Tiro con Arco
Beatriz Gómez Hermosilla, flechas contra el fraude
Compagina su labor como inspectora jefe en la Unidad Central de Ciberdelincuencia con la pasión por el arco y su ilusión intacta por acudir a unos Juegos Olímpicos
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Iniciar sesiónBeatriz Gómez Hermosilla (Guadalajara, 1985) es inspectora jefa de la Brigada de Fraude Informático en la Unidad Central de Ciberdelincuencia. Pero su vida no se limita a su placa. También es campeona de España de tiro con arco en la modalidad de campo, madre ... de dos hijos y una mujer que ha vuelto a activar un objetivo que parecía pospuesto para siempre: acudir a unos Juegos Olímpicos.
Su historia con el deporte no comienza con planificación ni vocación precoz, sino con un golpe de azar. «Vivía cerca de un club de tiro con arco sin saberlo. Un día, paseando con unas amigas, vi a una persona tirando en un campo de fútbol. Me acerqué. Me invitaron a probar. Y me quedé». Tenía trece años. Lo que encontró allí no fue solo una disciplina, sino una forma de vida. «Es un deporte que implica una superación constante. Cada día es distinto. Intentas que todas las flechas vayan al mismo sitio, y eso no es nada fácil».
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En Castilla-La Mancha, donde creció, la participación femenina era baja. Eso le permitió destacar rápidamente. Poco después de iniciarse, ya competía. A los dieciséis años ganó su primer campeonato de España absoluto. Esa victoria marcaría su futuro: la invitaron a trasladarse al Centro de Alto Rendimiento de Madrid, a la residencia Joaquín Blume. «Fue una etapa importante. Llevaba una vida ordenada: estudiar y entrenar. El ambiente era sano. Compartíamos tiempo libre jugando a las cartas o charlando. Y allí coincidí con grandes deportistas que luego han sido referentes en España». En su promoción estaba, por ejemplo, Saúl Craviotto, que comparte con ella la profesión de policía. «También estaban Chema Martínez, los hermanos Carballo, Almudena Cid… Muchos deportistas que luego han despuntado».
Pasó varios años en el CAR de Madrid, donde coincidió con Saúl Craviotto, Chema Martínez y Almudena Cid, entre otros
Estudió periodismo, aunque la elección estuvo más ligada a la compatibilidad que a una vocación firme. «Me gustaba leer y escribir, se me daba bien. Sabía que necesitaba algo manejable porque seguía compitiendo. No podía permitirme una carrera que exigiera memorizar mucho o invertir demasiadas horas de estudio».
Pero mientras cursaba la carrera, surgió algo inesperado: una atracción persistente hacia la Policía. «Veía un coche patrulla y sentía un pálpito. Me llamaba muchísimo la atención». Aunque tenía antecedentes familiares -su abuelo fue comisario, su tío también fue policía-, nadie la había empujado en esa dirección. Fue una decisión propia. Y radical.
Decidió opositar. A pesar de su pasado en el alto rendimiento, admite que físicamente estaba lejos de lo que se requería. «No se me daba bien correr ni hacer ejercicios de fuerza. Tuve que empezar desde cero». Se trasladó a Ávila, donde preparó la oposición junto a la Escuela Nacional de Policía. En un año aprobó la escala básica; en dos, la ejecutiva. Durante el curso de básica, estudiaba la ejecutiva por las tardes. «Era mi rutina habitual: exigente, pero familiar. Entrenar y estudiar era lo que había hecho toda la vida».
Durante ese periodo, el tiro quedó en pausa. No del todo: nunca dejó de pagar la licencia federativa, ni su cuota de club. «Sabía que volvería. Quería seguir sintiéndome parte, aunque no compitiera». Y cumplió. En cuanto terminó su formación como inspectora, volvió a coger el arco y se clasificó para el equipo nacional. «Iba a clase por la mañana y por la tarde entrenaba y competía. Fue una etapa intensa, pero muy gratificante».
Después, al asumir su primer destino, volvió a aparcar el deporte. «Tenía que viajar constantemente y trabajar muchas horas fuera de casa. No era compatible». Luego llegó la maternidad. El tiempo volvió a fragmentarse. Pero el arco siempre estuvo ahí.
Hoy, Beatriz es una figura clave en la lucha contra el fraude digital. Como inspectora jefa, coordina dos grupos que investigan delitos relacionados con tarjetas bancarias, criptomonedas, transferencias fraudulentas o medios de pago online. «Al ser unidad central, llevamos casos complejos, con muchas víctimas y alto impacto económico. Es un trabajo muy operativo y muy variado. Tocas muchas ramas del crimen organizado».
En ese terreno, el cambio ha sido vertiginoso. «Esto evoluciona cada día. No puedes permitirte dejar de formarte. Estamos en contacto con otras policías, con empresas de ciberseguridad, con foros internacionales. Aprendemos con cada investigación, porque el delincuente tiene 24 horas al día para innovar. Nosotros vamos detrás, tratando de entender cómo lo hacen». En su campo profesional también cosecha medallas. Es el único agente español de los cuerpos y fuerzas de seguridad condecorado por el Servicio Secreto de los Estados Unidos.
A todo esto, Beatriz ha sumado su regreso a la competición. Pero esta vez no en precisión olímpica, sino en tiro de campo. «Después de seis años sin competir, me apetecía probar algo nuevo. Y me encantó. Caminas por el bosque con el arco, la mochila, el sándwich. Es como una pequeña aventura». En sus dos primeros grandes premios consiguió la plata. Después ganó el Campeonato de España. Todo sin apenas entrenar. «Me da hasta pudor decirlo, pero ahora mismo casi no entreno. Voy de competición en competición. Es lo que me mantiene».
Pese a todo, no descarta volver también a la modalidad olímpica, un esfuerzo que asume gracias a que cuenta con el apoyo de dos patrocinadores: Armora y Kripteria. De hecho, quiere presentarse a los clasificatorios del equipo nacional. «Es una espinita que tengo clavada. No sé si podré quitármela. Pero no tengo prisa. El tiro con arco no tiene edad. He visto campeones olímpicos con más de cincuenta años».
La maternidad, el trabajo, el tiempo, la logística. Todo parece jugar en contra. Pero ella no dramatiza. «No me planteo los problemas antes de que lleguen. Cuando llegan, busco la manera de solucionarlos». La misma lección de vida que utiliza en su día a día en la Policía. Porque el deporte, dice, le enseñó a avanzar sin certezas. «Una oposición no la gana el más listo, sino el más constante. Yo no me considero una persona muy inteligente. Me considero muy constante y ambiciosa. En el deporte entrenas para algo que a lo mejor no llega, pero sigues cada día».
Ese mismo rigor lo ha aplicado a su trabajo policial. «Me gusta ser minuciosa. Me gusta el rigor. Y eso lo he aprendido del deporte. En la alta competición no puedes permitirte desviarte. Hay que ser precisa, igual que en una investigación».
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