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ABC Cultural

Hasta Morante se enfadó por el desencanto ganadero de Santander

Juan Ortega no redondea una bella faena al mejor toro, de Domingo Hernández; el de La Puebla, al que no le embistió ni uno, se faja con uno muy violento de Álvaro Núñez en la decepcionante tarde ganadera

La primera corrida en agotar el boletaje

Juan Ortega, por tafalleras con Bodeguero, el único con fondo bravo Serrano arce
Rosario Pérez

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«Al año que viene va a venir a verte tu madre... Y yo», decía una voz con acento andaluz que se había hecho más de ochocientos kilómetros para ver a Morante. «Vaya cabreo, ha sido horroroso». No era para tanto, pues hubo hermosos pasajes, ... pero se cumplió el dicho de «corrida de expectación, corrida de decepción». Ganaderamente fue un fracaso, con permiso de la divisa de Domingo Hernández, que lidió el mejor toro, con profundidad para hacer el toreo. Y de campanillas lo tocó Juan Ortega, pese a no redondear. A Morante, del que todos hablaban, no le embistió ninguno de verdad. Si uno era malo, el otro peor, violentos y a la contra. Contrariado se marchó del coso santanderino el de La Puebla, enrabietado ya con el último de su lote, de Álvaro Núñez, la ganadería con la que cruzó la Puerta del Encierro en Pamplona. Con este lo que apetecía era pirarse a la otra orilla y que lo torease la vaca que lo parió, pero el torero se fajó con él. Ni merecía Morante ese Tortolito, el de más seriedad por cierto, ni lo merecía Álvaro, un ganadero extraordinario. Pero los toros son así, y ni elegidos embisten.

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