Episodios mundiales
Beckham, el «chico estúpido» al que odiaron y amenazaron de muerte en Inglaterra
El baúl de los deportes
En Francia 1998, el jugador del Manchester United fue expulsado en el partido de octavos y la selección británica cayó eliminada ante Argentina
El madridista Luis Enrique se volvió loco tras marcar su primer gol mundialista
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Iniciar sesiónHubo un tiempo en el que se extendió el rumor de que David Beckham (Londres, 2 de mayo de 1975) podría interpretar el papel de James Bond. Fue una falsa alarma –hasta ahora–, pero la comparación no estaba mal tirada. Más allá del incuestionable ... atractivo y la elegante percha que comparten el exfutbolista y todos los actores que han inmortalizado al agente 007, Beckham ha demostrado el temple y la valentía que deben adornar a todo espía internacional que se precie.
Bajo su galanura, famosa y admirada en todo el planeta Tierra, se esconden una cabeza y un corazón que salieron con bien de una situación muy delicada. Beckham aguantó y supo gestionar el brutal chaparrón que le anegó la vida a él y las personas de su entorno más cercano a raíz de lo sucedido durante el Mundial organizado por Francia en 1998.
Fue apenas un minuto, 60 segundos escasos, que desencadenaron una tormenta sorprendente y desaforada. El 30 de junio, el estadio Geoffroy-Guichard de Saint-Étienne acogió el partido de cuartos de final Argentina-Inglaterra. Batistuta, delantero suramericano, abrió el marcador. Empató Shearer, Owen adelantó a los británicos y al borde del descanso anotó Zanetti. El 2-2 ya no se movería, pero apenas había comenzado el segundo tiempo cuando sobrevino el jaleo.
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Abrió el baile Simeone, el más listo –y un punto marrullero– de la clase. El balón circulaba por el centro del campo en una jugada sin ningún peligro ni aparente trascendencia. Beckham, de espaldas, se disponía a recibir un pase cuando el Cholo le embistió por detrás con fuerza exagerada. El inglés cayó de bruces y el argentino se agachó, le puso la mano en la espalda y le dijo algo. Cuando Simeone se levantó y se alejaba, David elevó la pierna derecha y le propinó una patadita, una leve zancadilla que trastabilló al bonaerense. Este no hizo nada por mantener el equilibrio y se derrumbó en la hierba gritando y haciendo aspavientos.
Inmediatamente, los argentinos Batistuta, Verón y Almeyda rodearon al árbitro, el danés Kim Milton, exigiéndole la expulsión del '7' británico. Los ingleses, en cambio, apenas reaccionaron. Solamente el capitán, Alan Shearer, se encaró con Batistuta, el más insistente, para recriminarle tanto énfasis. El colegiado no hizo caso a ninguno de ellos. Con la mano derecha le indicó a Simeone que se acercara y le mostró la tarjeta amarilla. Mientras lo hacía, Beckham se aproximó por cuenta propia. Cuando llegó a su lado, el trencilla metió la mano en el bolsillo y sacó el cartón rojo. David no protestó. Admitió la sanción sin mover un músculo, se dio media vuelta y dirigió sus pasos hacia el vestuario mientras se iba sacando la camiseta que llevaba perfectamente metida por dentro del pantalón. Abandonó el campo con evidente disgusto, pero aparente tranquilidad. No sabía lo que le esperaba.
El miércoles 1 de julio, 'The Sun', diario más vendido en Inglaterra, tituló: «Diez leones heroicos y un chico estúpido». La culpa de la eliminación cayó íntegramente sobre los hombros de Beckham. Era lo que le faltaba después de un Mundial en el que su técnico, Glenn Hoddle, empezó relegándole al banquillo. «David no parece concentrado en lo que representa una Copa del Mundo», declaró el seleccionador dejando caer que la vida privada –noviazgo con Victoria Adams, una de las componentes del famoso grupo musical 'Spice Gilrs'– y los compromisos extradeportivos –le apodaban «Beautiful (guapo) Becks» y con solo 23 años ya era un icono publicitario– distraían demasiado al futbolista.
Castigado al banquillo
Tras ser suplente ante Túnez –victoria inglesa (2-0)– y Rumanía –perdieron 2-1–, Beckham fue titular en el último y decisivo encuentro del Grupo G frente a Colombia. Y marcó, en un excelso saque de falta, el segundo gol (2-0). Repitió en el once inicial ante Argentina y aunque no cuajó una actuación destacada, señalarle como lo hicieron en su país fue una barbaridad. Es cierto que cometió un error absurdo y dejó a su equipo con un jugador menos durante más de setenta minutos (hubo prórroga), pero el marcador ya no se movió (2-2) y quienes fallaron en la tanda de penaltis fueron Ince y Batty (ganó Argentina 4-3), no él.
Finalizado el partido, las declaraciones de Hoodle abonaron la campaña contra Beckham: «La expulsión nos costó muy cara, pero incluso con diez hombres nos hemos defendido como leones. Es un trago muy, muy amargo y estamos completamente desconcertados, pero también orgullosos».
