'Fernando Pessoa. La reconstrucción', de Manuel Moya: tras el enigma Pessoa

No hace mucho dio a la imprenta ‘Pessoa, el hombre de los sueños’ (Ediciones del Subsuelo), una completa biografía de quien se valió de tantos heterónimos como Alberto Caeiro y Álvaro de Campos, entre otros. La bibliografía en torno al autor luso es muy numerosa, como recuerda el propio Moya.

Sin embargo, acertadamente, advierte: «con Pessoa y sus mundos siempre surgen ideas, hipótesis y lecturas nuevas. Pessoa, como clásico que es, siempre es habitable. Siempre nos interpela, nos describe, nos evade, nos propone perspectivas inesperadas».

A esta seductora tarea se consagra Manuel Moya en este espléndido ensayo biográfico, enriquecido con un más que curioso álbum de fotografías, y varios apéndices, entre los que se incluye una minuciosa relación de los abundantes domicilios donde vivió y de las oficinas en las que trabajó. Por supuesto, no pretende destruir los retratos que de él se han hecho ni ha trabajado ‘ex nihilo’ –ha consultado un gran número de fuentes primarias y secundarias–, pero sí ‘reconstruir’ –en consonancia con el subtítulo del libro–, a un Pessoa que cuánto más parece escapársenos más nos estimula a descubrirlo. Así, Moya intenta, y logra, ir más allá de la mitificación cuyas razones explora, y que no pocas veces impidió separar los ‘disfraces’ pessonianos de la realidad.

Se trata de cuestionar los tópicos sobre Pessoa que Moya rebate. Por ejemplo, que tuvo una vida sin apenas interés ni transcendencia y que solo, por tanto, merece la pena ocuparse de su obra. O que fue una persona solitaria marcada por la tristeza, silenciosa y monolítica. O que habitaba en una suerte de torre de marfil, pertrechado por los heterónimos –Moya estudia su génesis y sentidos– y el alcohol, sin importarle lo que acontecía en la política y la sociedad de su época. O que fue en vida un poeta prácticamente escondido, de culto, y que «nadie supo entender el genio que se escondía en aquel tímido ciudadano».

Ahondando en su anterior investigación, Manuel Moya nos sumerge en un Pessoa ‘desasosegado’, sí, pero también plural y repleto de matices. Sin duda, tras disfrutar de este volumen –un perfecto acompañamiento para leer, o releer a su protagonista–, Fernando Pessoa es menos enigma.