El peor momento del Arqueológico coincide con el Año Tutankamón

Visitantes y egiptólogos se quejan por el cierre de las salas egipcias en el centenario del descubrimiento de la tumba

Casi la mitad del museo estatal está cerrado al público por falta de vigilantes, que se quejan de su situación laboral

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Sala de Egipto del MAN I.Gil

El cartel sorprende a una familia en las taquillas del Museo Arqueológico Nacional (MAN). «Las salas de Egipto y Grecia permanecerán cerradas hasta nueva orden». Tenían ilusión por enseñarle al niño las momias egipcias y no entienden que precisamente en el centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankamón ... esas salas estén cerradas. «Nos está pasando continuamente», admiten las taquilleras con pesar. «Se llevan un chasco al saber que no pueden verlas».

Más suerte han tenido los chavales de 6º de Primaria de un colegio de Las Rozas. Hacía tiempo que habían reservado una visita guiada y han podido contemplar el sarcófago de Nespamedu, el médico del faraón Ptolomeo II o el ataúd de Taremetchenbastet, hallado en la necrópolis de Saqqara. Sentados en la puerta del museo, hablan excitados de lo que acaban de ver. «En el grupo había dos auténticos expertos, que sabían un montón de cosas de Egipto. Son unas salas que les llaman mucho la atención porque el museo tiene una buena colección de piezas», explica su guía, Claudia Yeste.

Esta historiadora del arte de la empresa 'La ardilla rusa' está, sin embargo, contrariada. «Hacemos visitas guiadas a museos con colegios y familias y nos hemos encontrado con la sorpresa de que cierran las salas de Egipto y Grecia del MAN, que se suman a las que ya estaban cerradas (el resto de la segunda planta que incluye Mundo medieval: Reinos cristianos, Edad Moderna e Historia del Museo, así como Numismática y la réplica de Altamira)». De ellas las salas de Egipto, explica, «son de las que más interés despiertan».

«Hoy y mañana estamos con los últimos grupos, pero a partir del 8 de noviembre ya no nos dejan volver y todas las reservas para el resto del curso las tenemos que cancelar», se lamenta. La razón del cierre aún le disgusta más. «Nos parece bastante vergonzoso que un museo nacional cierre salas por falta de personal. No nos entra en la cabeza», dice.

Tampoco lo entiende la egiptóloga Maite Mascort, que ayer dio una conferencia en el MAN sobre la tumba de Tutankamón como «el lugar del renacimiento del rey», explicando el significado religioso y ritual de algunas de las piezas del sepulcro. «Ya es triste que cierre cualquier centro cultural, pero que el Museo Arqueológico Nacional -y recalca 'nacional'- se vea obligado a cerrar salas por falta de personal me parece horroroso», comenta a ABC.

Una medida desafortunada

La investigadora del Instituto del Próximo Oriente Antiguo de la Universidad de Barcelona y codirectora de las excavaciones de Oxirrinco cree que el Ministerio de Cultura debería haber previsto esta situación y haber puesto los medios para evitar el cierre de prácticamente la mitad del MAN y en concreto de las salas de Egipto «en un año tan simbólico arqueológicamente hablando».

Es una opinión extendida entre los egiptólogos españoles. La codirectora del Proyecto Visir Amen-Hotep HuyTeresa Bedman, que hoy asiste como invitada a los actos del centenario de Tutankamón en Luxor, cree que «es una auténtica pena» y «muchísimo más» en este 2022 en el que celebramos también el bicentenario del desciframiento de los jeroglíficos por Champollion. «Imagino que no han tenido otro remedio, pero el momento es especialmente desafortunado», sostiene por su parte el profesor de Egiptología de la Universidad Complutense José Ramón Pérez-Accino, que precedió a Mascort en el ciclo de conferencias del MAN sobre Tutankamón.

Ataúd de Taremetchenbastet Museo Arqueológico Nacional

El departamento de Antigüedades egipcias y Oriente Próximo había planificado con tiempo estas charlas que se prolongarán hasta el 15 de diciembre, consciente del interés que suscita el faraón niño y de la oportunidad que brinda este aniversario para contar al público no sólo cómo fue el famoso descubrimiento, sino qué significó en su día o en qué época vivió Tutankamón. No se equivocaba. El gran número de asistentes ha obligado hasta ahora al museo a abrir la sala de conferencias además del salón de actos de 180 plazas.

También se organizaron unas rutas guiadas junto al Templo de Debod para dar a conocer la colección del MAN, compuesta por unas 15.000 piezas de Egipto, Oriente Próximo y Nubia de las que se enseñan unas 740. Esther Pons, conservadora jefe del departamento, asegura que estas visitas, de apenas 20 personas, «se mantendrán aunque las salas estén cerradas» y se cumplirá con los compromisos concertados, «pero desde ahora ya no se programarán más».

La egiptóloga y codirectora con Mascort de las investigaciones en Oxirrinco no oculta su disgusto por la medida que ha adoptado el museo ante la carencia de personal y de la que se enteraron la semana pasada. «No entiendo que se hayan cerrado las salas de Egipto justo en el centenario de Tutankamón. Es una pena porque son las más vistas y en un aniversario así viene más gente», se lamenta.

Quince reclamaciones al día

En el museo, uno de sus vigilantes más veteranos, que prefiere guardar el anonimato, lleva toda la mañana aguantando protestas por esa cinta en las escaleras que impide subir a la segunda planta. «Solo ayer hubo unas 15 reclamaciones», asegura convencido de que el día que aún tiene por delante no irá a la zaga. «Viene bastante gente preguntando. La mayoría no pone reclamaciones por pereza, pero nos pide que se lo digamos al director», comenta mientras no quita ojo a la escalera y a las salas que tiene a su cuidado.

«No doy abasto, si no tocan la Ley Malacitana lo hacen con las piedras del Pozo Moro», asegura. Actualmente trabajan unos 20 vigilantes por la mañana y otros tantos por la tarde, pero en cada turno «tendríamos que ser unos 40», dice visiblemente enfadado de que, además, les echen «la culpa de todo».

Acceso cerrado en el Museo Arqueológico Nacional Isabel Permuy

Él trabajó como ordenanza en un Ministerio antes de llegar hace dos décadas al MAN a través de un concurso de ascensos. «Era un nivel más alto que el de ordenanza -relata- y ahora, por las buenas, nos han vuelto a poner en el mismo. Me han tirado por tierra la carrera profesional descaradamente y encima con la firma de los tres sindicatos principales (CC.OO., UGT y CSIF)».

No es de extrañar al escucharle que algunos compañeros hayan pedido un traslado, en busca de mejor suerte. «No te puedes imaginar cuántas bicicletas he parado en el torno, a gente que quería entrar con trombones, palos de bandera, perros (están prohibidos a no ser que sean de ciegos o de la Policía)… Nos cansamos, la verdad. Y encima nos bajan el nivel. No sé si quieren que nosotros mismos nos vayamos», reflexiona.

En la tienda del MAN, el centenario de Tutankamón ocupa un lugar destacado, con bolígrafos, imanes y libros de la tierra de los faraones. Sus dependientas afirman que el aniversario se ha notado en las ventas, «aunque no demasiado». Quizá el disgusto de los visitantes al no poder ver las salas esté pasando factura.

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