La sucesión de Manuel Borja-Villel, un proceso viciado desde su origen

«Queremos pedirle a la presidencia del Patronato –la exministra socialista Ángeles González-Sinde– y a Iceta que este tipo de decisiones que afectan a una institución de tanta relevancia como nuestra principal pinacoteca de arte contemporáneo española sea pospuesta», dijo Sémper. «Este es el camino del juego limpio». La renovación de la dirección del Reina Sofía coincide con la apertura, la semana pasada, del proceso para elegir al sustituto de Ana Santos en la Biblioteca Nacional de España. Este concurso, convocado con cierta prisa tras el adelanto electoral, se une otros movimientos, como la dimisión de la directora del Instituto del Cine y las destituciones de dos subdirectores generales. Iceta está apurando nombramientos antes de que se celebren los comicios, pase a estar en funciones y se quede sin competencias.

La renovación en el Reina Sofía, en cualquier caso, se activó a mediados de febrero, mucho antes de que Sánchez diera por concluida la legislatura. Cultura estableció un plazo de treinta días naturales para la presentación de candidaturas, y a partir de ahí empezó la calificación de los candidatos, en función de su experiencia y su adecuación a requisitos como estar especializado en cuestiones de género y tener vínculos con grupos sociales. Desde el principio, se habló de mayo-junio como fechas previstas para concluir el concurso, pero el adelanto electoral ha cambiado el contexto.

Los últimos días de Borja-Villel en el Reina Sofía fueron tormentosos. ABC informó de que sus dos renovaciones no se ajustaron a ley y hubo voces que criticaron su cercanía con Podemos. Solo entonces fue cuando anunció que no optaría a un nuevo mandato, tras varias semanas jugando al despiste. Al tiempo, se impulsó un manifiesto anónimo en defensa del exdirector, secundado por cientos de firmantes. Cultura incluyó a dos de ellos entre los cinco expertos del comité encargado de elegir a los tres mejores candidatos. Iceta, responsable de la decisión final, tuvo que garantizar «al 143 por ciento» que el proceso sería imparcial e independiente. En todo este tiempo, por cierto, medio centenar de salas del museo han permanecido cerradas por falta de vigilantes, pero eso no parece importarle a nadie.