Ciclismo
Juan Ayuso: «Los sacrificios horribles de ser ciclista me generan satisfacción»
El corredor español más prometedor debutará en el Tour: «No renuncio a nada, soy todo motivación»
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La Nucía (Alicante)
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Iniciar sesiónJuan Ayuso, la gran promesa del ciclismo español (21 años), habla con rotundidad y confianza en el salón del hotel en La Nucía que su equipo, el Emirates, ha cerrado para sus corredores. Va a debutar en el Tour y a pelear por los maillots ... que se compraba de niño cuando viajaba con sus padres a los Pirineos o los Alpes. El ciclista tiene otra pasión, la Fórmula 1. En su casa vacía recién comprada en Andorra, lo primero que instaló fue un simulador de carreras. Antes de empezar la temporada, charla con ABC.
—Nació en Barcelona, su familia de Valladolid, ha vivido en Atlanta, Madrid, Jávea, Andorra... Con 21 años, usted sí, un ciudadano del mundo.
—Se podría decir que sí. He tenido la suerte de vivir en muchos sitios y ahora al competir, viajar por todo el mundo. De Atlanta no tengo recuerdos, volvimos a España cuando tenía cinco años. Gracias a eso tengo un buen nivel de inglés. Y te ha faltado decir Italia, casi un año viví en Bérgamo, cuando corría en Colpack. Un mix bastante curioso.
—¿Qué obtiene de esa vida siempre con la maleta?
—Estar en contacto con diferentes culturas, tanto en mi vida como en el equipo, que tiene gente de muchas nacionalidades, te hace salir de la zona de confort y la convivencia más fácil. Conocer nuevos sitios, nueva gente, te hace aprender y mejorar.
—Las personas que le conocen hablan de su fuerza mental, su cabeza, no parece ciclista... ¿Se siente así?
—Siempre he tenido esa perseverancia y disciplina. La lesión que viví el año pasado me ha hecho tener más fe, más ganas. Hay días que agradezco haberlo pasado tan mal porque valoro todo mucho más.
—¿Le quedan secuelas de esa lesión (dolor en un nervio del tobillo que le impedía pedalear)?
—Bueno, mentiría si dijera que se me ha ido totalmente. Está controlado. No afecta a mi rendimiento, pero hay días que voy cojo caminando. Pero en la bici no me ha limitado ningún día, ni correr ni entrenar.
—Antes había ciclistas por necesidad económica, por hambre incluso. Ahora provienen del bienestar. ¿Son ustedes más cómodos?
—No creo. La realidad es la que tú dices, quedan pocos que provengan de la necesidad. Es un trabajo bien remunerado y la gente, lógico, aspira a ello. Yo no lo veo como un trabajo, sino como un sueño, una pasión. Como yo hay muchos ciclistas jóvenes. No venimos de la necesidad, sino de las ganas de ser ciclistas.
—¿Han sustituido el aprendizaje en la carretera, la cocción, por la tecnología que les ofrece todo?
—Todo se mide, sí, tenemos todas las herramientas desde juveniles y cadetes. Pero solo en el pelotón se aprende a saber correr. Y solo se consigue con tiempo. Yo era de los autodidactas, probaba esto o lo otro, nueva tecnología, pero el pelotón es lo mejor.
—¿De dónde esa ambición total que demuestra?
—Es innata, de pequeño quería ganar a todo, me lo tomaba a mal si perdía, me pillaba rabietas, me picaba... Pero ahora pierdo más que gano y ya no me enfado tanto. Sacrifico mi vida entera por dar lo mejor. La ambición es ser el mejor, lo conseguiré o no.
—Tendrá que empezar por ser el mejor ciclista español...
—Quiero ser el mejor del mundo, al margen de nacionalidades. Si gana un español, me alegro, no es que yo quiera todo el foco sobre mí.
—¿Con quién se educó?
—Yo crecí con los triunfos de Froome y Contador. Coincidí con Froome en mi primera Vuelta y le dije el honor que era para mí correr con él, que le admiraba. Se puso muy contento.
—¿No le da rabia coincidir generacionalmente con Evenepoel, Pogacar, Van Aert, Van der Poel, que no dejan ni las migajas?
—Para nada. Soy un afortunado por competir con ellos. Eso hace que me quiera esforzar más, mejorar. Si los consigo ganar, mis victorias tendrán más valor. Es un orgullo competir contra estas estrellas.
—¿Qué tiene que mejorar?
