La marcha de Adrian Newey de Red Bull revoluciona el futuro de la F1

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José Carlos Carabias

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«Desde que era niño, quería ser diseñador de coches rápidos. Mi sueño era ser ingeniero en la F1 y he tenido la suerte de hacerlo realidad. Durante casi dos décadas, ha sido un gran honor para mí haber desempeñado un papel clave en el progreso de Red Bull Racing desde un recién llegado hasta un equipo ganador de múltiples títulos», comenzaba Newey su escueto comunicado de despedida. El inglés asumió en 2006 el reto de diseñar un coche desde cero en una escudería nueva después de haber creado varios monoplazas campeones tanto en Williams como en McLaren. Apenas tardó un lustro en convertir en hegemónicos a sus monoplazas, primero con Sebastian Vettel y ahora, en estos últimos años, abrazado al talento de Max Verstappen.

Newey se va de la escudería austriaca con 13 mundiales asegurados (siete de pilotos y seis de constructores), y otros dos en camino. Los sumará a los doce que ya tenía desde que empezara a diseñar en los grandes premios en 1988. Educado en aeronáutica y astronáutica en la Universidad de Southampton, Newey se había hecho un nombre en la extinta Fórmula CART estadounidense. Allí dibujó los planos del monoplaza campeón de las 500 Millas de Indianápolis de 1986. A su vuelta a Europa, hizo campeones a Nigel Mansell, Alain Prost, Damon Hill, Jacques Villeneuve y Mika Hakkinen antes de iniciar ese gran proyecto de vida que ahora concluye.

«Siento que es un momento oportuno para pasar el testigo a otros», asegura Newey, que aún seguirá trabajando en su despacho de Milton Keynes hasta el primer trimestre de 2025. Está enfrascado en otro proyecto ilusionante, el RB17, el primer 'hypercar' fabricado por Red Bull, una bestia de más de 1.000 CV de potencia destinado a pelear por el exclusivo mercado de los superdeportivos con, precisamente, Ferrari, McLaren o Aston Martin. «Estamos apurando las etapas finales de ese desarrollo, por lo que destinaré el tiempo que me queda en centrarme en esto».

La marcha de Newey, no es un secreto, golpea duramente a Red Bull, cuyos problemas extradeportivos aún no habían logrado afectar al rendimiento en la pista. Eso se ha acabado. Detrás de la marcha del diseñador muchos ven el deterioro de su relación con Christian Horner después de que el jefe del equipo fuera denunciado por una empleada por acoso. Aun así, Newey no quiso olvidarse del máximo responsable de Red Bull en sus mensajes de agradecimiento: «No solo ha sido mi socio comercial sino también un amigo de nuestras respectivas familias».

Horner también utilizó la palabra «amigo» para despedir a Newey y, entre otras cosas, habló de su «visión y brillantez» al frente del timón técnico. «Su excepcional capacidad para conceptualizar más allá de la F1 y aportar una inspiración más amplia para el diseño de los coches de gran premio, su notable talento para aceptar el cambio y encontrar las áreas más gratificantes de las reglas en las que centrarse, y su incesante voluntad de ganar, han ayudado a Red Bull a convertirse en una fuerza mayor. Incluso hemos llegado más lejos de lo que el difunto Dietrich Mateschitz podría haber imaginado», relató Horner. «Más que eso, los últimos 19 años han sido muy divertidos. Cuando llegó ya era un diseñador superestrella. Se marcha como una auténtica leyenda. El legado que deja resonará en los pasillos de Milton Keynes».

Menos complaciente se mostró Jos Verstappen, padre del vigente campeón del mundo, que aseguró que con la salida de Newey, Red Bull está «en peligro de desmoronarse». Tal vez un aviso a navegantes. «Para la paz interna, es importante que las personas clave permanezcan a bordo. Ese no es el caso ahora. No es bueno para el futuro».

Según diversas fuentes, Newey no tendrá que guardar el llamado periodo de 'gardening', la cláusula que suele obligar a los ingenieros a permanecer un tiempo de cuarentena, normalmente de un año, antes de incorporarse a una nueva escudería. Con ello se intenta prevenir el espionaje técnico y el continuo robo de ingenieros entre los equipos. De ser así, Newey podría empezar a trabajar con margen en el monoplaza de 2026, año en el que se estrenará una nueva reglamentación técnica que, en todo caso, afectará en mayor grado a los motores. Pero no es baladí. «Los cambios del reglamento son a menudo la clave, cuando la chispa de una buena base está ahí», escribía el propio Newey en 2017, en su libro 'Cómo hacer un coche', autobiografía y compendio de sabiduría sobre su trabajo, a partes iguales. «¿Cómo puedo hacer esto de otra manera? ¿Cómo puedo mejorarlo?», son las dos preguntas que se ha formulado de forma incansable desde que comenzó a trabajar. El secreto de la creatividad y de su éxito.