Ciclismo
Pogacar dinamita la caza del amarillo
El bicampeón esloveno suelta a Vingegaard con un potente ataque en el último kilómetro en el Grand Colombier, corona tercero el histórico puerto alpino y recorta ocho segundos al líder danés
Kwiatkowski vence en solitario; el Ineos inglés, como el año pasado en la exhibición de Pidcock en el Alpe d´Huez, vuelve a ganar en el día nacional francés
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Iniciar sesiónLa tranquilidad reina en un día señalado en el calendario desde el inicio de la carrera franca. La etapa unipuerto, corta, imponente, avanza sin sobresaltos hacia el horror del histórico Grand Colombier que preside las montañas del Jura, pero son tan ilusionantes las expectativas ... que el personal aguanta paciente. A esto le ha acostumbrado esta prodigiosa generación de ciclistas. La sobremesa sucede al mediodía y el grupo de fugados comienza a escalar el calvario. Nadie cree en ellos porque todos esperan que Pogacar ataque en el ecuador de la ascensión y, como en 2020, cuando tumbó a su compatriota Roglic, el esloveno vuelva a tiranizar un puerto que se ajusta a la perfección a su infinita calidad. Sin embargo, el tiempo pasa, el UAE tira del pelotón con un Marc Soler estoico en cabeza e, inesperadamente, ningún favorito desenvaina su daga. Esa escapada que nunca soñó con el triunfo observa, miedosa y sorprendida, que puede ser mucho más que humo.
Entretanto, un polaco sin opciones para la general prueba fortuna. Es campeón del mundo, tiene una Milán - San Remo, un palmarés dilatado y brillante en definitiva, y sabe lo que es ganar en el Tour de Francia. Se llama Michal Kwiatkowski y va a acabar con la esperanza de unos pocos valientes. El treintañero destroza a Shaw, Van Gils y Tejada en el tramo más amargo de la ascensión, un mar de gente disfrazada amaina su esfuerzo, le gritan al oído, aplauden su espalda, las bengalas tiñen de azul una gesta que vislumbra su fin y, con una enorme sonrisa dibujada en sus labios, corona uno de los lugares sagrados del ciclismo. Un año después de la exhibición de Thomas Pidcock en el Alpe d´Huez, el equipo inglés Ineos vuelve a vencer en el día de la Fiesta nacional de Francia.
Mientras los británicos aúpan a hombros su repentino héroe polaco, solo unos metros por debajo, Soler combustiona tras un formidable trabajo. Majka coge su relevo; el ataque de Pogacar es inminente. Vingegaard abraza la rueda de la única persona que puede arrebatarle su segundo Tour consecutivo, sabe temeroso el danés que el golpe va a llegar, pero sufre al no saber cuando. Un kilómetro resta al grupo de favoritos para trepar la cima del Grand Colombier, aunque no es Pogacar quien arranca primero. Lo hace su compañero en el UAE Adam Yates, quien desea desestabilizar al Jumbo y acercarse a ese podio que tanto ansia el inglés. Le sigue el gigante balcánico y decide aprovechar la rueda de su gregario para apostar por su única puñalada del día. Es rápida, profunda, sobrecogedora. Vingegaard intenta agarrarse a un tren en movimiento, pero inevitablemente falla en su empresa. El bicampeón con aires de leyenda le recorta ocho segundos en meta (cuatro naturales y otros cuatro de bonificación por ser tercero) y reduce la distancia a solo nueve. Pogacar no aguanta un día más vestido de blanco. La caza por la licra amarilla ha comenzado.
Hundimiento francés
El 14 de julio rememora la toma de la Bastilla, la fecha insignia de una nación milenaria como Francia. Es, por tanto, el día de fiesta y gozo por antonomasia en un Tour que siempre ofrenda a la jornada de la toma de la Bastilla con una bella etapa de alta montaña. El corredor galo tiene la obligación moral de luchar la victoria parcial; en cambio, en los primeros instantes de la única subida de la tarde, la ilusión muere. El romántico Pinot, un escalador que desearía tener mas victorias y menos fama, se descuelga pronto del grupo de favoritos; también lo hace el campeón de Francia Valentin Madouas, el filósofo del Cofidis, Guillaume Martin, Romain Bardet... Incluso el bretón David Gaudu, noveno en la general, cruza la meta casi siete minutos después que Kwiatkowski. El drama es superlativo.
Carlos Rodríguez se agarra a la cuarta plaza
Cerca de las miradas que apuntan hacia el binomio Pogacar-Vingegaard, con pedalada constante, escala el granadino Carlos Rodríguez. El del Ineos desea aguantar con los mejores en su primer Tour y, si Jay Hindley falla, por qué no, asaltar el podio. Sin embargo, el oceánico del Bora no desfallece.
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Ángel Luis MenéndezEn 1991, días antes de que el ciclista navarro ganara su primer Tour, L'Equipe publicó una polémica entrevista
En contraposición, la estocada de Adam Yates sí hiere al de Almuñecar. Pero cuando peor cara demuestra, el joven aprieta los dientes, se agarra al manillar y logra mantener la cuarta plaza en la víspera de dos etapas suicidas. Antes que él culmina su compañero Pidcock, un talento incipiente de Leeds que anhela el liderato del equipo más grande de su país. El que pierde su lugar entre los cinco primeros es Pello Bilbao, quien acaba exhausto junto a Gaudu y el diesel sudafricano Louis Meintjes.
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