Yamal, otro de los nuestros

El modo de operar de Mendes para arrebatar a los jugadores a los otros managers suele ser siempre el mismo: anticipa a la familia –normalmente humilde– del joven lo que para ellas es una gran cantidad de dinero, que luego se cobra con la firma del primer contrato.

Es habitual que los equipos pongan en el escaparate, en los partidos intrascendentes de la temporada, a los jugadores que quieren vender; pero lo que en este caso está haciendo el Barça es poner en el escaparate y por lo tanto encarecer el precio de un niño de 15 años al que el club espera renovar a final de temporada.

Una vez más, los amigos de Laporta hacen negocio a costa de una entidad arruinada. Los últimos bolsillos en los que acabará parte del montante de la transacción son fáciles de imaginar. Lewandowski, Zahavi. Marcos Alonso, Vedú-Laporta. Raphinha, Mendes (en la operación intervino el exjugador Deco, que pese a formar parte de la estructura del club, recibió por el fichaje una comisión del 10%, reconocida por el Barcelona). Siempre los mismos hacen lo mismo.

Cruyff decía que salvo casos extraordinarios en que ya se ve de entrada que son genios –Maradona o Messi–, a los jugadores hay que dejarlos crecer hasta que completen la primera y hasta la segunda temporada en Juveniles. Pero a nadie le importa el chaval, con problemas familiares y de conducta: hace poco fue sancionado cuatro partidos por hacer llamadas desafortunadas, junto a dos de sus compañeros, a la hija del psicólogo del equipo. En lugar de darle tiempo, y la estabilidad que necesita, lo vuelven loco especulando e hipotecando su futuro.

Nadie sabe, ni a nadie le interesa, por lo menos de momento, lo que será de Lamine Yamal dentro de tres o cuatro años. El primer negocio ya estará hecho, y si el chico por lo que sea despunta, ya se moverán los hilos adecuados para hacer el negocio siguiente.