LOS CROMOS DE NIETO / RECUERDOS DE LIGA
David Vidal, el primer 'coach'
A Mágico González le perdonó sus resacas 'mágicas' por su rendimiento y su bonhomía
Luis, método y carácter
Madrid
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Iniciar sesiónEn las vidas de David Vidal hay mucho de hombre pegado a las circunstancias, adhesión a una forma de entender el ser, que es el fútbol, y un bigote, que es la manera de ciertas personalidades fuertes de reafirmarse con ternura.
Se ... volvía la Santa Compaña si le pitaba un fuera de juego que no fue, lo mismo en Lorca como en Albacete o Ceuta, que Vidal equivale al Madoz del fútbol patrio. Hay que ver, eso sí, al rapaz de Portosín, escapando, como puede, de los males del Atlántico agarrado a una pelota, pero con la querencia en la sangre de ir, pescar submarinamente y volver.
En suma, allá en su Galicia mágica, trazó, o el destino le trazaría, un mapa de España que doblaría hasta pegarse con Cádiz y ser más de 'La Tacita' que una casapuerta, un erizo o Pepe Mejías.
La fama no le llegaría de defensa, aunque Arsenio Iglesias, zorro de Arteixo, algo le vio, algo que a la postre no estaba en las botas. Lo tuvo a su vera en el Deportivo y aprendió lo aprendible de Iglesias, mucho, y ya se fue a Cádiz donde gracias a su personalidad, de ser «un mediocre futbolista», fue ascendiendo en diversas épocas, con altibajos, a dirigir al primer equipo.
Qué Cádiz aquel de Mágico González, de quien fue Vidal padre comprensivo; del que pregonaba que era mejor que Cruyff en 'As' con el corazón en la mano: Cádiz, como París, era una fiesta. Alega que no es entrenador, que «es profesor de táctica y estrategia». A Mágico González le comprendió, por el rendimiento 'mágico' de la resaca y quizá por la bonhomía conjunta 'entrambos'.
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Después, quince equipos, con gracias y desgracias, como el mismo existir. Al Barça de Cruyff le hizo crecer la hierba de Las Gaunas cuando entrenaba al Logroñés.
Una picaresca del fútbol de antes que, cuando el holandés voló a la inmortalidad, tornó en arrepentimiento. Descensos y ascensos, y al defensa que se dedicaba a hacer filigranas entrenando le soltaba Vidal un «déjese de ser Beckenbauer» y se volvía al banquillo a maldecir en silencio, a pensar en el mar.
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