El baúl de los deportes
Entró, entró: el gol anulado más escandaloso de los Mundiales
Episodios mundiales
Un pelotazo de Míchel hizo temblar el poder de Brasil, pero el árbitro birló el gol a España en su primer partido de México 1986
El día que Alemania apareció en las páginas de sucesos
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Fue un escándalo colosal. Sin el enorme altavoz global que vendría años más tarde con el invento de Internet y todas las aplicaciones que circulan por la Red, como en el tanto de Japón del jueves, lo que sucedió el 1 de junio de ... 1986 en el estadio de Jalisco tuvo repercusión mucho más allá del ámbito deportivo. El balonazo de Míchel impactó contra el larguero de la portería de Carlos y, de rebote, golpeó en ámbitos como el social o el político y sacudió el cajón de las sospechas acerca del poder e influencia de Brasil en el fútbol mundial.
Lo estrictamente futbolístico tuvo como protagonistas colectivos a las selecciones de España y Brasil, encuadradas en el Grupo D de la fase final del Mundial de 1986 disputado en México. En el apartado individual, los actores principales fueron José Miguel González Martín del Campo (Madrid, 23 de marzo de 1963), futbolista del Real Madrid conocido por Míchel, y Christopher Francis Bambridge, árbitro australiano nacido en Inglaterra (Kettering, 7 de octubre de 1947).
La ciudad de Guadalajara acogió el España-Brasil, segundo partido del torneo. En el minuto 52, con 0-0, hay un córner a favor del equipo español. Víctor lo saca en largo desde el lado derecho de la portería brasileña. El balón cruza el campo y Maceda, escorado y bastante lejos de la meta, cabecea con dificultad hacia atrás, como buscando un remate más limpio de algún compañero mejor situado. En efecto, la pelota le cae del cielo a Míchel, desmarcado y un par de metros fuera del área. La baja rápidamente con un golpe de pecho, el cuero bota en la hierba y el centrocampista madrileño ejecuta una dura volea con la pierna derecha. El balón salió a tal velocidad que cuando Carlos, guardameta sudamericano, terminaba de saltar intentando detenerlo, ya había botado dentro de la portería, a escasos centímetros de la línea de gol y cerca del poste izquierdo, tras haberse estrellado en la base del travesaño. A continuación, la pelota salió disparada hacia fuera describiendo un globo y un defensa amarillo volvió a enviarla a córner.
Ni Bambridge pitó gol ni el juez de línea de la banda más cercana al poste izquierdo, el estadounidense David Socha, le indicó que el bote del balón había sido claramente dentro. Las protestas de los españoles no fueron muy vehementes. Porque a la mayoría les pilló lejos, la rapidez del lance les impidió verlo con certeza, y porque en aquellos tiempos no se llevaba eso de rodear y acosar al colegiado cual manada de lobos. Así que el juego siguió. Y penas nueve minutos después, Sócrates marcaba el solitario tanto que le dio la victoria a Brasil.
Finalizado el partido, los españoles se retiraron al vestuario. Y allí les fueron dando detalles de lo ocurrido. Les informaron y confirmaron que había sido gol, y las que habían sido moderadas quejas sobre el césped se fueron tornando creciente ira. «Fue un robo a mano armada. Así no se podrá nunca llegar a nada. Marcas un golazo como una casa y llega un señor, un australiano que no tiene idea de lo que es el fútbol de alta competición, y lo anula. Es vergonzoso, pero el fútbol se hundirá si continúan siendo importantes las influencias político-deportivas. Para colmo, nos anulan un golazo legal y le conceden un gol a Brasil que podría ser ilegal por fuera de juego de dos rivales, pero este último término no puedo asegurarlo». Esa era la opinión literal de la «mayoría de los jugadores y de uno de los componentes del cuadro técnico español» que desvelaba Héctor del Mar en ABC. Añadía que «el cuadro español en pleno golpeaba las paredes y la puerta del vestuario».
Posible penalti a Butragueño
Y en el mismo artículo se publica las siguientes palabras de Luis Suárez, director técnico de la Federación Española: «una victoria o un empate se han convertido en derrota por la gracia de un árbitro que no está preparado para encuentros de esta envergadura. ¿Cómo pueden ser jueces de un encuentro de este calibre un australiano y un estadounidense? En sus países se juega un fútbol no ya de segunda, sino de tercera categoría. Estos duelos les vienen demasiado grandes y su concurso sólo sirve para perjudicar ostensiblemente a un equipo, en este caso, al nuestro». Es más, según prosigue el texto, Luis Suárez, «tuvo que ser sujetado por Urruticoechea (portero del Barcelona) para que no llegara a las cercanías de Bambridge, que ya es conocido como el 'ladrón' de Guadalajara. Suárez le indicaba con las manos al australiano que era un caradura. Otros futbolistas de nuestra selección realizaron similares gestos».
