La promiscua relación de Stravinski, Mäkelä y el cine
Vitrolles acoge este año un proyecto audaz a partir de los 'Ballets Russes' de Stravinski
Benjamin es un operista imprescindible
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónFestival de Aix-en-Provence
Ballets Russes
- Igor Stravinski Ballets Russes (El pájaro de fuego, Petrushka, La consagración de la primavera)
- Proyecciones Rebecca Zlotowski, Bertrand Mandico y Evangelina Kranioti
- Intérprete Orquesta de París
- Director musical Klaus Mäkelä
- Lugar Stadium de Vitrolles, Aix-en-Provence
- Fecha 8-VII
La llegada al Stadium de Vitrolles es una de las experiencias más profundamente inquietantes de cuantas ofrece el actual Festival de Aix-en-Provence. Incluso para aquellos que conocen el lugar porque el año pasado vieron allí la 'Résurrection' de Romeo Castellucci sobre la segunda ... sinfonía de Mahler, entonces con dirección musical de Esa-Pekka Salonen.
En la memoria está la enorme fosa de la que varios trabajadores de UNHCR (la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados) extraían cadáveres, los identificaban, los colocaban sobre sacos blancos, los introducían en grandes furgonetas… y los retiraban hacia un destino digno, bajo el cobijo de un Mahler auxiliador. El montaje fue un hito en el festival que lograba así convertir el despropósito arquitectónico de un edificio en ruina evidente en un gesto existencial.
Vitrolles sigue impasible, a medio camino entre el aeropuerto de Marsella y Aix, solitario, bordeando una curva de la autovía, absurdamente colocado sobre los restos de un antiguo vertedero industrial de barro rojo que es escombro de la mina de bauxita que desde 1822 se explotaba para la fabricación de aluminio. Se construyó y apenas fue utilizado durante cuatro años, hasta 1998, cuando los partidos de balonmano y algún concierto multitudinario dejaron paso a la desolación. Como si de una gigantesca roca se tratase, el cubo de hormigón, negro, adornado ahora con grafitis se vuelve definitivamente intimidatorio al final del día, mientras el sol todavía es voraz y el viento caliente abofetea sin recato.
Vitrolles acoge este año un proyecto no menos menos audaz a partir de los 'Ballets Russes' de Stravinski, es decir, las tres primeras partituras escritas para la compañía de Diaghilev, interpretados en una misma sesión por la Orquesta de París dirigida por su actual titular Klaus Mäkëla: 'El pájaro de fuego', 'Petrushka' y 'La consagración de la primavera', en estricto orden cronológico (1910-1911-1913) y como acompañamiento a tres películas dirigidas por los Rebecca Zlotowski, Bertrand Mandico y la Evangelina Kranioti, cineastas inconformistas dispuestos a convertir las imágenes en un medio acusatorio.
¿Merece la pena recordar las palabras del Stravinski negándole categoría artística a la música de cine: 'la música para películas es importante en muchos aspectos desde luego, pero no como música'? Resulta irrelevante a pesar de que las opiniones de Stravinski, a quien tantos le niegan ahora su autoridad, sigan reconfortando por su acidez, por su crudeza y por su despreciable dosis de vanidad. En 'Ballets Russes' la música no es más que el origen sobre el que construir un espacio creativo superpuesto, una coreografía proyectada sobre una imponente pantalla bajo la que se instala la no menos inmensa Orquesta de París.
Por eso Zlotowski, Mandico y Kranioti evitan duplicar el ritmo de la música, juegan con ella y localizan correspondencias, anteponiendo lo metafórico a lo real, prefiriendo moverse en el ámbito de la deconstrucción sexual, la denuncia y lo transcultural, decididos a demostrar su talento, hacerlo con una alarde técnico formidable y no siempre de una manera estrictamente convincente.
'El pájaro de fuego' para el Planetarium de la francesa Zlotowski, se sitúa el periodo de entreguerras con dos hermanas espiritistas, utilizando al cine como medio invasivo en sus vidas, incluyendo cinemáticas constelaciones y algún pájaro fantasmal. 'Petrushka' según el también francés Francés Bertrand Mandico parte de la duplicación de la pantalla ('el cine es la divergencia de las imágenes'), penetrando en lado oscuro de la moda con una muñeca rota, obligada a caminar sobre zapatos imposibles, y en medio de un carnavalesco Mardi Gras.
Por último, 'La consagración' apoya el documental de la griega Evangelina Kranioti, con salida del Ártico para acabar en el Amazonas, pasando por las favelas de Río, la miseria urbana, los icebergs en Groenlandia, los lagos de Canadá, las montañas del Atlas o la ciudad sagrada de Eleusis en Grecia. Están presentes la diversidad cultural, la identidad de género y la denuncia de un mundo polarizado, en este caso, y según su autora persiguiendo un mandato de la vieja Grecia que hacía de lo terrible un forma excelsa de belleza.
Diferencias y calor
Al finalizar la sesión no todo el público estuvo de acuerdo con la propuesta cinematográfica. Habían transcurrido tres largas horas, entre paredes ennegrecidas y bajo un calor abominable. Quien no se derretía se desesperaba. Todos menos la Orquesta de París que aguantó impasible mostrando un músculo formidable y sin observar la más mínima flojera.
Dos grandes toberas en los laterales del escenario mandaban aire fresco pero es dudoso que algo pudiera llegar más allá de los últimos atriles. No era el frescor lo que les mantenía vivos sino la responsabilidad y convicción de estar construyendo un proyecto observado por muchos y que en condiciones atmosféricas mínimamente favorables (y sin salir de Stadium de Vitrolles) podría resultar extraordinario.
Es posible imaginar lo que se oyó con solo escuchar la última grabación de Mäkelä junto a la orquesta francesa con 'La consagración' y 'El pájaro de fuego' donde es evidente que la fuerza del director finlandés está en la seguridad rítmica, en la capacidad para encontrar superposiciones sonoras inéditas, en la clarividencia para convertir la orquesta en un fuelle que se pliega y abre, que se hace imperceptible y de inmediato estalla voluminoso.
Mäkelä es una catarsis de la dirección orquestal pues en sus versiones hay una madurez incomprensible, gratificante y soberbia, ilimitadamente audaz. Por alguna razón no ha vivido ese tiempo de búsqueda en el que las ideas se agolpan y en el que el riesgo, la aventura y lo desafiante forman parte intrínseca de algo que suena emocionante.
-
Festival de Aix-en-Provence: Wozzeck somos todos
Alberto González Lapuente -
Las fallidas intenciones del Festival de Aix
Alberto González Lapuente
A sus 27 años, Mäkelä posee una rotundidad y mundología musical tan elevada que empequeñece lo que estos cineastas, que casi le doblan la edad, pudieran ofrecer: lo que ellos hacen surge de la obstinación y el compromiso; lo que él aporta es nitroglicerina. Del encuentro entre talentos tan diversos quedarán instantes fascinantes, visiones prodigiosas, impresiones dignas de reflexión, en este caso sometidas a la presión de un lugar, de un espacio y de un propósito que se ha revelado inestablemente persuasivo.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete