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ABC Cultural

Sócrates, el arte de preguntar a la IA y las claves del buen 'prompt'

El neurocientífico Mariano Sigman y el tecnólogo Santiago Bilinkis recopilan en el ensayo 'Artificial' ideas y consejos para interactuar con esta revolución tecnológica

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Mariano Sigman y Santiago Bilinkis
Celia Fraile Gil

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Cuentan el neurocientífico Mariano Sigman y el tecnólogo Santiago Bilinkis en su ensayo ‘Artificial’ (Debate) que las reglas de la convivencia con la inteligencia artificial (IA) son bastante elementales. Se basan en el escritor Luis Pescetti, que apunta que nacer y convivir vienen juntos. Desde que venimos al mundo, sin saber hablar, tenemos intuiciones acerca de cómo negociar con una madre o un hermano. Eso no quiere decir que sea una tarea sencilla y para tener éxito no hay más remedio que hacer concesiones y aceptar al otro con sus virtudes y sus defectos.

Un primer paso lo ha dado ella misma con su evolución: la adquisición del lenguaje en la denominada IA generativa, como ChatGPT. Ahora nos toca a nosotros y el éxito de la misión depende tanto de escribir bien los ‘prompts’ (las instrucciones que generan una respuesta en la herramienta) como de la forma en la que nos relacionemos con ella. La disposición con la que nos acercamos resulta aquí decisiva. Los resultados no van a ser los mismos si tenemos ánimo de descubrir y explorar sus posibilidades que si perseguimos demostrar que es fallida. Y aquí, quién nos lo iba a decir, la clave estaba en mirar al pasado para recuperar la sabiduría de los clásicos.

«La idea de una conversación es escuchar al otro, hacer una evolución crítica de sus ideas, aprender, incorporar algunas de las cosas que el otro te dice, pero tampoco todas. Con la IA pasa algo parecido. Va a posibilitarnos hacer cosas increíbles. Por eso el riesgo más grande sería renunciar a nuestra propia capacidad de decidir y ahí es donde es interesante meter la conversación socrática. La esencia de la conversación, como Sócrates la veía, era una experiencia fructífera para los dos conversadores, un espacio de enriquecimiento, no uno en el que uno somete al otro», incide Bilinkis.

Aprender a dominar esa charla parece ser el futuro. Muchos especialistas apuntan a que la habilidad con más proyección de futuro será la de escribir los ‘prompts’ de forma eficiente y provechosa. «Aquí valen dos metáforas: la del buen entrevistador, que es el que saca lo mejor del entrevistado, y la del escultor, que encuentra buenas formas dentro de algo que tiene todo tipo de construcciones. A través de la conversación, hay que sacar lo mejor de una inteligencia. Un buen ‘prompt’ es una manera sofisticada de decir que hay que saber conversar, que primero es encontrar hacia dónde quieres ir, y aquí la IA tiene la ventaja de que le puedes preguntar las cosas más incómodas y no lo pasa mal», detalla Sigman.

El neurocientífico apunta una segunda clave: ser capaz de encontrar la propia voz dentro de la máquina, que lo que ella responda cumpla expectativas. Aquí hay que aplicar el juicio crítico. «Tienes que hacer lo mismo que con cualquier otro texto que estás escribiendo: revisarlo, verificarlo; encontrar maneras de estar seguro de que lo que te ha dicho es correcto o no o si lo quieres cambiar. Es utilizar la IA para que exprese tu voz y no para que te reemplace», señala el experto.

Necesidad mutua

El reto no es fácil y conseguir los objetivos en un campo no quiere decir que se tenga idéntico resultado en otros, ni siquiera que lo mismo obtenga el mismo grado de satisfacción en dos personas diferentes. Tanto Sigman como Bilinkis son un buen ejemplo de ello. No han utilizado ninguna IA generativa para escribir ‘Artificial’. «Trabajamos muchísimo en hacer este libro. Hacerlo con IA no hubiera requerido trabajar ni un poco menos. La gente tiende a pensar en usarla para hacerlo más rápido, pero así se pierde tu impronta en el camino», advierte el tecnólogo.

A su vez, a la herramienta parece que le resulta imprescindible «alimentarse» de nuestras creaciones para mantener el nivel de calidad. Un caso contrario es el de «aquellos medios de comunicación que producen gran número de notas de nulo valor para tratar de ganar por cantidad de ‘clics’. Eso deteriora el sustrato del cual la IA se nutre. Hubo una investigación científica publicada hace algunos meses que muestra que, en la medida en que la IA empieza a alimentarse de sus propias producciones, la calidad cae mucho. Una de las principales razones para quizá incorporar algún tipo de marca de agua es justamente esa, para impedir que empiece a comer su propio producto y siga alimentándose de creaciones humanas».

Las claves del buen 'prompt'

Advierten Sigman y Bilinkis en ‘Artificial’ que un ligero cambio en un ‘prompt’ puede llevar a una respuesta de la IA completamente distinta. A través del ensayo y error se va dando forma así a aquello que buscamos de manera que, a medida que estas instrucciones se vuelven más ricas y complejas, vamos aprendiendo a ‘programar’ en un lenguaje coloquial. Estos son algunos sus consejos para sacarle partido.

Lo primero es definir cómo queremos que nos hable, para evitar respuestas generalistas. «Conviene apelar a una mirada particular con un ‘prompt’ que incluya precisiones sobre el interlocutor: ‘Quiero que me respondas como si fueras…’. A continuación, se puede mencionar a una persona específica, por ejemplo a Einstein, si la pregunta es sobre la teoría de la relatividad, a un especialista genérico en un tema o incluso apuntar a una perspectiva más particular, como por ejemplo ‘alguien que está frustrado porque acaba de perder el teléfono móvil’. Incluso podemos asignarle un nombre ficticio para poder volver a interactuar con ese mismo personaje más adelante», indican Sigman y Bilinkis en el libro. También resulta útil determinar a quién va dirigida la respuesta. Si queremos un texto para un niño de diez años o para un físico cuántico, o si requiere un registro formal o más cercano.

Los expertos apuntan tres soluciones más para obtener resultados con mayor precisión. En primer lugar, «invertir los roles. Podemos plantearle la consulta y pedirle que, antes de responder, nos pregunte a nosotros todas las cuestiones que considera necesarias para hacer su trabajo de la mejor manera». También se le puede solicitar una respuesta mejor, ya que casi siempre es una versión mejorada. Por último, cuando logramos llegar a una producción satisfactoria, una buena estrategia es pedirle que nos diga cuál debería haber sido el ‘prompt’ inicial para llegar a esa respuesta.

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Sobre el autor Celia Fraile Gil

Redactora de Cultura (especialidad en literatura infantil y juvenil)

Celia Fraile Gil

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