El ciclo más triste de España
Los éxitos de los deportes minoritarios contrastan con los fracasos de las selecciones de fútbol, baloncesto y tenis
El ciclo más triste de España
El día después de la portada de Alberto Contador , feliz la españolía por el disparo del ciclista madrileño en su llegada triunfal a Santiago, se analiza con perspectiva el verano, que siempre se ha dicho que termina con La Vuelta. Y España, acostumbrada al ... festejo y a invadir las calles en los últimos años, ha vivido el ciclo más triste, desastroso trimestre en lo que a potencias se refiere.
Quedarán los éxitos de Mireia Belmonte, Judit Ignacio, Jessica Vall y Duane da Rocha en la piscina de Berlín, los goles de las chicas de waterpolo para colgarse el oro europeo, la reconstrucción del equipo de natación sincronizada, el cuarto título mundial en triatlón del bravo Javier Gómez Noya, el salto al infinito de Ruth Beitia o la explosión de Carolina Marín para consagrarse como la pionera en el bádminton . Héroes acostumbrados a un segundo plano , pero que han defendido mejor que nadie la bandera ante los fiascos del fútbol, del baloncesto y, en última instancia, del tenis.
El primer chasco llegó en Brasil, impensable el desenlace para un equipo irrepetible . La selección de Vicente del Bosque se dejó en el país del fútbol parte de su historia, tan sonoro el golpe que todavía dura la herida. En Maracaná, cargada de simbolismo esa imagen, España ponía el punto y final a una etapa sensacional, seis años de gloria con la consecución de dos Eurocopas y un Mundial. Perdió luz esa estrella en el triste retiro de Curitiba y Del Bosque trata de recomponer la estructura, convencido de que hay futuro y recursos como para pensar en la regeneración.
Hace unos días, el tortazo llegó en el baloncesto , eliminado el conjunto de Juan Antonio Orenga en los cuartos del Mundial. De poco sirvió la condición de anfitriones y presentarse con un grupo soberbio, repleto de estrellas de la NBA que incluso tenían que plantar cara a Estados Unidos. Agua.
Y el domingo, batacazo en la Copa Davis. Abandonado por las estrellas, el mejor equipo del siglo perdió la categoría para confirmar un pésimo verano en los tres deportes más mediáticos.
Fútbol, la mayor decepción
España, desde siempre país futbolero, rescató ese sentimiento derrotista en e l peor Mundial de la historia . Antes de que se consumiera la primera semana del torneo de los torneos, la selección ya estaba eliminada, un desastre descomunal que se asumió como el fin de un ciclo.
Desde que Luis Aragonés dio sentido al juego de salón, perfeccionada esa idea después con Vicente del Bosque, España logró dos Eurocopas (2008 y 2012) y un Mundial (2010), merecidísima esa estrella que siempre estará sobre el escudo. Falta darle brillo otra vez porque quedó deshilachada en Maracaná, fatídica eliminación en el estadio más emblemático que pueda existir. Ahí se terminó todo.
Empezó mal el Mundial incluso antes de partir. Vicente del Bosque enredó con la lista y se la jugó con Diego Costa , a quien quiso premiar por su excelente año en el Atlético pese a que el delantero no estaba bien físicamente . Fue la referencia del equipo en los encuentros ante Holanda y Chile y salió tan mal esa apuesta como todas las otras, un tortazo a la ilusión.
Patinó tanto Casillas como sus defensores, los centrocampistas divagaron de forma catastrófica y a los atacantes se les olvidó el gol en casa. En el día del adiós , Xavi no tuvo ni un minuto y ni siquiera se le ofreció una despedida cuando se disputó el irrelevante choque contra Australia.
Fue en Curitiba, en la triste Curitiba, ciudad de ingrato recuerdo porque desde ahí se escribieron capítulos impropios de esta España. Falló la actitud, los jugadores se encerraron en una burbuja y al final estalló a lo bruto. «Ahora tenemos que gestionar la derrota», apunta Del Bosque, que optó por seguir porque ve futuro pese a las renuncias (Xavi, Alonso o Villa). Se renueva al equipo pensando en la Euro de 2016.
Baloncesto, una derrota impensable
Ala selección de baloncesto, derrotada de «su» Mundial en la fase impensable (cuartos de final) contra el rival imposible (Francia sin Tony Parker), se le acumulan las preguntas. ¿Por qué perdió? ¿Será el fin de la mejor generación de la historia de la canasta nacional? ¿Hay futuro después de Gasol y Navarro?
Pepu Hernández, el único campeón del mundo de los banquillos españoles, concluye para ABC como diagnóstico de la derrota «una conjunción de factores», resumidos en que «Francia supo cómo entrar por las pequeñas grietas tácticas de España para hacer un hueco importante». Buen conocedor de una generación a la que dirigió, Pepu rechaza como causa un exceso de confianza, porque «los jugadores tienen mucha experiencia como para que les haya afectado ser favoritos». El exseleccionador está «seguro» de que Orenga, gran señalado por la derrota y que presentó el lunes su dimisión , intentó solucionar los problemas, pero los arreglos no funcionaron.
A Hernández le sorprendió positivamente el «estado de forma extraordinario de Pau Gasol», lo que le hace pensar que a esta generación le quede fuelle para llegar a los Juegos de Río de Janeiro. El obstáculo es que España necesitará hacer un muy buen Eurobasket –solo los finalistas se clasifican para torneo olímpico– o si no deberá ganarse su plaza en un Preolímpico un mes antes de los propios Juegos.
Después de Río, donde Pau Gasol y Navarro tendrán 36 años, el panorama se oscurece. «Es muy difícil dar relevo a personalidades y jugadores como ellos», señala Pepu, que cree que España podrá ser «competitiva» igualmente a medio plazo. El problema es pensar más allá:«Estamos atravesando un problema estructural en el baloncesto de base y no sé si vamos a aguantar el camino a largo plazo», remarca preocupado el exentrenador del Estudiantes. Hace falta «cantidad», reclama Pepu, para que salga «calidad»;en caso contrario, el baloncesto español tendrá graves problemas.
Tenis, pérdida de categoría
Y para rematar, el tenis. España naufragó en Sao Paulo el pasado fin de semana y perdió la categoría, un descenso traumático para el mejor equipo del siglo XXI. «No nos lo esperábamos. Pensábamos que lo sacaríamos adelante», explica Carlos Moyá a ABC, desolado porque la última vez que se bajó fue en 1995.
A Moyá le han abandonado la estrellas en las dos series de este curso y no ha podido contar ni con Rafa Nadal ni con David Ferrer, notables ausencias que no han defendido a la selección por diferentes motivos. Pero a Brasil tampoco han acudido otros jugadores como Feliciano López, Tommy Robredo o Pablo Carreño y el debate está en la calle. «La imagen no es buena», dice Manolo Santana a este diario. «Es impresionante que un país como el nuestro este en segunda. Hay jugadores muy buenos y cuesta ver al equipo fuera del Grupo Mundial», añade Santana, que como capitán perdió la categoría en 1995.
Ahora toca un año en el infierno y regenerar la ilusión. España ha ganado cinco Ensaladeras desde 2000 y el apetito parece saciado, menos ilusionante la competición como lo demuestra el interés de los jugadores. Ha habido tres capitanes en cuatro años y el futuro de Carlos Moyá, que tenía contrato por un año, está en el aire.
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