El Rubicón regala una crono para la historia

Mira al norte el pelotón, la campiña y los olivos son solo un sueño de verano, lluvia, riesgo y tensión mandan ahora. Arropada por el río Rubicón, la novena etapa del Giro, una crono de 35 kilómetros entre Savignano y Cesena, estaba señalada en rojo en el calendario por Evenepoel y Roglic para intentar el asedio al inesperado líder de la general, el noruego Andreas Leknessund. El asfalto mojado daba aun más opciones de sorpasso al belga y al esloveno, auténticos especialistas a la hora de hacer relativo el tiempo.

Sin embargo, no tuvo un buen papel el balcánico, todo un señor, competidor nato, al que le está costando entrar en dinámica en la prueba transalpina. Tras su acto de valor en el ascenso al Cappuccino  el sábado, el de Jumbo volvió a a su versión más densa y sufrida. Algo no funciona en las piernas de Roglic que, pese a que llegó a Italia como uno de los grandes favoritos, se aleja a cada jornada que pasa de la zona noble de la clasificación.

Los fuegos artificiales los pusieron esta vez los británicos de Ineos Geraint Thomas y Tao Geoghegan, eléctrica su velocidad, que le imprimió un asfixiante ritmo a la crono. Fue el primero de ellos quien subió como la espuma tras una actuación descomunal, lo que llevó a Evenepoel a esforzarse al máximo aunque seguramente sea el belga el mejor cronista del mundo. Con el tiempo de Thomas en el cogote, el de Quick-Step salió como un búfalo pero se fue desinflando con el paso de los kilómetros. Tanto que el belga y los británicos cruzaron la línea de meta con solo una diferencia de dos segundos.

El gran perdedor de la tarde fue sin duda Leknessund que, como si las quinielas fueran un hecho irrefutable, se derrumbó en la clasificación y cedió la maglia rosa a Evenepoel, que vuelve a ser líder de un Giro que está cogiendo un ritmo de aúpa.