Courtois vuelve a lo grande y el Madrid golea al Cádiz

Día importante para el belga, que justo después del minuto de silencio en memoria de Pepe Portolés, histórico preparador físico del Madrid, se fundió en un emotivo abrazo con Militao. Dos cruzados sanos de nuevo juntos sobre el verde en el que tantas alegrías han dado.

Era todo tan nuevo para Thibaut que uno de los ayudantes de Ancelotti tuvo que acercarle una botella de agua a su portería, de esas que habitualmente se colocan los porteros al lado de la red. Courtois es ahora mismo como ese alumno que viene de un intenso y largo verano y el primer día se deja el estuche en casa. Eso no quiere decir que se le haya olvidado parar. En el único disparo a puerta del Cádiz, en el 50, aún con 0-0, le sacó un mano a mano a Chris Ramos. Acción de mucho mérito del belga y deficiente definición del gaditano, como tantas otras veces esta temporada. Ya lo dijo Toshack, un delantero sin gol es como un pub sin cerveza.

En clave Courtois, impulso emocional para lo que viene, que quizás es una final de Champions, en un partido en el que los ojos se te iban a Güler. Ese niño tiene cosas. A dónde le llevará ese talento XXL no lo sabe nadie, ni él mismo, pero cada balón que recibe hace que no quites la mirada de sus pies. Cada amago y recorte del turco es contenido premium de los hihglights y trabajo para los traumatólogos. A más de un jugador amarillo le encargó una cintura nueva.

Eso sí, el Cádiz se fue al descanso con las dos ocasiones más claras de los primeros cuarenta y cinco minutos. Un remate de Chris Ramos a bocajarro, tras centro de Zaldúa, y otro de Sobrino en un dos contra uno del ataque andaluz. El primero se fue por línea de fondo y el segundo lo taponó a tiempo Nacho y acabó en saque de esquina.

Solo el capitán repitió titularidad de los once de Múnich, mensaje encriptado de Carletto. Ante el Bayern, el miércoles, Nacho apunta al banquillo, Tchouaméni al centro de la defensa junto a Rudiger, y la novedad respecto al Allianz será la entrada de Camavinga en el centro del campo. Vamos, el mismo once que en la ida ante el City de cuartos de final.

En la reanudación, el Madrid le metió una marcha más al partido y a los seis minutos puso el partido cuesta abajo. Sesenta segundos después del paradón de Courtois a Ramos, Brahim colocó el balón en la escuadra de Ledesma. Lo hizo con su pierna derecha, tras driblar a Zaldúa en el vértice del área. Sexto gol en Liga del malagueño y décimo en total de la temporada.

Con el viento de cola, Ancelotti vio el cielo despejado para que algunos de sus mejores jugadores rompieran a sudar y no lleguen al Bayern con ocho días de inactividad. Uno de ellos fue Bellingham, que el primer balón que tocó fue para robar una pelota en la salida desde atrás del Cádiz, y la segunda fue para llevarla a la red, en la culminación de ese mismo robo. Entre Modric y Brahim fabricaron la jugada que acabó rematando el inglés en la frontal del área pequeña. Gol número 18 del inglés, a solo uno de Dovbyk, el pichichi. Habrá pelea.

También entraron Vinicius y Valverde. Alguno en la grada se llevaba las manos a la cabeza, pero ni la exigencia ni la dureza del Cádiz eran para temer una lesión, salvo infortunio propio, algo que también puede suceder en cualquier entrenamiento.

Para cerrar el triunfo y la goleada, tanto de Joselu en el 94, a puerta vacía, tras asistencia de Nacho. Victoria a medio gas para dejar el título a falta de un solo punto, directo o indirecto. Si el Barça no gana al Girona esta tarde en Montilivi, el equipo blanco sumará su Liga número 36, la segunda de tres de Ancelotti en esta segunda etapa del italiano en el banquillo del Real Madrid.