David de Miranda: «En las tardes importantes he ido a la plaza de toros sin saber si volvería a ver mi hijo»
Autor de la faena más impactante de la temporada, se asienta con el toro al filo del precipicio: «Pisar esos terrenos de Málaga desgasta, se pasa mucho miedo»
Considera «impresentable' la postura antitaurina de Urtasun: «Mientras el ministro lanza bulos y ataca el toroe, los jóvenes llenan el tendido»
El día que David de Miranda se olvidó del cuerpo frente a Enamorado, un toro que solo tenía bonito el nombre
Madrid
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Iniciar sesiónEs de Trigueros y se llama David Pérez Sánchez. Entre olivos y encinas nació un niño que no sabía que su sombra se cosería con hilo blanco y plata a la arena de Málaga, donde este verano firmó la faena más impactante de toda la ... temporada. David de Miranda, que así se anuncia en los carteles como homenaje a la finca donde dibujó sus primeros lances, entró en los hogares a través de las cámaras de Canal Sur. «¿Pero tú has visto lo que ha hecho ese tío?», circulaba de móvil en móvil con el emoticono que se lleva las manos a la cabeza. Pues lo que ese 'tío' había realizado era sencillamente el toreo. El puro, el más difícil, el olvidarse del cuerpo y ponerse en manos del toro y de Dios. «Y que sea lo que tenga que ser». Ahí cambió el sino de su moneda, que tantas veces salió cruz: por la desmemoria de los despachos, por un percance que a punto estuvo de postrarlo en una silla de ruedas. David, sin apellidos ilustres, sin academias de tauromaquia, es un torero hecho a sí mismo que ha mirado de frente a la muerte para abrazarse luego a la vida. «El torero ha salvado al hombre», sentencia con los ojos nublados, con la emoción del héroe que sueña aún como un niño. Ahí radica su grandeza.
—¿Somos algo sin raíces?
—Nada. Yo necesito oler el campo, tocar los olivos donde escribí mi nombre de pequeño con una navaja, volver a ser David Pérez Sánchez antes que David de Miranda.
—¿De dónde viene el torero del que todos hablan?
—De Trigueros, un pueblo de Huelva. De una familia humilde y trabajadora. Allí nací, allí me crie y allí soy feliz.
—¿Y hacia dónde camina?
–Mi meta es llegar a ser figura. Por ese sueño he entregado mucho de mi vida y es lo que me ha sacado adelante en momentos muy difíciles.
—Una figura de época, Enrique Ponce, debuta en el terreno del apoderamiento para dirigir su carrera.
—Estoy ilusionadísimo. El maestro, al que tantas veces vi faenas grandes en mi Huelva, es un referente.
—Sin embargo, este invierno lo acompañó Ramón Valencia hijo a Lima y todo apuntaba a que la empresa Pagés lo apoderaría.
—Tengo que decir que don Ramón se interesó ya antes de la faena de Málaga y agradezco el cariño que me ha mostrado. Pero habíamos hablado que firmaríamos si seguía en la Maestranza.
Rebeldía de la juventud
«Lo prohibido, o lo que quieren prohibir, siempre tiene un plus de atracción. Y eso se refleja en los tendidos»
David de Miranda
Torero
—¿Cómo ve el cambio de empresa en Sevilla después de casi un siglo?
—Los cambios traen aire nuevo, ilusión, movimiento.
—¿Le da vértigo tanto interés de empresarios y apoderados? Muchos ven al torero como una comisión...
—Soy consciente de ello. Yo vengo de la soledad, del teléfono sin sonar. Valoro cada llamada y he querido escuchar a quienes se han interesado por mí. Quiero lo mejor para mi carrera; el año que viene cumplo diez de alternativa y deseo que sea especial. Con Ponce lo será.
—Se refería antes a la Feria de Málaga, donde cuajó la obra más sorprendente del año. ¿Qué tuvo que no tuvieran las demás?
—En lo artístico me quedo con las de Sevilla, con dos grandes toros, o con la de Tabarro del año anterior. Sin embargo, la de Málaga caló más por el mérito ante Enamorado, con dificultades. Cuando cogí la muleta no veía ninguna virtud, brindé para ganar tiempo... Había que aguantarle la mirada y en la cercanía me transmitió nobleza; ahí encontré la estructura de la faena.
David, el torero y el hombre, contempla el vestido blanco y plata de las glorias más cantadas. «Lo estrené en los seis toros de Huelva, indulté el primer toro de mi vida, abrí la Puerta del Príncipe con él y me lo puse en Málaga sin esperarlo, porque después de Sevilla quedó con los alamares rotos y muy sucio… Le pedí al mozo de espadas que lo trajera urgente, que me lo quería poner. Y esa tarde marcó mi vida.
