Atletismo / Mundiales de Tokio
La lluvia salvó a Marita Koch
Sydney McLaughlin ganó la final de 400 en 47.78, segunda mejor marca de todos los tiempos
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Iniciar sesiónNo pudo ser. Sydney McLaughlin había decidido este año apostar por los 400 lisos. La reina del atletismo mundial se había aburrido ya de la vuelta a la pista con vallas. Título tras título, récord tras récord, la de Nueva Jersey soñaba en secreto ... con acabar de una vez por todas con la plusmarca mundial de Marita Koch, el último y gran símbolo de la extinta RDA, de sus falsos récords y sus victorias anabolizadas.
La marca a derribar es 47.60, un récord que ha atravesado cuatro décadas y sigue vivo. Aquel crono de la Copa del Mundo de Canberra (octubre de 1985) se ha convertido en una cota inalcanzable, un récord imposible para varias generaciones de cuatrocentistas que se han estrellado y ni siquiera alcanzaron a bajar de 48.00.
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McLaughlin, la atleta perfecta, una mezcla de potencia, soltura y fluidez, ha parado el crono en 47.78, el segundo mejor registro de la historia. Se ha quedado a menos de dos décimas, algo así como dos metros en la línea de meta. La lluvia que bañó el Estadio Nacional durante la final es la culpable. Una velocista no corre a gusto bajo la lluvia. El cuerpo mojado, la sensación de frío antes de la salida, la pista encharcada, todo afecta cuando los resultados se miden en centésimas.
Ricardo Diéguez, el Panter, entrenador de Jaël Bestué, explica a ABC que «si no hubiera llovido tanto, el récord lo habrían batido Sydney, Paulino y quizá hasta Naser. Creo que no tardaremos en ver caer este récord. Yo apuesto por Sydney porque es una atleta que no se prodiga mucho en la competición y prepara a conciencia los grandes campeonatos».
Realmente a Koch nunca le gustaron los 400 metros. «Siempre tuve una relación de amor-odio con esta distancia. No me gustaban del todo, prefería correr distancias más cortas», suele confesar la alemana, que actualmente regenta una tienda de ropa deportiva en Rostock y prefiere vivir tranquila, huir de las entrevistas y esconderse de la popularidad.
«Los éxitos deportivos de la RDA proceden de Jenapharm, el laboratorio farmacéutico estatal que fabricaba aquellas pequeñas píldoras azules». La frase es del doctor Ljunqvist, antiguo director médico de la Federación Internacional de Atletismo. La escribió en su libro 'La némesis del dopaje' y se refería a las malditas alubias azules, el Oral Turinabol que daban cada mañana a la selección nacional de atletismo en la Alemania Oriental.
A Marita Koch, que cumplió 68 años en febrero, le han desagradado siempre las preguntas sobre el dopaje y suele defenderse de las acusaciones con la misma frase: «Mucha gente señala el doping de la RDA pero yo tengo que decir que este asunto ha sido un siempre un problema global, no sólo de la Alemania del Este». Y, quizá, ahí, lleva parte de razón. Como la lleva cuando afirma: «Mi récord, un día, caerá». En Tokio ha estado a punto de caer: la lluvia le ha echado una mano.
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