Borja Jiménez, tras reventar Las Ventas: «Se me saltaron las lágrimas al escuchar rugir a Madrid»
El sevillano, que cortó tres orejas a una exigente corrida de Victorino y abrió la Puerta Grande, habla con ABC
Borja Jiménez se consagra en Madrid por la Puerta Grande y Román vuelve a derramar su sangre
Alicia P. Velarde
Madrid
Confirmó en Las Ventas a principios de año, y en su última corrida en la Monumental madrileña abrió la puerta grande: así ha sido la temporada de Borja Jiménez, un torero de los pies a la cabeza, que comenzó su campaña 2023 desconocido ... por el gran público, y la ha acabado siendo la gran revelación del año. Con ocho años de alternativa a sus espaldas, y muchas luchas por abrirse un hueco en este mundo, el buen hacer del sevillano no pasaba desapercibido para algunos aficionados. Sin embargo, no terminaban de llegar las tardes importantes. Pero si algo tenía claro Borja era que no iba a dejar pasar el tren: éste era su año, y así lo ha hecho.
Estuvo en la Copa Chenel, en la que se ganó el respeto de todos los aficionados, y era evidente finalista para todos los que la vieron. Un injusto tema de avisos le dejó fuera, pero eso no fue óbice para que Borja bajara los brazos. Todo lo contrario: toreó en San Fermín, y estuvo hecho un tío con una dura corrida de José Escolar. Y es que el sevillano, aparte de buena técnica y un concepto muy artista, tiene muchísimo valor, y se encuentra en un momento en el que le valen prácticamente todos los toros, sean alimañas o súperclases.
Pocas horas después de una de las puertas grandes más rotundas del año, atendía a este medio. Estaba como en una nube aún, y con el teléfono sin parar de sonar. «No he podido aún ver ni una foto. Tengo doscientos whatsapp y no me da tiempo a abrirlos. Es una locura, pero bendita locura. Que suene, eso es buena señal», comentaba, mientras terminaba de recoger los trastos para ir a Sevilla, a donde iba para tentar en La Quinta. Ni después de un éxito tan apoteósico se puede reducir la marcha.
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-¿Qué supuso la cornada de su compañero y tener que quedarse con tres toros?
-Ayer iba muy mentalizado para la tarde, y en este tipo de corridas tan duras pasan muchas veces este tipo de percances. Nada más empezar la corrida, cuando a mi compañero Román le pegan una cornada, ya sabía que me quedaban tres. Por un lado, estaba la preocupación por Román por la cornada, porque en la plaza se vio que había sido fuerte y estaba sangrando mucho, pero, para que no me afectara eso nada al empezar la tarde, traté de mentalizarme, sobre la marcha, de que tenía un toro más, y que era una oportunidad más.
-Su primer toro, un precioso y serio ejemplar, que rebañaba por el derecho, tuvo una forma de humillar por el izquierdo marca de la casa. ¿Qué se siente al oír crujir a la afición de Madrid de esa forma, respondiendo a esos naturales profundísimos, largos y eternos?
-Escuchar a Madrid rugir de esa manera mientras que uno está toreando es algo inigualable. Es una plaza que no se puede igualar con ninguna, y sobre todo cuando se pone el público así. Ayer escuchaba rugir a Madrid, toreando con la mano izquierda a ese primer toro, y se me saltaron las lágrimas. Hubo un momento en el que me emocioné, y sobre todo, al dar la vuelta al ruedo y escuchar a ese público entregado -dijo con voz emocionada-. Me vinieron a la mente muchas cosas de tiempo atrás, de la lucha de todos estos años y demás. Di esa vuelta al ruedo con lágrimas en los ojos, porque es muy difícil ver a Madrid entregado de esa manera. Estoy plenamente feliz.
-En su segundo toro, aparte de otros excelsos naturales, dejó para el recuerdo unos pases de pecho que no se quedaron atrás, ¿era consciente en esos momentos de que estaba tocando los goznes de la Puerta Grande con las yemas de los dedos?
-Sí, al segundo toro lo fui haciendo poco a poco. Pero con el capote, con el que lo paré yéndome a los medios con él, ya veía que podía tener un triunfo importante. Le aposté, y el toro respondió. Los tres toros respondieron y sacaron el fondo que tenían cuando me entregué con ellos. Y una vez que estaba a mitad de faena de ese toro, sabía que no se me podía escapar. Cuando Madrid, como decía antes, se entrega así a un torero, no se le puede fallar, y tenía que darle toda mi entrega.
