Jon Rahm durante un torneo en La Jolla (California) AFP

Jon Rahm cerró su año 2022 en el PGA Tour el pasado domingo y es hora de hacer balance. Para el jugador, evidentemente, la temporada ha sido muy buena. «A ver quién me puede decir que con un triunfo y ocho ... top 10 he tenido un mal año», repetía antes de la CJ Cup de Carolina del Sur, la competición con la que este fin de semana se despedía de la acción oficial en el PGA Tour hasta 2023. Luego, merced a un gran torneo en el que batió el récord del campo con 62 golpes. Durante la última ronda llegó a asomarse al liderato, pero se encontró con un Rory McIlroy imparable hacia el triunfo y el primer puesto del ranking mundial y el español tuvo que conformarse con la cuarta plaza final. De manera que sus cifras globales se incrementaron hasta una victoria y nueve top 10 en EE.UU. y a dos y once si se suman sus logros europeos.

Para cualquier jugador estas cifras serían de ensueño; mas para quien en enero era el número uno del mundo y arrastraba un 'major' y 15 puestos de honor de los meses anteriores, la cosecha puede parecer escasa. De ahí que se le exija cada vez más y que para los aficionados no haya sido una temporada redonda.

Lo primero que cabe preguntarse es si su nivel de juego ha sido inferior al de la temporada pasada o si en su menor rendimiento han influido otros factores personales o técnicos. Hasta febrero, Jon era el hombre implacable de siempre, empoderado en lo más alto del escalafón y con opciones de triunfo cada domingo. Sin embargo, de repente sus habilidades se disiparon y (salvo el paréntesis de su éxito en México , el torneo previo al Masters) su caída fue difícil de frenar. El 'putter' dejó de funcionarle, paró de jugar por la llegada de su segundo retoño, Eneko, y en los grandes del verano no terminó de rendir. De ahí que tuviera que replantearse las cosas y meterse en el laboratorio para solucionarlas: trabajando en solitario y con el apoyo de los suyos.

Afortunadamente, las sesiones de trabajo surtieron efecto y en cuanto volvió a su querida Europa todo cambió. En Wentworth acabó segundo con una última ronda de 62, la misma cifra que firmó en Madrid un mes después para ganar y la pasada semana en Ridgeland para ser cuarto y quinto del mundo. Es decir, que no se le ha olvidado competir pues poco a poco recupera su ansia de antaño. Este proceso puede acabar en noviembre en Dubái en la final del DP Tour donde podrá aumentar los siete millones de dólares que ya ha ingresado en 2022. Son menos que los de su amigo Chararra en solo cinco pruebas en el LIV, pero esa es otra historia.

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