giro de italia
Los ciclistas imponen su ley ante el peligro y el caos de las caídas
Los corredores detuvieron la sexta etapa durante quince minutos por la caída masiva en la lluvia que afectó a primeros espadas
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Un chirrido inevitable golpea al ciclismo desde el principio de los tiempos. Las caídas. Por mucha seguridad, vanguardia tecnológica e ingenio que se pueda desarrollar, nada puede evitar que un ciclista se estrelle en el asfalto. No hay protección posible. La bici es invisible en ... un accidente y solo el cuerpo amortigua un golpe. En la sexta etapa del Giro, los corredores impusieron su ley ante el peligro. Detuvieron la carrera después de una caída masiva que afectó a primeros espadas, al líder, a nombres potentes, y negociaron la tregua de tiempos con la organización.
Es el nuevo orden en la élite del deporte. Otras especialidades se protegen de la lluvia, paralizan carreras de F1, de MotoGP, o cubren techos en Roland Garros o donde sea para evitar que el único elemento incontrolable para el hombre, la naturaleza, la lluvia, dañe el chasis de los atletas o estropee el espectáculo.
Esta vez los ciclistas no quisieron ser monos de la feria, el viejo ciclismo tradicional donde todo vale y se acometen auténticas burradas en nombre de la épica. Se cayeron 18 corredores en Nola y los corredores pidieron árnica al organizador.
La caída masiva en el pelotón que ha obligado a neutralizar la sexta etapa.#GirodItalia pic.twitter.com/bDeQhx6SSb
— Eurosport.es (@Eurosport_ES) May 15, 2025
Se estrellaron el líder Pedersen, dos ganadores del Giro (Hindley y Carapaz), Adam Yates (podio en el Tour), Daniel Felipe Martínez (podio en el Giro), vencedores de etapa (Fulgsang, Fortunato) y velocistas con perspetiva de éxito, Magnier. Sin llegar a tanto, pero casi un espejo de la caída del País Vasco que afectó a Roglic, Evenepoel y Vingegaard.
El resultado fueron un sinfín de magulladuras, heridas y abrasiones, y tres abandonos, incluido Hindley, el principal escudero de Roglic para la montaña. Del accidente de Nola salió un pelotón escaldado, pero no resignado como otras veces. Abanderado por Roglic, portavoz para la ocasión, los ciclistas reclamaron algún tipo de protección porque la lluvia fina había hecho estragos y el pronóstico era de agua en la meta de la siempre caótica Nápoles, allí donde los automovilistas conducen por las aceras.
Después de quince minutos de parón y negociación entre los ciclistas y los organizadores, el Giro decidió marcar los tiempos de la etapa en el kilómetro de la caída y continuar la marcha con la disputa normal de la victoria al esprint.
«La etapa podía perjudicar seriamente el resultado final del Giro», explicó el director de la carrera rosa, Mauro Vegni. Poco más que decir, cuando el promotor del espectáculo comprueba cómo se derrumba la carpa. El australiano Kaden Groves dictó sentencia con su primer triunfo al esprint.
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