Jokic saca a los Denver Nuggets del cero

El mejor ejemplo de su filosofía es Nikola Jokic que, una vez más, se mostró imparable en el momento decisivo. El balcánico sumó 28 puntos, 16 rebotes y cuatro asistencias para decantar el Larry O'Brien para los suyos. Abre un debate el de Sombor sobre los europeos en la NBA. Sus dos MVP de la temporada regular, sus monstruosos números en el camino hacia el campeonato (30 puntos, 13,5 rebotes y 9,5 asistencias) y su recién adquirida corona lo colocan al menos en el podio de extraterrestres del Viejo Continente junto al alemán Dirk Nowitzki (campeón con los Mavericks en 2011) y el griego Giannis Antetokounmpo (en 2021). Los debates son solo material para tapar los silencios en las charlas entre amigos, pero cada vez que surja el de quién es el mejor europeo de la historia de la competición, alguien levantará la mano y dirá «Nikola Jokic».

No por muchas veces contada la historia del serbio debe convertirse en polvo. Sí, era un niño con obesidad que consumía hasta tres litros y medio de Coca-Cola al día y que en secundaria no podía ni hacer una flexión. También lo rechazó el Barcelona en 2014 porque dudaba de su voluptuoso físico para la élite europea. De hecho, solo su actual agente, Misko Raznatovic, vio algo diferente en él. El que es ahora uno de los hombres más poderosos del baloncesto, cuando su imperio era menor, compraba a dario un boletín donde venían las estadísticas de todos los partidos de la liga serbia. Encontró un patrón de alto potencial en un pívot de 2,11 que jugaba en un pequeño equipo (Mega Vizura) y en las categorías inferiores de la selección, pero que en cada encuentro superaba la treintena de puntos o rebotes con una regularidad pasmosa. Bajo su manto, se presentó al draft de la NBA, y es aquí cuando ocurre la más genial de las anécdotas de su rocambolesca historia.

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Los mejores jugadores de cada generación gozan de todo un bautismo de oro cuando son elegidos por las franquicias en la noche del Draft. Atuendos de lujo, abrazos y lágrimas con familiares, foto con el jefazo Adam Silver e incluso entrevista emitida a nivel nacional. Sin embargo, pasaban las rondas y Jokic no salía elegido. La diferencia horaria entre Estados Unidos y Serbia hizo que el futuro rey de la NBA se fuese a dormir (no había acudido a la gala) y, cuando al fin los Denver Nuggets se decantaron por él, la televisión había pasado a un bloque publicitario. Mientras en un pequeño rótulo en la parte inferior de las pantallas de todo un país aparecía «Los Denver Nuggets eligen al serbio Nikola Jokic en la posición 41», un anuncio de deliciosos burritos de un restaurante mexicano era lo que se llevaba todo el protagonismo. Hoy, todo el planeta conoce, respeta y admira su nombre.

Más allá de la alegría que ha traído la temporada número 76 de la historia de la NBA a Jokic y sus compinches (Murray, Porter Jr. y Gordon), deja en diez, de las 30 franquicias que componen la liga, las que aún no gozan de la gloria: Phoenix Suns, Utah Jazz, Orlando Magic, Brooklyn Nets, Indiana Pacers, Charlotte Hornets, Los Angeles Clippers, Memphis Grizzlies, Minnesota Timberwolves y New Orleans Pelicans (los Oklahoma City Thunder la alcanzaron cuando eran los Seattle Supersonics). Además, y en un halago a la NBA como competición, en las últimas temporadas ha sido cada vez más frecuente ver cómo los menos habituales le arrebataban el trono a las franquicias históricas. En 2019 estrenaron vitrina los Toronto Raptors, en 2016 los Cleveland Cavaliers de LeBron James y en 2011 los Dallas Mavericks; tres nuevos campeones en 12 años tras décadas de dominio de las grandes franquicias como los Lakers, los Celtics, los Bulls o los Spurs.