Real Madrid - Atlético de Madrid
Correa ahora es Mike Tyson
«Pero también lo es que el madridista exagera, que el impacto recibido no le hace ni cosquillas y que fingió morirse para conseguir exactamente la tarjeta roja»
La crónica del partido
El poderío aéreo de Giménez y Álvaro Rodríguez
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Iniciar sesiónAngelito Correa es Mike Tyson. 171 centímetros de altura y 68 kilos de peso capaces de mandar a la lona de un codazo en el pecho (estómago tal vez) a Antonio Rudiger y su poderosa dimensión de 190 centímetros y 86 kilos. Es ... evidente que el argentino golpea de más al alemán, por mucho que tratara de zafarse de su agarrón defensivo. Pero también lo es que el madridista exagera, que el impacto recibido no le hace ni cosquillas y que fingió morirse para conseguir exactamente la tarjeta roja que Gil Manzano aceptó para zanjar el asunto.
Un lance (minuto 64) que hizo saltar por los aires la tranquilidad con la que transcurría un derbi más empañado de tregua que de batalla. Un partido que el Atlético decidía jugar confusamente sin delanteros, pero también sin encerrarse; con más ganas de balón que otras veces, pero sin ningún apetito de gol. Un encuentro en el que un Madrid sin Modric no se encontraba; que no sufría y tampoco hacía sufrir. Vinicius estaba, pero como si no.
Pero la expulsión de Correa lo revolucionó todo. Envalentonó por un rato al Atlético, que hasta se las apañó para marcar a balón parado el gol que parecía no perseguir (un cabezazo abajo de Giménez). Y que desató luego el ataque en tromba del Madrid, ya con los rojiblancos agrupados en el Álamo de su área. Un toque de corneta que le alcanzó para alcanzar a balón parado el empate (un cabezazo abajo del influyente chavalín Álvaro Rodríguez), pero no mucho más. Poco para la superioridad que le favorecía en la teoría.
Un reparto de puntos finalmente merecido, quizás ilegal dirán los rojiblancos, que aleja al Madrid del título (aunque lo mantiene feliz porque Rudiger está fuera de peligro) y deja al Atlético en su actual limbo por la Champions, sin motivos para sonreír ni para disgustarse (salvo porque Reinildo, lesionado, no está fuera de peligro). Los derbis.
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