Miguel Muñoz, seleccionador español siempre tranquilo, fue sosegadamente rotundo: «Míchel ha marcado un golazo, y el colegiado no lo ha concedido, Dios sabrá por qué. Para colmo, un minuto después pudo existir penalti en el empujón a Butragueño dentro del área, que tampoco se castigó, aunque esa jugada es más dudosa. Y luego llegó el gol de Brasil, que también pudo ser ilegal por posible fuera de juego, pero no es seguro. El caso es que se nos ha perjudicado en tres jugadas seguidas y decisivas, especialmente en la primera, que es la más clara de las tres. Por favor, que no se repitan arbitrajes como este».
El grosero error arbitral fue la comidilla en los medios de comunicación de todos los continentes. Empezando, evidentemente, por los españoles. «Triunfo de Brasil, con descarada ayuda del árbitro australiano», tituló ABC. En la crónica se lee: «Y vino la jugada crucial del partido: el patadón tremendo de Míchel enviando el balón al palo, del palo al gol, y del gol al portero Carlos, ese que parece un músico loco. El árbitro dudó, echó sus cuentas y decidió anular la jugada. España había perdido el partido». 'El Mundo Deportivo' fue categórico: «1-0: Debut 'fantasma'. El árbitro falseó el resultado al no conceder el golazo de Michel». 'Marca' titulo en portada «Se lo tragó». Y 'La Vanguardia' fue un paso más allá: «Bambridge recordó que Havelange (entonces presidente de la FIFA) es brasileño».
Se redactaron editoriales y artículos de opinión firmadas por personalidades relevantes de la sociedad española. El escritor Manuel Vázquez Montalbán, gran aficionado al fútbol, tiró de ironía en su habitual columna de 'El País': «…tal vez fuera un grave problema de ignorancia y el árbitro menospreciara a nuestra selección por la nacionalidad, no muy puesto al día de los cambios que ha experimentado España en los últimos años. Igual el árbitro ese no sabe que ya estarnos en el Mercado Común y en la OTAN. Igual no sabe que las lechugas españolas son las únicas que han resistido la ola radiactiva de Chernóbil. Por si acaso, sería menester que en adelante, ante conflictos similares, cuando los jugadores españoles busquen el diálogo reparador, esgriman argumentos más contundentes. Por ejemplo: 'Árbitro, cuando se entere Reagan, te vas a enterar'. Hay que probarlo, antes de entregarnos al pesimismo histórico que tanto daño nos ha hecho».
«Robo», «escándalo» e «injusticia»
Los rotativos europeos emplearon términos muy duros y sarcásticos como «robo», «escándalo», «injusticia» o «cortesía arbitral». La prensa británica también fue contundente. «España, víctima de una gran injusticia», tituló 'Daily Telegraph'; 'Daily Express': «Robo brasileño a la luz del día»; y 'The Star': «Brasil, salvado por un error del árbitro». Por su parte, 'Daily Mail' señaló que «esta Copa del Mundo no será testigo de una injusticia mayor que la que ayer mantuvo a Brasil como uno de los favoritos. Los españoles siempre podrán reclamar, y con amplia justificación, que el cañonazo de Michel fue un gol válido». El sensacionalista 'The Sun' publicó: «Brasil, una vez aclamado como el mejor equipo del mundo, obtuvo anoche en Guadalajara el título de equipo más afortunado de la Tierra. Fueron salvados por el anciano Sócrates, un fantasma de su glorioso pasado, y un linier de una de las últimas naciones a las que llegó el fútbol».
«Telé Santana (técnico brasileño) deberá conducir a sus hombres al santuario de la virgen de Zapopan -escribió el enviado especial de 'Il Messaggero' de Roma-. Esta vez, para darle gracias, ya que se merece una decena de devotos. Primero, porque ha sabido resucitar a algún jugador, como Sócrates, que durante 45 minutos dio pena y luego dominó. Pero, también, y sobre todo, porque ha hecho que un gol español, realizado por Michel, fuese anulado a pesar de ser válido». 'La Stampa' de Turín, tituló: «Victoria brasileña. España, robada». Y en el diario deportivo 'La Gazzetta dello Sport': «Ese balón de Míchel estaba dentro de la portería. Tres árbitros no han sido suficientes para verlo. El fútbol, en el umbral del año 2000, todavía es capaz de producir esos 'inocentes' abusos».
Hasta los medios brasileños se rindieron a la evidencia. «Gracias, Mr. Bambridge», tituló con sorna la 'Folha de Sao Paulo'. El grupo multimedia O Globo ya utilizaba entonces un programa informático especial que analizaba las imágenes de las jugadas polémicas. Según sus cálculos, el balón había rebasado en 20 centímetros la línea de gol.
