Baloncesto
Una maldición persigue al Estudiantes: «Yo me voy, demasiado sufrimiento»
El conjunto madrileño, un histórico de nuestro baloncesto, fracasó por tercera vez consecutiva en la empresa de volver a la ACB
El Lleida vuelve a la ACB tras arrasar al Estudiantes
Madrid
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Iniciar sesiónParece que al Estudiantes lo ha mirado un tuerto o ha enfadado a una bruja. Solo así se explica el turbulento camino que ha seguido el histórico conjunto madrileño en los últimos años, una maldición que decidió ampliar su estancia un año más el pasado ... domingo, cuando los colegiales fracasaron por tercera vez consecutiva en su objetivo de volver a la ACB. Tras una buena semifinal ante el Tizona Burgos, el equipo naufragó por todo lo alto en la final de la fase de ascenso contra el Força Lleida, que incluso llegó al descanso con una ventaja de 31 puntos. Los catalanes celebraron con euforia que, tras 19 temporadas, volvían a la élite del baloncesto. En cambio, el Estudiantes volvió a bajar la cabeza con resignación.
El cabreo de su fiel afición, 'La demencia', era evidente tras el decisivo encuentro. Algunos ni quisieron esperar al pitido final. «Yo me voy ya, demasiado sufrimiento», comentaba un veterano seguidor en el tercer cuarto. Como siempre, la movilización para la cita había sido contundente, pero el equipo no siguió su estela. Si hace dos campañas, cuando el conjunto perdió en la final contra el Girona de Marc Gasol en su propio pabellón se aceptó la derrota, en esta ocasión, como hace un año, la decepción ha sido absoluta.
«La verdad es que no quiero valorar el partido. Lo que sí que quiero decir es que sé que hoy hay mucha gente que se queda muy dolida, cientos o miles de personas. En el vestuario hay 12 tíos llorando, pidiéndose disculpas entre ellos y entre nosotros. Esa es la realidad», aseguró el entrenador colegial Pedro Rivero. Una situación complicada de gestionar, pues son ya muchos los palos que ha recibido el escudo en los últimos años, concretamente desde aquel aciago mes de enero de 2021, cuando la borrasca 'Filomena' hizo acto de presencia en la capital española.
Como el título de la canción de los Doors, eran 'días extraños' en Madrid por aquellas fechas. El Covid aún campaba a sus anchas, las mascarillas eran de uso obligatorio y el fenómeno meteorológico dejó congelada la ciudad de un plumazo. Fueron muchos los desperfectos que causó, pero una de las bajas más importantes fue la 'Nevera', el mítico campo de entrenamiento de la cantera del Estudiantes, que vio cómo su techo se desplomaba por el peso de la nieve. El daño fue tal que el pabellón acabó siendo demolido y, tras mucha insistencia del club, el Ayuntamiento de Madrid invirtió más de cuatro millones de euros para reconstruirlo, aunque todavía no hay una fecha definitiva para su reapertura.
Pero los daños no solo fueron estructurales. Poco después del incidente, la plantilla colegial perdió a numerosos miembros por un brote de coronavirus en el vestuario. Entre el parón navideño, la ventisca y los aplazamientos por la enfermedad, el grupo estuvo 36 días sin disputar un encuentro oficial y, cuando volvió a las canchas, la inactividad le pasó factura y se hundió en la clasificación tras sumar nueve derrotas consecutivas. Sin embargo, la peor de las noticias fue que el italiano Alessandro Gentile, uno de sus mejores jugadores, fue baja hasta el final de campaña, pues el Covid permaneció en su cuerpo durante más de tres meses, con mareos y dolores de cabeza recurrentes.
Estas circunstancias lo llevaron a un destino que parecía inevitable, el primer descenso de su historia. En la última jornada una victoria del Bilbao ante el Joventut les condenó a la LEB Oro, y los despachos, como ya había ocurrido en 2012 y 2016, no les salvaron esta vez. Además, el Estudiantes abandonaba el selecto club que compartía con el Real Madrid y el Joventut, los únicos tres equipos que siempre habían competido en ACB desde su creación en 1957.
Han sido tres años duros, con muchos giros de guion y decisiones toscas por parte de la dirección deportiva, que ha ido poniendo y quitando nombres muchas veces sin ton ni son. Algunas bajas eran obligadas, como el despido en marzo del astro venezolano Michael Carrera, que colmó la paciencia del club con sus protestas a los árbitros y su mala relación con Rivero. Pero el peor castigo se dio la campaña pasada, donde además de no conseguir el ascenso, el equipo tuvo que celebrar su 75 aniversario en la LEB Oro. Un mal fario, casi una maldición que, como mínimo, seguirá en la campaña 2024-25.
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