Las palabras del seleccionador reflejaron lo vivido por Beckham en aquel vestuario de Saint-Étienne. El silencio de la mayoría de sus compañeros fue el peor castigo. Solo Neville y Scholes, compañeros en Manchester, le hablaron. Y Tony Adams, uno de los veteranos, le consoló. El defensa del Arsenal lo contó en 2018 en la cadena Sky Sports: «David estaba allí sollozando como un bebé y simplemente le abracé. Estaba realmente molesto, muy triste y llorando. Le dije: 'Hola Dave, escucha, eres un hombre joven y tienes tiempo de sobra, estás jugando para uno de los mejores clubes del planeta. Vuelve al Manchester United'».
«Cada partido de la temporada 98-99 fuera de casa fue horrible. Cada programa al que iba, cada entrevista, cada vez que echaba gasolina… Me insultaban dondequiera que iba»
David Beckham
«No has decepcionado a nadie y vas a tener muchos más Mundiales, aunque para mí esta era la última oportunidad que tendré y realmente me la has echado a perder –añadió Adams–. Obviamente, se lo dije en broma e inmediatamente le rodeé con el brazo. Fue realmente un momento triste en su carrera y cuando hablas con él ahora todavía le persigue un poco».
Lágrimas y vergüenza
Beckham comentó recientemente lo sucedido en 1998. Lo hizo en 'The Overlap', el canal de Youtube de su excompañero Gary Neville: «No creo que haya estado tan emocionado en mi vida como cuando salí del estadio aquel día. Yo estaba llorando de forma incontrolable y vi a mi madre y a mi padre. Además, fue un poco vergonzoso porque en ese momento pasó el seleccionador de Argentina».
La prensa inglesa no tuvo piedad. Además del ya citado 'The Sun', hubo más titulares. Por ejemplo, 'Daily Mail': «Un momento lunático nos quitó las esperanzas de la Copa»; o 'The Independent': «La caída del chico Beckham, héroe y villano de nuestros tiempos». Y 'The Mirror' imprimió una diana para dardos en la cual la cara de David ocupaba el círculo central y estaba acompañado por otros 'enemigos' de Inglaterra como Maradona, Passarella o Leopoldo Galtieri, presidente argentino que desató la Guerra de Malvinas.
Las críticas arreciaron y crecieron a diario. El joven futbolista se vio sobrepasado y viajó a Nueva York, donde su novia estaba de gira, esperando a que amainara la tormenta. «Cuando regresé a Londres en el Concorde fui abordado por un reportero de televisión que me dijo que había defraudado a mis padres y a mis abuelos», recuerda Beckham. La propia Victoria Adams tuvo que salir públicamente al quite: «No le odien, por favor. No se lo merece, manifestó la cantante. Yo estoy tan triste como cualquiera por la eliminación de Inglaterra».
De poco sirvió el ruego de la famosa cantante. El rencor no disminuyó. Miembros de un grupo ultra del West Ham United, club londinense, dirigieron su ira contra los padres del jugador, Ted y Sandra. Les insultaron por teléfono y mediante anónimos, llegando incluso a proferir amenazas de muerte. Según publicó el corresponsal de 'El Mundo Deportivo', «ante la gravedad de la situación, los padres de Beckham han contratado protección durante las 24 horas del día en su hogar al sur de Londres. La policía está particularmente preocupada porque la casa, situada en Chingford (Essex), está muy cerca de la sede del West Ham… Los ultras han comentado en los pubs de la zona que piensan hacer pagar a la familia Beckham (padres, jugador y su prometida, la 'Spice GirI' Victoria Adams) por ser expulsado durante el Mundial».
Asimismo, en un pub cercano a la sede del citado equipo de la capital, ahorcaron un muñeco vestido con la camiseta número 7 de Beckham y con faldas, aludiendo a una foto del centrocampista inglés publicada durante el Mundial en la que vestía una tela típica que se ponen los indonesios en la cintura. David, según confesó a Neville, llegó a tener hasta cinco guardaespaldas a su servicio.
Hablando de pubs, el dueño de uno de ellos ubicado en la ciudad de Bristol quiso sacar tajada. Denunció a Beckham y pidió una indemnización simbólica de 100 libras (150 euros). Murray, que así se llamaba el avispado demandante, dijo que «cuando jugaba Inglaterra el pub estaba abarrotado. Nuestras ganancias eran del 200 % y el ambiente era fantástico. De no ser por Beckham, la selección habría podido jugar hasta tres partidos más».
Tras dos semanas de vacaciones en Estados Unidos, el 14 de julio de 1998 Beckham regresó a Gran Bretaña. Acudió al entrenamiento del Manchester United, pero abandonó las instalaciones apenas diez minutos más tarde. No ayudaron mucho unas manifestaciones de su padre: «Mi hijo ha cometido un error y ha sido crucificado por ello. Después de todo lo que le han hecho, nunca más estaré orgulloso de ser inglés. David se ha equivocado, pero ahora le están linchando y cuidado porque podría elegir marcharse a jugar al extranjero».
