el segundo palo
Trileros arbitrales: ¿Dónde está la bolita?
«Parece que la gran novedad de ahora en adelante consistirá en que los árbitros reconocerán en público sus errores. ¡Aleluya!»
'Oda al ego de Yamal'
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Iniciar sesiónA mí lo del nuevo/viejo CTA y el Comité 1 pasándole las jugadas al Comité 2 para que éste las analice en un vídeo me parece un ejercicio de cubileterismo que recuerda mucho al de aquellos trileros que campaban a un lado y a ... otro de la Gran Vía, hace de esto casi 40 años, cuando regresaba de la Universidad camino de casa. Te parabas un minuto en el corrillo, sólo uno, y el gancho, que estaba compinchado con el director de orquesta, apostaba, advirtiendo de que, de no hacerlo, estarías desaprovechando la gran ocasión de tu vida para hacerte rico. Aquello estaba destinado a los guiris porque no quedaba ya a esas alturas en España un nacional que no hubiera visto 'Los tramposos', de Pedro Lazaga, y a Tony Leblanc haciendo de tolai con sus estampitas.
«¿Dónde está la bolita, dónde está la bolita?». Pues la bolita, en realidad bolaza o bolón, una de esas pelotas hinchables gigantes de 2 metros que se contratan para las actuaciones infantiles, o mejor aún el globo inflable que te permite meterte dentro y caminar sobre el agua o rodar por el monte, esa bola, ese pelotón, ese globo aerostático, ese Hindenburg, sigue estando ahí, inamovible: los 17 años que el Fútbol Club Barcelona estuvo pagándole al vicepresidente arbitral en ejercicio, José María Enríquez Negreira. Entiendo que Soto, que tiene más imaginación que Medina Cantalejo, que no tenía ninguna, pretenda distraernos con este entramado digno de David Copperfield para que, absortos en los cubiletes, persigamos con la vista la bolita, pero el truco, Fran, es más viejo que el hilo negro. No cuela.
Parece que la gran novedad de ahora en adelante consistirá en que los árbitros reconocerán en público sus errores. ¡Aleluya! El objetivo, según me dijo José Luis Oltra, componente del Comité 1, la otra noche en El Primer Palo, es humanizar a los colegiados y que tengamos fe en el proceso. Pero yo, y que me perdone el 'míster', sólo tengo fe en Dios y no en lo que puedan hacer y, sobre todo, decidir sobre el terreno de juego estos árbitros, muchos de los cuales estuvieron en contacto con Negreira, el paciente cero. La solución no es la que propone Soto, chapa, pintura y a correr, sino demolición pura y dura, abajo con el edificio. A mí no me hace falta ningún Comité para saber cuándo se ha equivocado un árbitro pero necesito que me expliquen por qué unas veces sí y otras no, ahí está el quid de la cuestión.
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