Ponce debuta como apoderado
«Estoy ilusionadísimo con el maestro Enrique Ponce, un referente. Agradezco también a don Ramón Valencia su interés, pero habíamos acordado que si no seguía en Sevilla no me apoderaría»
David de Miranda
Torero
—¿Supersticioso?
—No lo soy, pero ese traje es especial. Aunque pensé en guardarlo en una vitrina, aún le queda una puesta más.
—Alfredo, su mozo de espadas, tuvo trabajo para dejarlo impoluto: más que blanco, quedó barnizado de sangre después de asustar al propio miedo. ¿Acaso usted no lo tiene?
—Tengo mucho. El miedo es necesario; sin él, sería un inconsciente. Con el tiempo, viendo la faena en vídeo, me genera dudas y mucha responsabilidad ser capaz de volver a pisar esos terrenos y hacerle eso a los toros.
—Cuentan que el propio Paco Ojeda dijo que aquello era el verdadero ojedismo. ¿Ha hablado con el maestro?
— Sí, que haya dicho cosas bonitas me llena de orgullo; es un referente y una de las fuentes donde más he bebido, aunque me gusta ser yo mismo. Quiero que cuando toree bien se me reconozca el torear despacio, artísticamente, y no tener que pisar esos terrenos sí o sí todas las tardes, porque es imposible y desgasta mucho.
—¿Ya en el hotel sabe si pisará el fuego del compromiso o brota solo?
—Sobre la marcha. Cuando lo fuerzas, no sale. Málaga fue una tarde de mucha responsabilidad: venía de una Puerta del Príncipe que no me abrió casi puertas, solo la Malagueta y, después, sustituciones… Era el último cartucho para dar otro toque de atención, pero no llevaba la faena en la cabeza. Después de Málaga, le voy a contar algo que me sucede: lucho conmigo mismo para no buscarla a la fuerza, porque ya digo que desgasta mucho, no todos los toros lo permiten y no puedo caer en ese error.
El miedo
«Es necesario pasar miedo; sin él, sería un inconsciente. Pisar esos terrenos todas las tardes desgasta mucho»
David de Miranda
Matador de toros
—¿No cree que eso le pudo pasar en su segundo toro de San Miguel?
— Sí, y en más toros de la temporada. Interiormente sabes que has encontrado un concepto que la gente espera, intentas usarlo como recurso cuando la faena no despega y hay animales que no lo permiten. En Sevilla quise recurrir a la cercanía y me equivoqué. Intento luchar para no caer en esa tentación.
—Dicen ustedes los toreros que el valor no es ausencia de miedo. ¿Entonces cómo se transforma el manojo de nervios en temple?
—Con confianza en uno mismo y con mucho trabajo detrás. Los inviernos son muy importantes. Esa adrenalina te mantiene alerta para sacar lo mejor de ti. Los miedos no te atenazan si la cabeza funciona. En el hotel te pones en lo peor: que te coja, que te quite la vida, el fracaso… Incluso hay días que parece que no sabes torear y necesitas coger la muleta para comprobar que sí. Es bonito superar eso y crear una obra de arte ante un animal salvaje.
—¿Alguna vez ha pensado realmente en la muerte, en no regresar al hotel, en no volver a ver a su hijo?
— Sí, se piensa. Nos pasa a todos los que somos padres. Te despides, le das un beso, te das la vuelta y derramas alguna lágrima porque sabes a lo que vas, porque sabes que a lo mejor no vuelves a verlo. Es muy duro, pero también es una motivación: quiero que tenga buena educación, buenos estudios… Jugarte la vida literalmente cuesta mucho, pero las tardes importantes he ido a la plaza sin saber si volvería y con esa mentalidad he sacado lo mejor de mí.
—¿En qué le ha cambiado el pequeño Manuel?
— En todo. Yo decía que no me gustaban los niños, pero con el mío muero. Se me cae la baba, lo echo mucho de menos cuando estoy fuera y le da sentido a toda mi vida y a mi preparación.
—Cuando El Juli se despidió, confesó en ABC que ahora entendía a sus padres y que no quería que sus hijos fuesen toreros. ¿Y usted?
—Tampoco. Cuando mi mujer se quedó embarazada, yo decía: «Si es niña, tiene menos posibilidades de querer ser torero». Que sea buen aficionado y respete la profesión.
El torero salvó al hombre
«El percance de Toro fue el más duro. No sabía dónde estaba mi cuerpo del cuello hacia abajo, no lo sentía. Ese año sin torear sentí que no era nada, que la vida no tenía sentido. Hasta que el torero tiró del hombre y lo salvó»»
David de Miranda
Torero
—Usted pudo acabar tetrapléjico en el coso zamorano de Toro: cuatro vértebras rotas y un milagro.
