El peor verano de Eba Martín Muñoz: el terror de tocar fondo

«Fue el verano de 2022». Y no es que pasara algo malo, es que «fue un cúmulo». «Fue un verano de tocar fondo, y luego eso se convierte en catarsis«, explica con una simpatía y una naturalidad que, de tan poco dramática, espanta. Empieza así a hilvanar el relato de los horrores de aquel estío: »Yo todavía vivía en Madrid, era maestra, había tenido Covid y tenía secuelas tras estar medio curso de baja«. »La garganta me dolía muchísimo, no podía proyectar la voz y tuve que ir a rehabilitación foniátrica«, recuerda. Al terminar las clases, empezó una mudanza para abrir una nueva etapa en su vida: »Había salido de una relación sentimental con maltratos, a raíz de la cual escribí el libro 'Que el monstruo no te atrape'«. Tocaba cambiar de aires y »ya había tomado la decisión de dejar Madrid, dejar la enseñanza y dejarlo todo para alejarme todo lo posible de esa persona«.

Se trasladaba a vivir a La Rioja, «donde no conocía a nadie», simplemente porque «con los ahorros que tenía no podía hacer nada en Madrid pero, en cambio, aquí me salían muchos pisos, con buenas vistas, está bien comunicado tanto con Madrid como con el norte, de modo que estoy cerca de mis amigas». Además de los engorros del traslado, el piso estaba en obras porque necesitaba una puesta a punto. Es bien sabido que una mudanza, por sí sola, desquicia al más templado, y con ese contexto todavía con más razón.

Pero lo peor estaba por llegar: «Mi perro, Leo, que tenía casi 18 años, se puso muy malo y murió». Martín Muñoz lo cuenta todo con cierta gracia, pero evita ir muy al fondo. Al fondo es donde viven los fantasmas. La parte positiva es que aquel verano ya pasó, y «todos los demás serán geniales, porque es imposible que lo superen». Ha arraigado en su pueblo de La Rioja, donde ha encontrado trabajo, imparte talleres de escritura creativa, y organiza clubs de lectura en la biblioteca pública. Un año después de la muerte de Leo, llegó a su vida Lau, su nuevo amigo de cuatro patas. A la casa le falta cambiar algunas ventanas, cosa que hará en breve, «porque he ganado algunos concursillos». Como el Nadal, del que quedó finalista. Cuando la llamaron para darle la noticia pensó que era una tomadura de pelo de sus amigos, «porque somos muy de bromas».

'Hermanas' es un thriller psicológico, «tiene mucho que ver con la salud mental». Y tiene, ahora sí, apariciones misteriosas y mucho miedo. «Yo adoro el terror, y coqueteo siempre con él», admite. Le viene de pequeña, de ver películas de terror y de leer a Edgar Allan Poe. «El primer libro que me compré con mi dinero era suyo. Fue un viernes, la profesora nos leyó un relato, 'El corazón delator', y me fui directa a la librería. Todavía lo conservo». Conserva el libro, y además bautizó a su gato con el apellido del escritor estadounidense. Lástima que no sea negro. Su última novela narra la historia de dos gemelas que viven un acontecimiento que cambia sus vidas. Años después, una de ellas ha rehecho su vida lejos de sus raíces, pero se ve empujada a retomar la relación con su hermana, en una trama que mezcla lo gótico con la novela de crimen y misterio, pero siempre con un pie en la realidad: «A los que escribimos relatos de terror y de fantasía lo que nos gusta es encontrar explicaciones y metáforas de lo que nos duele o nos da miedo». Es clave que la historia esté anclada en lo que todos percibimos como real, ya que «precisamente por eso da miedo, porque te la llegas a creer».