-Ya con la puerta grande conseguida, se fue a porta gayola en el sexto.
-Cuando le corté la segunda oreja de la tarde a mi segundo toro, sabía que tenía que dar un paso más adelante. Que era el momento perfecto para irse a la puerta de chiqueros. Ayer era una tarde muy clave de lanzar la moneda desde la primera hora hasta que me fuese de la plaza. Quería mostrar que vengo para quedarme. Y aunque tuviese la puerta grande asegurada, era cuando más había que apostar para que el público viera eso que digo.
-De no haber caído las espadas con el pequeño defecto de estar tendida, podría haber caído incluso alguna oreja más. ¿Es consciente de haber entrado en el corazón de la primera plaza del mundo? Hoy por hoy, se ha ganado su entrega, a pulso, hablando con la verdad con la que hablan los buenos toreros en la cara del toro.
-Sí, creo que soy consciente (se lo piensa y ríe). No sé, realmente todavía no he asimilado del todo lo que pasó ayer. Son tantas emociones que cuando lo analice en frío veré la dificultad que tiene el haber entrado así en Madrid. Pero sí, gracias a Dios creo que hemos entrado en la afición, y que la afición me ha respetado desde el primer día que fui este año a Madrid, el día de la confirmación. Después, el 16 de junio, estuve apunto de abrir la puerta grande también, pero por la espada no se pudo. Y ayer fue como el culmen a esas tres tardes de entrega, con un público que respondió con la misma entrega que yo lo hice. Dios quiera esta comunión entre el público y yo que dure muchos años.
-¿Supone presión o motivación el que los aficionados pongan el ojo en usted?
-Supone una motivación. Al final los toreros en mi caso lo que buscamos es esto, un triunfo así, muy rotundo, para poder entrar en las principales ferias. Sí es verdad que hay presión, porque están muchas miradas puestas en uno, pero esa es la presión que quiero y la que busco, y creo que lo vamos consiguiendo. Pero es más motivación que presión.
-Termina una temporada en la que ha sido la gran revelación. ¿Cómo la ha vivido?
-Ha sido una temporada que ido poco a poco dando golpes. Lo de la Copa Chenel, en Madrid las tardes que he ido, Pamplona… Y así ha sido, de menos a más. Ayer fue el culmen para poner el broche de oro, aunque todavía tengo Zaragoza y el domingo el festival de Sevilla, que ahí lo tengo que rematar.
-Este año ha sido uno de los claros triunfadores. ¿Qué espera de la temporada 2024?
-De momento echar un invierno muy fuerte de entrenamientos y de preparación, para que cuando empiece el año que viene, si Dios quiere, puede ser y quieren contar conmigo en las principales ferias, me vean mejor que este año. Eso es lo principal para poder seguir avanzando en mi carrera. Dios quiera que empecemos a entrar en muchas ferias, que es lo que sueño y lo que siempre he soñado. Y por mi parte, mi preparación se basará en seguir mejorando muchas cosas.
Terminamos hablando sobre la sustitución de Morante en la corrida de la Hispanidad, fecha que ya tenía firmada en Zaragoza, su última corrida de esta campaña. Lejos de lamentarse, el sevillano se mostraba contento con lo que tenía. «Las cosas pasan por algo. Ese 12 de octubre era el premio al ganador de la Copa Chenel, y como no pude por circunstancias, me pusieron en la de Victorino, y mire el destino cómo es. Lo que me dio ayer la tarde de Victorino, a lo mejor (si hubiese pasado lo que tendría que haber pasado en el tema de la Copa Chenel) no lo hubiera tenido. Ahora, a centrarme mucho en el jueves en corrida de toros de Palha, que es de las denominadas duras, y Dios quiera que podamos torear algún toro bueno y bien para que entre también en la afición de Zaragoza». Tal y como está, si no le embiste el lote, embestirá él. «A ver si puede ser», se despide sonriente, ya con voz nerviosa.
«Borja hoy ha dado una clase de cómo lidiar, cómo venir a Madrid y cómo torear. ¡Qué maravilla ver algo así!», salía diciendo ayer un buen aficionado, abonado de Las Ventas. Y es que si alguien no conocía a Jiménez, ayer se quedó con ganas de volver a verle pronto. Y los que le conocían, también.
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