A. G. Porta: «Aprendí a escribir leyendo novelas del Oeste»
En 'El invierno en Millburn' el escritor rinde homenaje a los 'Nueve cuentos' de Salinger y a la literatura popular de kiosco
A. G. Porta explora «el vértigo metafísico» en «La geografía del tiempo»
A. G. Porta
Diez años después de 'Las dimensiones finitas', peripecia de un consultor de empresas en crisis abandonado por su pareja que lee 'El guardián entre el centeno' con la mirada proustiana de Albertine, Antoni García Porta (Barcelona, 1954) retoma en 'El invierno en Millburn' ... (Acantilado) esos relatos encadenados a autores predilectos: una cuarentena de títulos de Gil de Biedma, Capote, Borges, Bolaño, Simon, Proust, Salinger y las novelas del Oeste de Silver Kane (pseudónimo de Francisco González Ledesma), Marcial Lafuente Estefanía o José Mallorquí.
Si el desesperanzado protagonista de 'Las dimensiones finitas' se consolaba con escritores que no conocía, el desasosiego del protagonista de 'El invierno en Millburn' son notas que, cual vasos comunicantes «oulipianos», tejen tramas inesperadas: «El escritor no puede asegurar que sean buenos o malos proyectos, simplemente los anotó para desarrollarlos con posterioridad y pasó a otra cosa», constata una madrugada con la mente en blanco.
«Más que relatos, yo los llamaría 'nouvelles'», advierte Porta. Desde que publicó con Bolaño aquellos 'Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce', estuvo veinticinco años anotando ideas para una obra que mantenía una continuidad. En estas cuatro historias rinde tributo a los 'Nueve cuentos' de Salinger; narra la «insólita» biografía familiar de una escritora; recorre los escenarios de una novela del Oeste y anuda todas esas tramas con el relato que titula el libro: 'El invierno en Millburn'.
La escritora y la casa de Millburn provienen de personajes y situaciones reales, explica Porta: «Tengo una prima que vive en Los Ángeles; me invitó al party en el Upper West Side donde conocí a la escritora que lleva el nombre ficticio de Florence Cambray. Me pidió que escribiera sobre su familia y unos amigos me invitaron a la casa de Millburn para que trabajara en mi novela neoyorquina…»
El homenaje a Silver Kane, un recorrido por la geografía tejana de la novela 'Un colt, una mujer y un diablo' (Bruguera, 1972), tiene su origen en la infancia de Porta en el barrio del Poble Sec, donde también vivía Francisco González Ledesma. «Mi padre aprendió a leer con las novelas de Estefanía… Y yo de pequeño copiaba las novelas de Silver Kane y decía que era escritor: aprendí a escribir con la novelas del Oeste, hasta los diecisiete años cuando empecé a leer cosas más serias y estudié para bibliotecario».
Se ha cumplido cuatro décadas de aquellos «consejos» escritos a cuatro manos con Roberto Bolaño: «Un editor me conoció por un artículo en Ajoblanco y me invitó a la calle Tallers donde entonces vivía Roberto. Cuando lo conocí, él ya llevaba diez mil horas de aprendizaje literario y había leído más autores de los que yo podré leer hasta que muera». Y como A. G. Porta es poco memorioso sigue acumulando notas para futuras obras: «Tengo varias obras que podrían salir mañana. Un libro de poemas, 'Cartas a los muertos', dedicado a Bolaño; una trilogía autobiográfica, 'Esperando la Tercera Guerra Mundial', y una novela que transcurre entre Barcelona y Japón.