La tumba de Tutankamón: un siglo del hallazgo que asombró al mundo
La Universidad de Oxford recrea en una exposición el gran descubrimiento a través del archivo de los excavadores
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Iniciar sesiónDesde el pasado 13 de abril, en las paredes de la Biblioteca Weston, que a su vez forma parte de la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford , cuelga una imagen muy particular: un dibujo de la tumba de Tutankamón y su ... contenido, realizado por el artista Harold Parkinson (1918-1995). El dibujo, que actualmente es propiedad del Griffith Institute , tiene un especial valor sentimental para un nombre muy destacado del panorama académico británico: el profesor de Egiptología de la Universidad de Oxford Richard Bruce Parkinson , uno de los dos comisarios de una nueva exposición que revive el espíritu de los descubridores de la tumba del que fuera faraón entre 1334 y 1325 a.C.
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«A los 8 años yo ya estaba obsesionado con el Antiguo Egipto, y mi padre, que era profesor de arte, hizo esa reconstrucción para mí». Así lo cuenta, emocionado, en una conversación con ABC, este renombrado egiptólogo, que no duda ni un momento al asegurar que esta es su pieza favorita de la exposición, que estará abierta al público hasta febrero de 2023 y que es una celebración de los 100 años del descubrimiento de la tumba de Tutankamón . «El dibujo de mi padre se convirtió en parte del archivo en la década de 1980. Él murió en 1995, pero sé que estaría feliz y sorprendido de verlo junto a los dibujos de Carter».
Fue el 4 de noviembre de 1922 cuando el arqueólogo inglés Howard Carter y su equipo encontraron el enterramiento prácticamente intacto y cuyo hallazgo inmortalizó el fotógrafo Harry Burton , provocando un gran impacto en el mundo arqueológico, al mismo tiempo que el panorama político se removía con Egipto convirtiéndose en una nación independiente. Fotografías, cartas, planos, dibujos y diarios componen un archivo que fue creado originalmente por los excavadores y que quiere ofrecer una imagen «muy humana» de quienes descubrieron la tumba. No se limita al equipo británico, sino que pone en valor también a los egipcios que participaron en aquella hazaña y cuyos nombres no forman parte de las crónicas. «Queremos que esté lejos de los estereotipos de las películas de momias, ya que la excavación no fue realizada por un heroico arqueólogo inglés solitario, sino por los miembros de un equipo egipcio moderno, que tan a menudo ha sido pasado por alto y eliminado de la historia», explica Parkinson, para quien «el archivo de los excavadores nos permite ver más allá de los estereotipos populares colonialistas y documenta la humanidad de las personas modernas y antiguas que trabajaron en la tumba» hace ya un siglo, y que incluye a mujeres y trabajadores locales.
«Es mucho más que el oro y los tesoros, y ese velo colonial que impregna todo lo relacionado con las momias» y con una de las civilizaciones que más siguen fascinando en todo el mundo, «para contar la historia de un modo que no se había hecho hasta el momento. Es una exposición conmovedora , que habla de un proceso histórico que fue más complejo de lo que conocemos y que cuenta con elementos de un archivo único que tenemos en Oxford, compuesto por detalles tan pequeños pero tan significativos como la imagen de la pequeña corona de hojas de olivo que estaba en la tumba, y otras fotografías únicas… ¡Es que tenemos hasta de la ropa interior del faraón !», detalla este egiptólogo, que asegura que hasta el momento quienes han visitado la muestra se han mostrado fascinados con el hecho de que capture aquellos momentos históricos de un modo distinto a como se han registrado y rememorado hasta el momento.
«Los antiguos egipcios eran gente como nosotros», con familias y vidas por vivir, dice, y aquí «la narrativa no va solo de una tumba y un rey, sino de la muerte de alguien que, es importante recordar, era solo un niño cuando accedió al trono (con nueve años) y era solo un niño también cuando murió, de forma precipitada, diez años después». «Es necesario que le pongamos un poco de humanidad a esta historia», considera. Han incluido en la muestra «muchas de las imágenes más icónicas, pero también algunas menos conocidas y otras que muestran objetos familiares de formas inesperadas, todavía adornados con guirnaldas como cuando fueron depositados en la tumba en el 1320 a.C.». Es una exposición que «evoca de forma muy intensa los vínculos entre el mundo de los vivos y el de los muertos».
El archivo, que también tiene ilustraciones de los artefactos utilizados para desenterrar aquella increíble sorpresa bajo las arenas del desierto del Valle de los Reyes , planos originales y fichas de registro, fue creado originalmente por los excavadores y presentado después de la muerte de Carter al Instituto Griffith, el centro de egiptología de la Universidad de Oxford. Es de un valor incalculable : permite apreciar las complejidades desde una perspectiva renovada y contiene una variedad de documentación original del descubrimiento que nunca antes se había presentado al público de una forma tan completa. «Presenta un relato vívido y de primera mano del descubrimiento y del minucioso trabajo que se llevó a cabo para documentarlo y conservarlo».
En ese esfuerzo del que habla Parkinson por humanizar lo que ahora vemos bajo un prisma que solo ofrece el paso del tiempo, destaca otro elemento que ahora se percibe casi tan mágico como los tesoros del propio Tutankamón: el diario de bolsillo que llevaba encima el propio Carter y en el que, con sus propias palabras, describe lo que supuso aquel momento histórico para él. «Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, los detalles del interior de la habitación emergieron lentamente de las tinieblas: animales extraños, estatuas y oro, por todas partes el brillo del oro. Por un momento, que debió parecer eterno a los otros que estaban esperando, quedé aturdido por la sorpresa. Cuando lord Carnarvon (su mecenas) preguntó ansiosamente: '¿Puede ver algo?', todo lo que pude hacer fue decir: 'Sí, cosas maravillosas '».
A esta sentida narración de quien cambió la historia con el asombro de un niño tras años de búsqueda incansable, lo acompaña otro relato igualmente emotivo y apasionante: el diario de Minnie Burton , esposa de Harry, el fotógrafo, que da cuenta de varias temporadas de trabajo en Egipto y que es en sí mismo muy simbólico, al proporcionar información sobre la vida de una mujer involucrada en aquel momento en una expedición arqueológica.
Hoy también hay otra mujer muy implicada en este proyecto, la doctora Daniela Rosenow , parte del equipo del Instituto Griffith, quien manifesta que, tras haber trabajado hasta el momento durante más de dos décadas en excavaciones en Egipto, se siente «particularmente emocionada de poder revivir este gran descubrimiento a través de los registros de los procesos arqueológicos con todos los diferentes tipos de documentos que tenemos, y tener así una idea de la diversidad de los miembros del equipo involucrados».
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