Pogacar asalta el maillot amarillo en un zarpazo

Van Aert se siente como el colegial que es el alma de los recreos, todos le quieren en su equipo tal es la pujanza y superioridad que demuestra. El belga con el casco Red Bull, que venció el año pasado en el Mont Ventoux, en la contrarreloj y en el esprint de los Campos Elíseos, se envalentona con otra proeza.

Después de soltar un latigazo letal en una cota de cuarta y ganar la etapa de Calais, de salvar el Tour que su compañero Vingegaard perdía en los adoquines con una cabalgada espectacular, este jueves se lanza a la aventura incomprensible: 130 kilómetros en escapada, desde el principio y casi hasta el final de la jornada en compañía de Fulgsang y Simmons.

Tal vez por el propósito de dañar y mermar al equipo de Pogacar, el Emiratos, tal vez para exhibir su fortaleza o porque las tácticas en el ciclismo son libres y cada cual hace lo que le parece, Van Aert consume kilómetros y gasta energías.

La fuga no va a ningún sitio porque el pelotón se organiza en torno al Alpecin (pese a que el Giro ha desfondado a Van der Poel) y al Emiratos, y Van Aert es atrapado a 11 kilómetros de la meta. Dos cimas en un par de kilómetros de cuesta anticipan una nueva pelea.

Nada superlativo sucede en ambas y en la recta de meta, otra rampa, Roglic trata de hacer valer la potencia que tantas veces mostró en la Vuelta a España. El tirón del esloveno tiene una réplica superior, tan potente que deja en nada el latigazo del líder del Jumbo. Pogacar arranca como un avión, saca varios cuerpos al especialista Matthews y se adjudica su primera etapa en el Tour 2022. Ya está aquí con el amarillo, tal vez hasta el final en París.