Y hablando de brasileños, uno de sus futbolistas, precisamente el autor del gol contra España, puso la guinda explosiva –aún más- al asunto. «Por razones políticas y comerciales evidentes, todo el mundo sabe que es preciso que las selecciones de México y Brasil prolonguen su actuación en el Mundial el mayor tiempo posible», declaró Sócrates apenas un día después del escándalo de Jalisco. No puso en duda la honestidad del colegiado, ni la del juez de línea, pero dijo que algunos equipos tendrían «desventaja» en caso de jugadas dudosas.
«Las gradas de los campos deben estar llenas y no interesa que los equipos más taquilleros queden eliminados», añadió Sócrates (Belém de Pará, 19 de febrero de 1954 - São Paulo, 4 de diciembre de 2011), licenciado en Medicina, conocido por su militancia de izquierdas y abanderado de diferentes causas políticas y sociales. De hecho, en otras sonadas manifestaciones el centrocampista había dejado en el aire una pregunta incómoda: «¿Cómo puede un país como México, con acuciantes problemas sociales, organizar un acontecimiento de la magnitud de un Mundial, que mueve enormes cantidades de dinero?».
Nabi Abi Chebid, vicepresidente de la Federación brasileña, respondió con «una recomendación» para todos los jugadores de su selección: «Sócrates puede decir cuanto quiera, pero como miembro actual de la delegación brasileña no tiene derecho a realizar declaraciones que pueden herir a un país hermano como es México. Y mucho menos manifestaciones de contenido político-administrativo que no le competen. Lo suyo es jugar al fútbol».
Cenas y viajes
Sobre las insinuaciones de favoritismo hacia Brasil y los anfitriones también opinó Bora Milutinovic, técnico yugoslavo que dirigía a la selección de México: «Sócrates es un filósofo y puede seguir filosofando. El conjunto brasileño siempre está en el grupo de favoritos. No creo que les hayan regalado nada, aunque el otro día el árbitro se equivocase y perjudicara al cuadro español».
La FIFA abrió una investigación para aclarar las declaraciones de Sócrates, pero sus dirigentes y los de la Confederación Brasileña de Fútbol acabaron echando tierra al asunto tras culpar a los periodistas de «tergiversar» y «manipular» las palabras del futbolista brasileño.
Lo que no pudo tapar la FIFA fue la información de Radio Globo, según la cual el día antes del España-Brasil el directivo brasileño Mozart di Giorgio había cenado en el hotel Fiesta Americana de Guadalajara con Christopher Bambridge, árbitro del partido. Asimismo, el periódico brasileño 'Folha' publicó una noticia que hablaba de «extraños hechos» ocurridos desde el Mundial de 1958, cuando Brasil logró su primer título. Por ejemplo, señala que el francés Maurice Guigue, colegiado que dirigió la final Suecia-Brasil (5-2) de aquel torneo, fue invitado por la Confederación brasileña a pasar una temporada en el país sudamericano.
También, continuaba el diario, «en el Mundial de Chile 1962, el juez de línea uruguayo Esteban Marino, después de entrevistarse con el mismo Mozart di Giorgio tras un partido en el que fue expulsado el legendario Garrincha (por indicación expresa de Marino al árbitro principal), desapareció sin firmar el acta, por lo que el célebre delantero brasileño no fue suspendido y pudo jugar la final contra Checoslovaquia (ganó Brasil 3-1)». En ese mismo campeonato, según el periódico, «un árbitro soviético recibió un reloj de oro por cortesía de la federación brasileña».
También señalaba 'Folha' que el colegiado español Augusto Lamo Castillo «fue invitado a visitar Brasil». Lamo Castillo dirigió en el Mundial de España 1982 el Unión Soviética-Brasil (1-2), primer partido del Grupo 6 en el cual, dice el diario, «tuvo la gentileza de no sancionar dos penaltis cometidos por el defensa Luisinho».
La carrera de Chris Bambridge quedó marcada por aquel lance y por todo lo que provocó su decisión. Antes de 1986 había arbitrado en un Mundial Sub-20 (1983) y un Mundial Sub-16 (1985). Después, no volvió a dirigir ningún partido en México, y el único encuentro de importancia internacional para el que volvió a ser designado fue un Argentina-Corea del Sur de la fase de grupos de los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988. Tras retirarse, Bambridge siguió ligado al fútbol en la Federación del estado australiano de Victoria como responsable del comité arbitral.
Después del escándalo, la selección española ganó a Irlanda del Norte (1-2) y Argelia (0-3). Pasó a octavos de final como segunda de grupo y goleó a Dinamarca (1-5). En cuartos empató con Bélgica (1-1) y fue eliminada en la tanda de penaltis. Curiosamente, Brasil cayó en la misma ronda y de idéntica forma, por penaltis, después de haber igualado con Francia, también por 1-1. La Argentina de un Maradona pletórico se proclamó campeona en México 1986 tras vencer a Alemania Federal (3-2) en la final.
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