el segundo palo
Oda al ego de Yamal
«Sus salidas de tono gozan de una curiosa y escamante sobreprotección por parte del periodismo patrio»
¿A qué huele Jorge Vilda?
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Iniciar sesiónQuevedo sí que valía 150 millones de euros o más y no Isak. Era un crack don Francisco, el Mbappé del Siglo de Oro, pero destilaba veneno el tío. A Góngora, que era otro genio, le tomó por su saco de boxeo particular y no ... dejó de zarandearlo hasta que se murió, primero don Ramón, que era mayor. A la nariz, que debía ser prominente, del autor de Las Soledades le dedicó lo siguiente: «Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una nariz sayón y escriba, érase un pez espada muy barbado». Si Quevedo, bautizado en la Parroquia de San Ginés, viviera no me cabe la menor duda de que sería socio del Real Madrid, tribuna fondo norte muy probablemente, y en algún momento le habría dedicado una oda al ego de Lamine Yamal, el espolón de una galera, un elefante boca arriba, una pirámide de Egipto. O varias pirámides.
Lo último que ha dicho este chaval, cuyas salidas de tono gozan de una curiosa y escamante sobreprotección por parte del periodismo patrio, es que va a ganar la Champions y el Mundial. Él solo. Vamos, él y su intercontinental ego. Lo penúltimo fue llevarse la mano al escroto en dirección a la afición rival y lo antepenúltimo invitar a gente con enanismo a su fiesta de cumpleaños. Todas y cada una de estas mamarrachadas gozaron, como decía antes, del privilegio del olvido del periodismo deportivo español. Pero por mucho menos que eso los que pasan a diario a Vinicius por la quilla habrían organizado un juicio popular.
Han creado un monstruo y ni siquiera Flick sabe cómo pararlo. El otro día le preguntaron por Fermín pero estoy seguro de que, por supuesto sin citarlo, el alemán apuntó a Yamal cuando dijo eso de que el ego mata el éxito. Lucas Vázquez, que ha ganado más de una veintena de títulos, habla de sí mismo como lo haría un agricultor de Betanzos sobre la próxima cosecha de tomates. Escuchas sin embargo a este niño y crees encontrarte ante la puñetera reencarnación de Salvador Dalí. Messi se convirtió en Messi cuando ya lo era, éste se ha convertido en Messi sin ser ni Me. Es normal que a Flick le asuste dejar el vestuario en manos de un adolescente pero lo mismo eso también lo tiene firmado por contrato, como lo de tirar los penaltis. El ego avanza como mi panza en verano. La segunda tiene remedio cosiendo la boca y dándole a la zapatilla. Pero, como no se enderece la rama, lo del ego del chaval huele fatal.
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