Attaoui olfatea la medalla en el 800

McLaughlin estuvo más cerca que nadie. Ganó la final en 47.78, segunda mejor marca de todos los tiempos. A solo 18 centésimas del muro. Pero tampoco ella pudo con el récord. La estadounidense no venció con holgura. Marileidy Paulino, vigente campeona olímpica, la apretó hasta la meta. La dominicana también bajó de 48 segundos (47.98), colándose en el podio histórico. El bronce fue para la bareiní Salwa Eid Naser, con 48.19. A partir de ahí, más de un segundo de distancia con el resto de finalistas.

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McLaughlin suma otro oro a su palmarés estratosférico: cuatro títulos olímpicos y otros tantos mundiales. Plusmarquista de los 400 vallas, aún muestra hambre para seguir sumando.

En el triple salto, Yulimar Rojas regresaba tras más de un año fuera por la rotura del tendón de Aquiles, con el sueño de convertirse en pentacampeona mundial en Tokio. No pudo. La cubana Leyanis Pérez, espléndida desde el primer salto, aseguró el oro en el cuarto intento con un 14,94 que repitió en el sexto. La dominiquesa Thea Lafond, campeona olímpica, se fue hasta 14,89 en el último brinco. Y Rojas, con su vorágine gestual y parlanchina de siempre, se quedó con el bronce gracias a un 14,76 que sabe a poco.

También había expectación en torno al joven australiano Gout Gout en las semifinales del 200. Con solo 17 años buscaba colarse entre los ocho mejores del mundo. Le tocó una serie brutal: Bryan Levell, ganador con 19.78, y el campeón olímpico Letsile Tebogo, segundo con 19.95. Gout terminó cuarto con 20.36, insuficiente para acceder a la final por tiempos.

Después de ellos corrió Noah Lyles, que lanzó un aviso: 19.51, mejor marca mundial del año, puro espectáculo antes de la final.

Las opciones de España miran hacia la marcha, los relevos femeninos y, sobre todo, Mohamed Attaoui. El cántabro se metió en la final del 800 a lo grande, ganando su serie con 1:43.18, mejor registro de todos los semifinalistas. Lo hizo a su manera: saliendo atrás, esquivando golpes y empujones, incluso perdiendo contacto con el grupo. Al toque de campana, con el francés Yanis Meziane tensando la carrera, seguía lejos. Y entonces, a falta de 150 metros, emergió con un cambio brutal, por la calle exterior, para arrollar a rivales y firmar su primera final mundialista. Nada es imposible con él.

También brilló Marta García en el 5.000. La palentina, siempre en cabeza, se clasificó cuarta en su serie tras Gudaf Tsegay y Faith Kipyegon, dos gigantes de la prueba. La carrera arrancó con el ataque kamikaze de la japonesa Ririka Hironaka, que lo intentó todo y cedió en los últimos 500 metros. Marta, trenzas al viento, supo colocarse siempre en el sitio justo, sin riesgos, y respondió con firmeza al cambio de ritmo de Kipyegon a 600 del final.

Menos suerte tuvo la segoviana Idaira Prieto en la otra semifinal, con Beatrice Chebet y Nadia Batocletti como referentes: el fuerte ritmo inicial de la japonesa Nozomi Tanaka la dejó pronto fuera de combate.

En el 200, Jael Bestué necesitaba rozar su récord nacional (22.19) para soñar con la final. Se quedó en 22.80, sexta en su serie. Le queda el 4x100 para brillar.

El 800 femenino, en cambio, fue un mazazo: cero de tres. Marta Mitjans (18 años) fue séptima en su serie con 2:00.67; Rocío Arroyo, quinta con 2:01.34; y Lorea Ibarzábal, también quinta, con 2:00.60. Hicieron falta tiempos por debajo de dos minutos para pasar. Aunque el nivel español crece, las ochocentistas siguen lejos de las dominadoras de la distancia, empezando por la británica Keely Hodgkinson.