Andrea Camilleri:«Cuando vives rodeado de imbéciles, la vida no es muy agradable»

«Está aquí, sí. Yo le he tocado esta mañana y es de verdad», bromeaba el librero y organizador de BCNegra, Paco Camarasa. Y, en efecto, ahí estaba el Camilleri de verdad, creador del inolvidable comisario Montalbano, engrasando el nexo que le une a Barcelona y celebrando, con su voz de gravilla humeante y cenicero desbordado, la vida y la obra del creador de Carvalho.

«No puedo dejar de expresar mi gratitud hacia Vázquez Montalbán. Recuerdo estar escribiendo “La ópera de Vigatá”, una novela histórica que me resultaba extremadamente aburrida, y no hacía más que preguntarme: “¿por qué es tan aburrida?” Entonces leí “El pianista” y entendí que tenía que alterar el tiempo narrativo. Es por eso que cuando escribí mi primera novela negra le puse al personaje el nombre de Montalbano, aprovechando que es un apellido muy extendido en Sicilia», rememoró un Camilleri que sigue haciendo del humor y la ironía dos de sus mejores aliados. «La ironía permite resolver lo dramático con un poco de ligereza. Se puede resistir, se puede ser siciliano, con ironía. Nos sirve para sobrevivir en un entorno sórdido», aseguró.

Admirador profundo del escritor barcelonés, con el que compartía una visión «sistemática» de la escritura, Camilleri reconoce que, pese a que los muchos puntos en común que puedan tener, Carvalho y Montalbano «no se llevarían demasiado bien» si tuviesen que vivir juntos. «Además, querría denunciar las recetas de Pepe Carvalho ante el Tribunal de la Haya por genocidio», bromeó un autor que, para alivio de sus muchos seguidores, no tiene intención, al menos por el momento, de jubilar a Montalbano, su más célebre creación literaria.

«Se siente más viejo de lo que es porque ha estado toda su vida rodeado de imbéciles. El 90 por ciento de los asesinos lo son, y cuando vives rodeado de imbéciles, la vida no resulta agradable, pero le tiene terror a la jubilación. ¿Qué hará? ¿Pasear al perro? Estoy convencido de que Montalbano no quiere acabar en una silla con una manta», aseguró.

Será por eso que, explica, él también sigue escribiendo cada día. Todas las mañanas. Aunque no tenga una idea nueva a la que dar forma. Aunque se le atragante algún pasaje. «Cuando no tengo una idea y, por ejemplo, me he encontrado a un hombre en el quiosco, le escribo una carta. Una carta que sé que no enviaré, pero que sirve como ejercicio. De lo contrario, te atascas. ¿Qué hay detrás de la escritura? No es el artista que escribe cuando le viene la inspiración: es el trab ajo de cada día», subrayó.