Brian Eno, solo o en compañía de otros
El fundador de Roxy Music ha estado detrás de algunos de los cambios que han marcado la historia del pop

Editadas a través de una colección intermitente de tarjetas desde 1975, las «Estrategias oblicuas» de Brian Eno , manual de instrucciones para la creación artística, están en la base de la obra que presentó ayer en Madrid. Principios como «Repetir es una manera de cambiar», «Dale la vuelta» , «Una línea tiene dos lados» o «Considera el error como una intención oculta» cimentan, casi cuatro décadas después de ser formuladas, una pieza que concentra y proyecta el legado teórico de un artista quizás infravalorado por su papel de mercenario del pop , pero cuya aportación ha sido decisiva para modificar el rumbo de la música de consumo .
Aunque Brian Eno mantiene su actividad discográfica con una producción a la que en los últimos años no ha dejado de añadir volúmenes –«Small Craft On A Milk Sea» (2010) y el menos experimental «Lux» (2012) documentan la vigencia y competencia del compositor británico–, ha sido su labor como mentor y acompañante, nunca anónimo , la que le ha proporcionado renombre y magisterio. Fundó Roxy Music , uno de los más notables y sesudos intentos de reinventar el rock tras el agotamiento provocado por los años sesenta, y, cuando se aburrió, se dedicó a ensayar los primeros compases de la música ambiental . «Me cuesta más componer canciones que elaborar ambient, algo que, si quisiera, podría hacer mientras duermo», aseguraba Eno en 2005, cuando presentó su último disco de canciones, un género que apenas ha cultivado y que, sin embargo, ha sabido moldear en su estudio para renovar, por boca de otros, el lenguaje y el acento del pop.
Brian Eno aparece en la cara B de la compacta trilogía berlinesa de David Bowie , y también detrás de los Talking Heads y David Byrne , con el que hace cinco años decidió dar continuidad a «My Life In The Bush of Ghosts», colaboración que los unió en 1981. Mientras grababa música para aeropuertos y películas inexistentes, Eno colaboraba con Laurie Anderson , John Cale o Coldplay . También aceptaba encargos del extrarradio discográfico. Suya es la minúscula sintonía de arranque de Windows 95 , pieza –paradójicamente compuesta en un Apple– con la que Bill Gates quiso incorporar modernidad y calor al submundo informático de Microsoft.
Lo bueno y lo malo
Brian Eno lo ha hecho casi todo, bueno y malo . Remezcló para la pista de baile decenas de canciones firmadas por sus alumnos y puso el ambient , ahora fracturado y redimido por el drone, a disposición de quienes lo utilizaron como base de la new age y cosas peores. Pionero de las instalaciones audiovisuales, el autor de «Another Green World» ha sido el teórico de revoluciones escénicas como la que representó el «Zoo TV» de U2 , función de estadio que por primera vez obligó al espectador a distanciarse de los músicos y conectarse, de lejos, a unas pantallas cuyas señales e interferencias rompieron las normas, las formas y las medidas de los grandes conciertos. Es la banda irlandesa, remodelada y contrahecha por Eno de «The Joshua Tree» (1987) a «Achtung Baby» (1991), la que mejor refleja la capacidad del músico inglés para modificar, sobre la marcha, y desde la entrega, el curso de la música pop. Quizás esté mayor para volver a hacerlo, pero su plan, «Dale la vuelta», sigue siendo tan válido como en 1975.
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