XXV aniversario de la última corrida del faraón
El monumento de La Algaba, lugar de culto para el currismo
En 2023 el Ayuntamiento algabeño inauguró un monumento de bronce a Curro Romero, una idea que tardó en materializarse 23 años
Curro Romero: «¿Un pintor se retira?, pues un torero tampoco»
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Iniciar sesiónEl municipio sevillano de La Algaba vivió un día histórico el 1 de abril de 2023 con la inauguración del monumento dedicado a Curro Romero, el mítico 'Faraón de Camas'. La escultura en bronce, situada en los exteriores de la plaza de ... toros, se alza como un símbolo de reconocimiento y admiración hacia una de las figuras más queridas y respetadas del toreo. El acto reunió a toreros, autoridades y numerosos aficionados que quisieron rendir homenaje al maestro en el mismo lugar donde se despidió definitivamente de los ruedos el 22 de octubre del año 2000.
El proyecto de este monumento tiene una larga historia que se remonta a los primeros años tras la retirada del torero. Fue el primer alcalde democrático de La Algaba, José María Torres Zapico, quien se comprometió a rendir homenaje a Curro Romero a través de una calle, una placa y, finalmente, una escultura: «Yo quería haber puesto el monumento tal como pasó todo, pero era un momento económico malo y además presenté mi dimisión en 2002. Me fui con la pena de no haberle podido hacer, pero le puse un pasaje», cuenta un emocionado Zapico.
La idea se fue gestando durante años hasta que en 2006 se presentó el diseño definitivo, obra del escultor local Miguel Ángel Domínguez Velázquez. Su creación plasma a Curro Romero vestido de corto, ejecutando una verónica, uno de los lances más elegantes y con la pureza que caracterizaba el concepto del camero, en una imagen que rememora su última tarde. La escultura, de casi dos metros de altura y fundida en bronce, se ubica justo frente a la plaza de toros. Su instalación formó parte de un proyecto de reurbanización más amplio del entorno del coso, financiado por el Plan Contigo de la Diputación de Sevilla y fondos municipales.
Esta intervención permitió una serie de mejoras en el entorno de la plaza de toros, y se rebautizó el recinto con el nombre de Auditorio Municipal José María Torres Zapico -en honor al alcalde que impulsó el proyecto original-. El propio Zapico comenta que al él le gustaría que lo hubiesen puesto en la división de la calle, pero reconoce que lo importante es que se hiciera y que finalmente se cumpliese ese sueño para los algabeños.
El día de la inauguración, el municipio se convirtió en epicentro del mundo taurino. Figuras como Morante de la Puebla, Espartaco, Emilio Muñoz, Tomás Campuzano, Juan José Padilla, Miguel Báez 'Litri', Rafael Torres, Dávila Miura, Manuel Escribano, Pablo Aguado, Rafael Serna, Alfonso Cadaval, y un largo etcétera de toreros compartieron emociones. En el aire que olía Romero, se sentía la satisfacción por el homenaje a Curro y la pena por la pérdida de Rafalito, que murió cinco horas antes de la inauguración con la esperanza de poder haber acompañado a su amigo. «Será difícil parecerse a él como persona y como torero, que era inmenso. Dios lo ha recogido y ya lo lleva en brazos a la gloria», señaló el Faraón de Camas. El alcalde, Diego Manuel Agüera Piñero, subrayó en su discurso que con esta escultura «La Algaba salda una deuda pendiente con el Faraón de Camas», destacando que «Romero representa un referente no solo para los aficionados al toreo, sino también para las nuevas generaciones que encuentran en él un ejemplo de arte, temple y autenticidad».
Versos para el Faraón
Inició el homenaje el director de ABC de Sevilla, Alberto García Reyes, asegurando que «el toreo de Curro siempre ha sido una elegía a la soledad. Él, el toro y nadie más», como si se tratase de «un cautivo de la tauromaquia». García Reyes recordó la vida y carrera del Faraón de Camas, un hombre «incómodo con el elogio« que encuentra similitudes en los problemas actuales de España y del toreo: «Nadie se para. Todos hablan mirando al reloj sin enterarse de lo que se les dice porque piensan en la prisa que tienen por irse». «Ésa es la diferencia entre Curro y los mortales, que él se fue sin pensarlo», señaló el director de esta casa.
Curro Romero aseguró haber deseado «que la plaza estuviera dispuesta y poder torear para los presentes». «Gracias al alcalde, a mis compañeros por arroparme y a La Algaba, con la de toreros y picadores que ha tenido. Una plaza original y con una solera inmensa». Tras sus palabras fue Carlos Urquijo, ganadero y poeta, el que recitó unos sentidos versos brindados al Faraón, y a continuación la Asociación Musical de La Algaba interpretó el pasodoble Curro Romero.
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Vínculo de un pueblo con su historia
El monumento no es solo una obra escultórica, es un testimonio de memoria colectiva. Su presencia en la plaza simboliza el vínculo entre un pueblo y su historia, entre la tradición taurina y la identidad local. Representa la huella imborrable que el maestro dejó en los ruedos y en el corazón de sus seguidores.
El camino hasta su inauguración no estuvo exento de dificultades. Durante años, el proyecto experimentó retrasos y ajustes, y su coste -que superó los 700.000€- generó debate en algunos sectores. Sin embargo, el resultado final ha sido acogido con orgullo y emoción por la mayoría de los vecinos. Hoy, la escultura de Curro Romero, erguida con el capote desplegado y la mirada fija en el horizonte, se ha convertido en un punto de referencia y de encuentro. No solo honra a un torero legendario, sino que recuerda a todos los que pasan por allí que el arte, cuando nace del alma y del pueblo, trasciende el tiempo y se convierte en historia.
El monumento no es solo una obra escultórica, es un testimonio de memoria colectiva
«Curro es único. Hay una gran diferencia entre él y cualquier otra persona. Te dice las cosas como son y cuando te lo está diciendo, sino lo vieras con tus propios ojos, no te crees lo que estás viviendo», recuerda el primer alcalde de la democracia con la voz entrecortada, invadido por la emoción del recuerdo de lo vivido por este confeso currista de casi 90 años de edad. Quizás dentro de muchos años alguien se detenga ante esa figura de bronce y pregunte quién fue aquel hombre inmortalizado en el gesto de una verónica. Y entonces alguien responderá que fue Curro Romero, el mismo que un día dijo adiós en el ruedo de La Algaba.
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