—Buff. Mucho, mucho... Cada día me conozco más a mí mismo y tomo decisiones diferentes. Si llegas al 100 %, es más difícil rascar y obtener ganancias. Puedo ir más veces al túnel del viento, pesar más la comida, comer mejor, entrenar más o mejor, ajustar las sesiones a mis objetivos más que entrenar más, mejorar en técnicas de recuperación. La idea es progresar, no quedarme en el sitio donde estoy.
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—En categorías inferiores ganaba todo. ¿Cómo maneja ese tránsito de llegar a profesional y no poder hacer lo mismo?
—Es un paso lógico. Si hubiese pensado que iba a seguir ganando lo mismo que en juveniles, tendría un problema. Siempre me exijo dar un nivel muy alto. En 2022 hubo momentos duros, de no rendir, no acabar carreras, y es complicado. Te hace recapacitar. Siempre pienso en ganar, pero cuanto más voy viviendo me doy cuenta de que el proceso es lo importante. Tengo que disfrutar de las carreras, gane o no.
—Estamos hablando de salud mental...
—Exacto. Lo que a mucha gente le pueden resultar sacrificios horribles por ser ciclista, a mí me producen satisfacción. La dieta, privarte de comer, los entrenamientos de cinco horas, no puedes más y te preguntas qué hago aquí, me genera satisfacción. Le da sentido a todo.
—Ha pedido debutar en el Tour, ¿qué vivencias tiene en esta carrera?
—Durante dos o tres veranos fui con mi familia a los Pirineos y los Alpes, no en caravana, sino en apartamentos. Me compraba los maillots, el amarillo, la montaña, y me quedaban grandes porque no había de mi talla. Ahora luchar por esos maillots será un sueño.
—¿Qué espera?
—Es un buen año para probar, siento que puedo dar pasos hacia adelante. Solo correr el Tour será emotivo. La carrera es muy dura, dos cronos, esterrato, pueden pasar muchas cosas. Pogacar es el líder del equipo, el número uno, pero ya se vio el año pasado que podemos jugar diferentes bazas (Adam Yates fue tercero). Si gano una etapa, sería una emoción enorme. Siento una envidia sana por Carlos (Rodríguez), que hemos vivido mucho juntos. Soy todo motivación.
—Pogacar correrá el Giro. ¿Está preparado para ser el líder del UAE si el esloveno falla en el Tour?
—Si sale esta oportunidad, no renunciaré. Voy a prepararme para estar en la mejor condición y aprovechar todas las ocasiones, sea cual sea la circunstancia de carrera.
—¿Le pesa la herencia del ciclismo español, que necesita una figura?
—No me pesa. Hemos tenido leyendas de nuestro deporte, me hicieron soñar con éxitos. Es una motivación más que la gente pueda pensar que puedo ser como Contador o Valverde. Más que un peso, es una ilusión. Nos han dejado un papel difícil. Un hueco difícil de rellenar. A Carlos, a Arrieta, a mí nos quedan un par de años para ver dónde podemos llegar. Lo veo prometedor. España es una de las canteras con mejor futuro.
—¿Qué es lo mejor y lo peor de ser ciclista?
—Lo mejor, todo en general. Vivir de una pasión, de un sueño. No lo siento como un trabajo. Esto me llena. Lo peor, los días que estás fuera de casa. Este año serán cuatro o cinco meses, entre concentraciones, carreras, Tour y demás. Estar lejos de la familia y los seres queridos es lo peor.
—Su padre le impuso estudiar antes que ser ciclista. ¿Cómo va el trato?
—Me dijo que si yo dejaba los estudios, él me dejaba de apoyar con la bici. Estaba preparado para ir a la universidad, pero todo fue muy rápido, mejor de lo que pensábamos. Fui profesional al terminar Bachillerato y me gustaría empezar Finanzas. Mi padre fue economista, mi hermana estudió Matemáticas y trabaja en un banco en Londres. En casa se respiraban números. Yo lo he pasado a mi ámbito, para analizar datos y carreras.
—Al margen del tema fiscal obvio, ¿por qué todos los ciclistas viven en Andorra?
—Aparte de lo obvio, es un lugar fantástico para entrenar y vivir. Estamos en altura, hay vida en la ciudad, tienes de todo, puedes socializar. Sierra Nevada, Sestriere, Livigno son sitios pequeños. Andorra no te hace sentir que estás perdido en la nada.
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