Todo irá bien

Laporta suplica, Mateu retrocede y Xavi se queda solo

«No se puede repartir lo que no se gana y Laporta decidió, improvisando y a la desesperada, llamar a Alemany para pedirle que reconsiderara su adiós»

Giro inesperado al futuro de Mateu Alemany

Yuste, Laporta, Lewandowski, Alemany y Cruyff

Jordi Cruyff y Xavi Hernández eran una familia. Mateu Alemany ponía orden en la familia de Joan Laporta con Pinhas Zahawi, Jorge Mendes y Deco. Alemany sabía lo que su presidente estaba haciendo, y con qué propósitos concretos. Mitad se lo permitía y ... la otra mitad intentaba que las cosas en el club tuvieran algún sentido. Además de su privilegiada relación con el presidente de La Liga, Javier Tebas, entendía las exigencias económicas de la patronal y ayudaba a limar las asperezas con su patrón.

Lo primero que sucedió es que Alemany se cansó de hacer equilibrios con un Laporta que continuamente desbordara los límites de la sensatez y la cordura, como intentar fichar a Messi. Es verdad que el director de fútbol del Barça tenía una suculenta oferta del Aston Villa, pero también es cierto que las condiciones deportivas y profesionales aún no estaban del todo definidas y que llegado el momento de su concreción tampoco es que a Alemany le entusiasmaran. Además está la diferencia para él y su familia de vivir en la amable ciudad de Barcelona o en ese erial de fealdad y desesperanza que es Birmingham, una ciudad contraria a los intereses de la Humanidad.

Lo segundo que sucedió es que Cruyff decidió marcharse, cansado de ser tomado por el amiguito de Xavi, y de que se le apartara de las decisiones importantes de la directiva. Sin Alemany y sin Cruyff es cierto que Laporta tenía vía libre y ningún testigo para sus líos, pero también que se quedaba sin nadie que supiera fichar com criterio, porque ponerse en manos de Zahawi, su excuñado Alejandro Echevarría, Mendes y Deco es entregarles las llaves de la finca. Una cosa es que sean sus aliados o compinches y la otra es que tengan que tomar ellos las decisiones fundamentales para el club. No se puede repartir lo que no se gana y Laporta decidió, improvisando y a la desesperada, como hace todo desde que ha vuelto a ser presidente del Barcelona, llamar a Alemany para pedirle que reconsiderara su adiós. Alemany, que no estaba demasiado convencido de marcharse, y se arrepentía un poco del rebato que había tenido por causa de los desmanes presidenciales, aceptó negociar con Laporta unas reglas del juego entre ambos, envainársela en público diciendo que daba marcha atrás y quedarse en el club por lo menos el año que le queda de contrato.

También ayudó a que todo esto sucediera el hecho de que el presidente advirtió a su directivo que no iba a cobrar el año de contrato que le quedaba si decidía abandonar la entidad.

El gran perjudicado de este último e inesperado movimiento es Xavi, que se queda sin su amigo Jordi y tendrá que volver a lidiar con Alemany, con quien nunca se entendió y era su mayor enemigo en el club. El técnico, que había convencido a Laporta de que volviera a fichar a Messi, volverá a toparse con el muro del regresado director de fútbol, que no quiere ni oír hablar del argentino, entre otras cosas porque tiene hasta el 30 de junio para rebajar en 220 millones de euros la masa salarial para evitar que el club cierre con pérdidas el ejercicio económico de la temporada 2022-23. Y ya no quedan palancas para hacer ver que somos unos genios de la ingeniería financiera.

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