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ABC Cultural

El padelito: una crisis sin resolver

Vaya Fauna (I)

A España no ha llegado el fentanilo, pero sí el pádel, que ha roto igualmente familias, amistades, matrimonios y hasta relaciones

Cocinar frases perfectas

Lo está haciendo todo mal

Bruno Pardo Porto

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A España no ha llegado el fentanilo, pero sí el pádel, que ha roto igualmente familias, amistades, matrimonios y hasta relaciones abiertas, según cuentan las crónicas de autobús. Como con el fentanilo, tenemos el mismo problema: ¿cómo llamamos a estos adictos? ¿Padeleros, padelistas, padelers? ¿ ... Padelmans? ¿Padelbros? De momento, y a falta del veredicto de la RAE, solo ha cuajado el despectivo, padelitos, y yo no sé por qué pero no puedo dejar de pensar en Morata, que como Casillas vino al mundo a hacer historia, además de deporte, y nos da tantas alegrías. Detrás de cada hombre que agarra una pala por primera vez hay una crisis de los treinta, o los cuarenta, sin resolver, y una búsqueda desesperada de la ilusión: otra vez vuelven a ser niños y sueñan con el cielo, o sea, con el olimpo, y se plantan el domingo en la pista de la urbanización con la seriedad de un profesional, y luego comentan la jugada en la comida, familiar o no, y el martes van a clase para mejorar su revés, y los jueves, si salen a tiempo del trabajo, juegan con alguien gracias a Playtomic, una app que los junta como jugadores o lo que surja, aunque al final lo que surge es una inflamación en el Aquiles y la cita soñada acaba siendo con el fisioterapeuta. Están saturados, los pobres.

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