José Luis Basso: «Antes, el coro en la ópera era casi una parte del decorado»

El músico argentino, director del Coro del Teatro Real, prepara una de las más exigentes partituras: 'Los maestros cantores de Núremberg', de Wagner

Pablo Heras-Casado: «Wagner es un milagro, fascina por igual al erudito y al aficionado»

José Luis Basso, durante un ensayo de 'Los maestros cantones de Nuremberg' Javier Naval

José Luis Basso (La Plata, Buenos Aires, 1965) está frente a 112 personas a las que los gestos de sus manos dejan con la boca abierta. Pero tiene truco; son los miembros del Coro Intermezzo, titular del Teatro Real -reforzado, conforme a las ... exigencias de la partitura-, que ensayan 'Los maestros cantores de Núremberg', la ópera de Richard Wagner que, bajo la batuta de Pablo Heras-Casado, se ofrecerá en el coliseo madrileño del 24 de abril al 25 de mayo. Basso es, desde septiembre del pasado año, el director titular del coro, y ésta es, seis meses después, su presentación oficial ante los medios de comunicación.

Liceo de Barcelona, Ópera de París, Teatro Argentino de La Plata, Maggio Musicale Fiorentino y Teatro San Carlo de Nápoles son las muescas de la trayectoria de José Luis Basso, que recuerda sus años de aprendizaje con Romano Gandolfi, director de los coros de la Scala de Milán, el Liceo barcelonés o el Teatro de la Zarzuela, en Madrid. «Era un maestro. Decía: 'Canta' -y Basso da un golpe al piano que tiene al lado-, y la madera cantaba».

Basso revela que apenas tuvo tres días para ensayar 'Medea', la ópera de Cherubini con la que el Teatro Real abrió la presente temporada. «Me he encontrado -piropea- con un coro preparadísimo, rápido y con un muy buen nivel musical. Por lo que se refiere a su nivel vocal y ductilidad nunca había tenido la oportunidad de trabajar con un coro igual».

La ópera, dice el músico, ha cambiado mucho en los últimos años, y también lo ha hecho el papel del coro dentro de ella. «Hasta hace un tiempo era como parte del decorado; cantaba pero no participaba. Hoy el coro ya no es figuración, se le exige una involucración musical y física, y el del Teatro Real tiene capacidad para hacerlo. Hay teatros de ópera muy importantes cuyos coros no la tienen; cuesta mucho 'moverlo', y aquí no ocurre».

Pero un coro, fundamentalmente, tiene que sonar bien. Y éste, dice Basso, lo hace. «Es uno de los mejores de Europa», asegura, y destaca su flexibilidad. «Han pasado de un clásico como 'Medea', de Cherubini, a la zarzuela ('Luisa Fernanda', de Moreno Torroba), después a un título, 'Halka', en polaco, un idioma todavía más difícil que el ruso; más tarde a la ópera contemporánea, y ahora a Wagner».

¿Era el coro el patito feo de un teatro de ópera, qué supone el nivel del coro para su prestigio?, se le pregunta. «Lo de ser el 'patito feo' ya está superado -dice seguro-. El coro reúne la simpatía del público, sus sentimientos. Puede entrar en conflicto con los solistas, pero el coro recoge los sentimientos colectivos de los espectadores».

Un coro de ópera moderno no solo ha de tener buenas voces. «Se le exige también conocimiento y flexibilidad, dominio de idiomas y buena respuesta a las exigencias físicas de los montajes; hoy en día tiene hasta que bailar», dice Basso, que subraya la palabra 'grupo'. «Antes de cantar bien, hay que crear un grupo. Un coro lo forman personas con diferentes intereses y personalidades, y el director debe saber coagular esa diversidad».

Y es que si el papel de los coros de ópera y sus características han cambiado radicalmente en los últimos años, también lo han hecho sus directores. «Yo mismo he tenido que evolucionar y crecer, claro. He tenido que abrirme y cambiar mi mentalidad».

Para terminar, un reto: «Que se reconozca al coro del Teatro Real como uno de los grandes coros de vanguardia a nivel internacional».

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Sobre el autor Julio Bravo

Madrileño. Ingresó en la Redacción de ABC en 1985. Ha pasado por distintas secciones, pero siempre se ha dedicado a la información de música y artes escénicas. Es crítico teatral y de Danza

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