El segundo palo
Saltitos y risas, la guardería del Barça
«Sostres dio el otro día el banderazo de salida, pero ya se venía barruntando desde hacía tiempo que Flick llevaba francamente mal 'lo de Lamine'»
El penúltimo defensor vivo de Vinicius
Flick hace carantoñas a Lamine Yamal en el entrenamiento de este martes
Sostres advirtió el otro día por aquí que Flick dejaría de dirigir la guardería Saltitos y Risas al finalizar la actual temporada, y no habían pasado ni siquiera las preceptivas veinticuatro horas del necesario duelo cuando desde el club ya estaban deslizando los nombres ... de dos posibles candidatos a heredarlo, Luis Enrique y Cesc. No sé bien por qué pero la filtración me recordó mucho a aquella desgarradora escena de 'Zorba el griego', la de la muerte de Madame Hortense: todavía caliente el cadáver, yaciendo aún sobre la cama, las urracas del pueblo, vestidas de negro, invadían la casa para robarle a la muerta sus pertenencias de viva. El show debía continuar.
Es normal que Flick lo quiera dejar. Es un sesentón con nietos que sueñan con viajar a Disneyland París con el 'abu' y que compartió vestuario ni más ni menos que con Brehme, Matthäus o Rummenige, templarios del viejo fútbol. No me imagino a Augenthaler, que daba auténtico miedo, celebrando los goles con bailecitos, paseando en 'boogie' por el césped o yéndose lesionado con el Ibai de turno a tirar penaltis de mentira en vísperas de un partido crucial de la Liga alemana.
Lo que sufre Flick es una alarmante desconexión generacional por la sencilla razón de que su deporte, el que él vivió como si del Capitán Artemis se tratara, ya no existe, murió y fue sepultado, desapareció y no volverá. Su agotamiento parece fruto de la incomprensión porque lo que necesitan en Saltitos y Risas no es un entrenador que les explique táctica, estrategia y disciplina sino un influencer que les distraiga con tik toks de gente jugando con monitos o haciendo retos cuanto más gilipollas mucho mejor.
Sostres dio el otro día el banderazo de salida, pero ya se venía barruntando desde hacía tiempo que Flick llevaba francamente mal 'lo de Lamine'. Hans-Dieter es un espartano cercado en las Termópilas del vestuario por críos que escuchan a Bad Bunny, «hoy te vo'a buscar y te vo'a besar cerca del lunar», y visten como Huggy Bear, el informante de 'Starsky y Hutch'.
El único asidero del fútbol de antaño que aún permanece ahí para el entrenador es Lewandowski, y al polaco le queda tan poco en el convento que prefiere no decir la verdad. En Saltitos y Risas también sacaron de sus casillas a Gündogan, que fue de los primeros en darse cuenta. Ahora se entiende mejor que Flick tampoco haya querido dejarse la piel aprendiendo español.