Apoyo de Ferguson
La principal razón por la que el '7' inglés siguió en su país un lustro más –en 2003 fichó por el Real Madrid– fue el amor a su club de toda la vida, acrecentado después del apoyo que recibió tras lo ocurrido en Francia. Fue el único lugar donde encontró refugio. Sin ir más lejos, Alex Ferguson, entonces entrenador del equipo y reputada figura en el fútbol británico, se mostró furioso por la persecución a su pupilo. «Sólo quiero que se vuelva a entrenar con nosotros y que todo el mundo se olvide de tantas estupideces», dijo contundente.
Según contó en el canal de Neville, Beckham no ha olvidado quiénes le apoyaron… ni quiénes se escondieron: «La mañana siguiente al partido, Sir Alex me llamó por teléfono temprano para decirme: '¿Estás bien, hijo?' Le dije que sí y me emocioné. 'No te preocupes, márchate unos días y vuelve al club, nos tienes a nosotros', añadió. Eso era todo lo que yo necesitaba escuchar. Probablemente sea duro decir que todavía me siento defraudado por algunos compañeros, pero miro hacia atrás y sé que entonces éramos jóvenes. Yo cometí un error, pero en el mundo del fútbol hay ciertas personas que esperas que te respalden pase lo que pase. Siempre tuvimos eso en el United, pero me sentí defraudado en la selección».
El 9 de agosto, el Arsenal goleó al United (3-0) en la Charity Shield, tradicional torneo que abre la temporada en Inglaterra. El centrocampista internacional fue abucheado y silbado por los seguidores 'gunners' cada vez que tocaba la pelota. Y dos semanas después, en el primer partido fuera de casa de la Premier 1998-99, 10.000 aficionados del West Ham le recibieron con tarjetas rojas en las que se leía el siguiente lema: «Traidor a la patria». El colmo del esperpento lo protagonizó el pastor de una iglesia baptista, que colgó a la puerta de la misma un cartel que decía: «Dios perdona incluso a David Beckham». Y para termina un aciago 1998, en la lista de los 100 británicos más odiados que confeccionó la televisión 'Channel 4' aquel año, el futbolista londinense ocupó el puesto 91.
«Cada partido de esa temporada fuera de casa fue horrible. Cada programa al que iba, cada entrevista, cada vez que le echaba gasolina al coche… Me insultaban dondequiera que iba, ya fuera en Manchester o en Londres, daba igual. Lo que me ayudó a superar esa temporada fue el apoyo de los aficionados del United», confiesa Beckham.
El asunto fue más allá del ámbito deportivo. David Beckham era, y sigue siendo, una de las figuras mundiales de Adidas, que en 1998 le pagaba 800 millones de pesetas (4,8 millones de euros). La marca deportiva alemana diseñó una campaña puntual precisamente para el partido de octavos de Francia. Rodeando su rostro se leía la frase «el Argentina-Inglaterra será recordado por lo que este jugador hizo con los pies». Sobra decir que la publicidad fue retirada inmediatamente después de finalizado el partido. Y entonces apareció el otro gigante del sector, Nike.
La multinacional estadounidense elaboró y publicó un anuncio dirigido a los aficionados ingleses con un mensaje de apoyo a Beckham: «Recuerda que todos cometemos errores. Recuerda que sólo tiene 23 años. Recuerda cómo nos sentimos cuando no jugaba en el equipo. Recuerda su gol frente a Colombia. Y sobre todo, recuerda que dentro de cuatro años le queremos de nuevo con la camiseta inglesa y marcando goles». Los abogados del jugador obligaron a Nike a retirar dicha publicidad.
Semejante panorama le ha dejado a Beckham una cicatriz profunda e imborrable. Así lo confiesa cada vez que habla de ello: «Me costó muchos meses superarlo. No podía entender el nivel de agresión de la gente. Los insultos eran indiscriminados, realmente terribles. Fue el peor momento de mi carrera Después de aquello tuve que crecer muy rápido y afrontar muchas cosas. Esa expulsión y lo que vino después lo cambiaron todo para mí. Lo peor es que lo recuerdo todo. De hecho, me acuerdo de cada partido que he jugado y de cada momento de cada partido. Mi memoria es, para bien o para mal, muy buena».
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Y añade: «No recuerdo haber jugado ante Argentina queriendo demostrar algo porque había sido suplente en otros partidos. Fue solo algo que sucedió y a lo que yo reaccioné, un momento de locura. Cuando miro hacia atrás en mi carrera y hablo de arrepentimientos, deseo que eso nunca hubiese sucedido. Pero por otro lado, si no hubiera pasado, es posible que no hubiera tenido la carrera que tuve ni hubiese superado los momentos malos a lo largo de ella».
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