro que sí».

Entre unos y otros prendieron la mecha. Encendieron una maquinaria que nadie duda que desembocará como tantas otras veces en una marea de aficionados blancos recibiendo el próximo miércoles al autobús del Real Madrid en las inmediaciones del Bernabéu, con los ojos inyectados en sangre y la garganta rota de gritar, convencidos de que la remontada, aunque difícil, es una empresa más que factible.

Pero ese será el final del proceso. Antes se comenzarán a replicar los mensajes de confianza de los jugadores en las redes sociales. Se relativizará la dureza de la derrota en Londres, remarcando que en realidad dos de los tres goles llegaron en lanzamientos de falta impecables por parte de Declan Rice ante los que nada pudo hacer Courtois. Aflorarán las pocas cosas buenas que hicieron los de Ancelotti sobre el césped hasta el punto de llegar a la conclusión de que no fueron tan inferiores a su rival y se obviarán los jugadores que quedaron señalados. Y el mensaje empezará a calar.

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También en el rival, que a medida que se acerque el partido, ya no verá tan claro el destino de la eliminatoria. No hay más que ver los análisis de la prensa inglesa tras el partido de ida, contraponiendo al mensaje del hundimiento y la humillación del Madrid con el de la dificultad de enterrarlo por completo. «Los hombres de Mikel Arteta se aseguran una ventaja imponente para ir al Bernabéu. El Real Madrid nunca es derrotado hasta el final, pero los 'gunners' están muy cerca de lograr su primera semifinal de la Champions en 16 años» dice 'The Sun'. «Con el Real Madrid nunca parece que se acabe, pero sin duda se necesitará un esfuerzo monumental para revertir esta situación», recoge en sus páginas 'The Telegraph'. «Nunca es prudente descartar al 15 veces campeón de la Champions, un club que tiene la patente de las remontadas de estilo vudú», advierte por su parte 'The Guardian'.

Incluso Mikel Arteta, entrenador del Arsenal, quiso recalcar ese mensaje tras el partido. «Ahora tenemos que ir al Bernabéu y vamos a tener que volver a subir el nivel para ser el equipo que queremos, y preparar el partido para ganarlo. Todavía queda mucho por hacer».

Las reacciones de unos y otros son sin duda consecuencia de que las remontadas blancas hayan vuelto a instalarse en el imaginario colectivo de los aficionados al fútbol en los últimos años a base de gestas. Hazañas que en ocasiones parecían impensables, y que la mayor parte de las veces respondieron más a lo emocional que a lo futbolístico. Y ahí está la clave, pues si solo dependiera del fútbol que unos y otros tienen en sus piernas, muchas de las remontadas no habrían tenido lugar. Darle la vuelta a un 3-0, a estas alturas de la Champions, es una tarea titánica, sin duda imposible para un gran número de equipos, pero lo que también ha quedado demostrado con hechos es que si hay uno que puede hacerlo, es el Real Madrid. Y ya está empezando a trabajar en ello.