Pogacar también desafía a los velocistas

Pogacar se encendió de repente porque iba bien colocado, segunda o tercera posición a cuatro kilómetros de la meta, y abrió un puente imprevisto con el pelotón. Geraint Thomas, el ganador del Tour 2018, lo siguió.

De repente, en una jornada anodina disputada a ritmo de camello, sin nada que contar más allá del tópico de los nervios y el riesgo de las caídas, Pogacar lo convirtió en delicia y seducción.

La maglia rosa dio un relevo a sus compañeros fugados y eso se convirtió en un ataque, tal fue la potencia del fogonazo con la meta a dos kilómetros vista. El esloveno no solo es un portento, sino un alma libre que disfruta de su profesión, sea cual sea el escenario.

Pogacar y Thomas tuvieron la victoria a tiro porque pasaron por delante en el último kilómetro. El pelotón les soplaba en la nuca y esa renuncia momentánea de Thomas provocó un instante de duda. Y por ahí se coló el pelotón lanzado a mil por hora.

Le faltaron a Pogacar 300 metros para dar la sorpresa del Giro, una victoria imposible en teoría esta sosería de etapa a la que opta mucha gente, Jakobsen, Groves, Milan, Merlier, Bauhaus, Gaviria, Girmay, los velocistas que ya escasean en el ciclismo profesional.

Propulsado por su racha de mejor esprinter del año, el belga Tim Merlier le sustrajo el triunfo a Milan, Girmay y demás. Pero queda el recuerdo de la fantástica maniobra de Pogacar.