—Es mi punto débil y aún arrastro las secuelas. Tengo una hernia en las cervicales y en volteretas como las de Málaga o Lima me he resentido. Arrastro muchas contracturas, mucha rigidez. También está en mi cabeza.
—Parece una locura torear con esa lesión en una zona tan delicada.
—Bueno, yo le pregunté al neurocirujano que me operó y me quedé tranquilo: «Por ahí ya no se parte». Es verdad que psicológicamente eso está en mi mente. Me costó casi un año volver a la cara del toro. Pero si he llegado hasta aquí ha sido también gracias a ese percance, a ser capaz de superar aquellos momentos. Cuando me caí, con el cuello hacia abajo, yo no sabía dónde estaba mi cuerpo, no lo notaba, como si se hubiese dormido. No podía respirar, no podía moverme. Lo único que pedía a Dios era que el toro no me volviera a coger. El maestro Juan José Padilla me jaló un brazo y ya ahí perdí el conocimiento.
—Qué duro. ¿No le pidieron los suyos que abandonase capotes y muletas?
—No. Siempre han respetado esa decisión y saben que, en esos momentos duros y difíciles, el que tiraba del hombre era el torero.
—¿El hombre salvó al torero?
—Sí, absolutamente. Hubo momentos en los que no estaba lógicamente para torear, pero en el momento en que ya me vi con capacidad, el torero era el que tiraba del hombre para recuperarme lo antes posible y volver a sentirme vivo, que era toreando. El año sin torear sentía que no era nada, no era feliz. Hasta que el torero tiró y salvó al hombre.
—Ya lo dijo José Tomás: «Vivir sin torear no es vivir».
—Totalmente. Fue el momento más difícil de mi vida, aunque en lo personal la muerte de mi padre me marcó y me puso la vida cuesta arriba. Pero eso nos pasa a todos, no solo a los toreros.
—¿Ha necesitado ayuda psicológica?
—Nunca. Echo la vista atrás y me hubiese venido bien; quizá debería de haberlo pedido y no lo hice. Es verdad que me enorgullece haber sido capaz de superar cosas difíciles y salir de esos pozos de la vida yo solo. Pero no hay que ser bruto y, cuando necesite la ayuda de profesionales, recurriré a ella.
—¿Rueda alguna lágrima cuando nadie ve al hombre?
—Sí, en la soledad he pasado mucho. He llorado, pues a veces no terminaba de ver la recompensa. Dejas a tu familia, te vas solo al campo... Es duro, pero sigues por la fe y la confianza en ti mismo.
Torear por dinero
«Ni por todo el dinero del mundo torearía si me dicen que un toro me puede matar esta tarde. Lo que me impulsar a hacer el paseíllo es un sentimiento, una cuestión interior»
David de Miranda
Torero
—El toro será justo, pero qué me dice los despachos...
—Hoy la meritocracia pesa menos. Solo Málaga, al salir por televisión, refrescó la memoria; en cambio, Sevilla, sin tele, no tuvo esa repercusión.
—En 2026 debería empezar a ver el color de la plata, ¿no cree?
—Entiendo que llegará, pero no me juego la vida por dinero. Tiene que ver más con la ilusión, con querer expresar, querer sentir, tener cosas que decir... Lógicamente, la plata llegará y es una motivación, pero no me preocupa.
—Si no busca hacerse rico, ¿por qué se juega la vida?
—Ni por todo el dinero del mundo torearía si me dijeran que un toro me puede matar esta tarde. Es una cuestión interior, un sentimiento que me impulsa a hacer el paseíllo, a ponerme delante de un toro que puede acabar con mi vida para crear arte.
—Pues dice el ministro Urtasun que el toreo no es cultura.
—Su postura es impresentable, con tantos ataques constantes y tanto desconocimiento. Debería tener más respeto por el mundo del toro.
—¿Qué brindis le dedicaría?
—Que se informase antes de decir tantas barbaridades sobre la tauromaquia, que adquiriese algunos conocimientos antes de juzgarla. No se pueden dar noticias falsas. Por encima de todo, es arte y es cultura. Y su grandeza está en ser capaz de crear una obra con un animal fiero y bravo.
—¿Cómo ve los tendidos?
—Lo prohibido o lo que quieren prohibir siempre tiene un plus de atracción, y eso se ve en las plazas. Mientras lanza bulos de que no va gente, los jóvenes se rebelan y llenan los tendidos.
—Decía Ortega y Gasset que las plazas son el reflejo del país. ¿Va mejor España o el toreo?
—¡El toreo, el toreo!
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