Ciclismo
Pogacar incendia un Tour histórico
Tour de Francia
El prodigioso corredor esloveno sobrevive a Vingegaard en la infinita ascensión al Tourmalet, le destroza en Cauterets en un ataque soberbio y vence en solitario
Guillaume Martin, el filósofo del Tour de Francia
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Iniciar sesiónEl Jumbo Visma es consciente de que el Tour ni ha llegado a los Alpes, pero está decidido a herir de muerte a Tadej Pogacar. Poco le importa que sea pronto: es tal calidad y la variedad de los complementos a su líder, ... y la euforia de este en la alta montaña, que se agarra a una oportunidad irrechazable para vestir a Vingegaard de amarillo en el último día pirenaico, pasearlo como un trofeo por media orografía francesa y subirlo de nuevo al escalón más alto de París. Es pronto, sí, y quizá sea una empresa terriblemente ambiciosa, pero la etapa seis pasa por un lugar tan violento, bello y tradicional como el Tourmalet. Y qué sería de este deporte sin ofrendas a sus santos.
El plan parece cumplir cada renglón de lo estipulado. Jonas Vingegaard, con unas piernas soberbias, prohibitivas, y una confianza infinita después de reventar al bicampeón balcánico en las paredes del Marie Blanque el mediodía anterior, escala el coloso con rostro sereno al rebufo del agónico Kuss. Por delante pedalea un soberbio Wout van Aert en otra emocionante escapada mientras espera un aviso al auricular para dejar a un lado su grandeza individual y acudir al auxilio del nórdico. El engranaje del colectivo neerlandés funciona perfecto, tranquilo, entre el caos de un pelotón molido a palos por las inacabables rampas del Tourmalet. Ya ha caído el líder Jay Hindley, que se agarra al manillar con el único objetivo de sobrevivir; ya se ha demostrado que los dogmas del landismo están en vías de desaparición.
A cuatro kilómetros del fin del puerto, Vingegaard decide poner en marcha la fase más importante de lo programado por su equipo. Ataca feroz a un Pogacar con cara de funeral (quién puede saber si es fingida), pero esta vez, el esloveno absorbe con entereza un golpe que podía decidir un Tour y sigue la rueda de un nórdico motorizado. Juntos vuelan por encima de Gorka Izaguirre, que les mira sorprendido por su ritmo abusivo, y recogen la rueda de Van Aert para alcanzar con una facilidad insultante a la cabeza de carrera.
El maillot blanco coge aire en la infinita bajada del Tourmalet y comienza a planear su resarcimiento. Es un chico que no concibe la palabra especular, pero parece estar contra las cuerdas ante el ritmo inhumano de Vingegaard en las primeras rampas de Cauterets, último puerto del calvario. Sin embargo, cuando el personal esperaba, si acaso, una arrancada definitiva del vigente campeón, Pogacar, como si un héroe del cine clásico fuera, devuelve el derechazo y destroza al actual campeón a dos kilómetros y medio de meta con un ataque inolvidable. El líder del UAE vuelve a atraer a la historia, vence en solitario en el último día de la carrera gala por los Pirineos y recorta medio minuto al nuevo líder de la carrera; un nórdico que, tras la combustión de Hindley, se viste de amarillo con el miedo en el cuerpo. Solo han pasado seis días desde que esta novela de caballerías comenzara en Bilbao, pero la amplia amalgama de cuentos que ya suma, muchos más que en un puñado de ediciones completas, la están convirtiendo en imperecedera.
Hindley se reivindica en los Pirineos
Iván MartínEl ganador del Giro de Italia del año pasado vence en solitario en la primera etapa de alta montaña de este Tour y se viste de amarillo
25 segundos separan a estos talentos irrepetibles que, después de dos días de llanura y tregua, volverán a herirse el domingo, en el volcán de Puy-de-Dôme. El Tour ya es cosa de dos. Quizá siempre lo fue.
Carlos Rodríguez es de acero
Mientras Pogacar vuelca una botella de San Pellegrino sobre su garganta como si un rescatado en el desierto fuera y se abraza con los suyos celebrando la consecución de su enésima exhibición, un irregular goteo de corredores culminan la ascensión a Cauterets-Cambasque. Llega Vingegaard exhausto; poco después lo hacen los otrora escapados Johannessen, Guerreiro y Shaw; y en el grupo del derrotado Hindley está, pletórico, Carlos Rodríguez. El jovencísimo corredor de Almuñécar es séptimo en una tarde donde no muestra un atisbo de debilidad, se ha ganado a pulso ser el líder del Ineos en su primera experiencia en Francia y ya regenta la quinta posición de la clasificación general. Su techo en este mes de julio es una incógnita realmente ilusionante.
Mucho después cruza la meta Van Aert, cuya emotiva etapa levantó del sofá al espectador. El belga no puede ser más ofensivo, más incisivo, más polivalente. En plena subida al último repecho del día, al servicio de Vingegaard, quemó sus pilas y tuvo que ser empujado por un espectador para mantener el equilibrio; aunque, resultados aparte, Wout no puede hacer más por el bien del espectáculo en este ciclismo renacentista.
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