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Así contó ABC hace un siglo el descubrimiento de la tumba de Tutankamón: "El tesoro del faraón"

La noticia del fabuloso hallazgo arqueológico llegó a España desde Londres

Lord Carnarvon y Howard Carter inspeccionan en 1922 la momia del faraón Tutankamón+ info
Lord Carnarvon y Howard Carter inspeccionan en 1922 la momia del faraón Tutankamón - ABC
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"Cuando escribimos estas líneas puede decirse que la atención de toda Inglaterra está concentrada en un acontecimiento interesantísimo: la exploración de la tumba de Tutankhamen, faraón de la decimoctava dinastía". Una nota el 28 de enero de 1923 en 'Blanco y Negro' informaba a los lectores de este periódico de la noticia que ya corría de boca en boca en Londres y comenzaba a difundirse por todo el mundo: el descubrimiento de la tumba de Tutankamón.

Habían pasado dos meses del hallazgo de los primeros escalones que conducían al faraón niño, un momento que el propio Howard Carter contaría después así a este periódico: "El próspero suceso aconteció el 4 de noviembre de 1922. La novedad la advertí al ir hacia las obras, sorprendido, por un silencio de interrupción.

Mis hombres habían descubierto el primer peldaño de la escalera y aguardaban mis órdenes. Animadamente los mandé continuar. Yo mismo desescombraba febrilmente con el pico en la mano. Ya eran cuatro, seis, los escalones descubiertos. Trabajábamos sin descanso, con ese ardor especial de los que quieren disputar a la tierra avara un secreto o un tesoro. La jornada de trabajo no oyó al anochecer ni la hora de la comida, ni la voz de descanso".

Primera información en ABC sobre el descubrimiento de la tumba de Tutankamón+ info
Primera información en ABC sobre el descubrimiento de la tumba de Tutankamón

La noticia se dio a conocer a finales de ese mismo mes en Inglaterra, donde suscitó un gran interés. Tras las penalidades sufridas en la Primera Guerra Mundial y los estragos de la mal llamada 'gripe española', el descubrimiento de la tumba de un faraón repleta de tesoros cayó como un bálsamo en el público, despertando una enorme curiosidad. El corresponsal de ABC en Londres no se sustrajo a su embrujo. "El tesoro del faraón" tituló aquella primera crónica en la que dio cuenta de la expectación desatada.

"Con igual o con mayor interés que la marcha de los asuntos de la política internacional, todo buen inglés sigue atentamente, apasionadamente, los progresos de los trabajos y el resultado de las excavaciones", narró antes de hacerse eco de otras informaciones que llegaban de Egipto.

"Dicen los periódicos que cientos de turistas han llegado al Alto Egipto, sin otro objeto que el de ver cómo va apareciendo poco a poco y cómo se extrae de la tumba el tesoro funerario del faraón. Y dicen que es un tesoro de suntuosidad incomparable: cofres, alhajas, estatuas, lechos de maderas ricas, vasos de alabastro, muebles incrustados, ruedas de carros ornamentadas con piedras preciosas y mil cosas más, todas de valor inestimable".

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En la crónica de hace un siglo se deslizó también la legendaria maldición que pronto acompañó a las excavaciones. En su último párrafo señaló que este "riquísimo tesoro", hablando en verdad, sería "maldito si le hace falta en su tumba al faraón Tutankhamen, que murió hace tres mil años".

Opinión de Antonio Azpeitua en ABC en 1923+ info
Opinión de Antonio Azpeitua en ABC en 1923

Ese mismo día se publicaba en ABC la continuación de esta información, firmada esta vez por Antonio Azpeitua, seudónimo del corresponsal Javier Bueno. En la sección de "Fuera de casa", el periodista volcó sus opiniones personales sobre los arqueólogos que estaban excavando en la tumba de Tutankamón y los que tildó de "hombres terribles" ya en el propio titular.

En su defensa de la realeza, Azpeitua los calificó como "anarquistas" y "profanadores de tumbas" que, temiendo el castigo si atentaban contra los soberanos y los sepulcros de sus días, satisfacían "sus criminales instintos" con los soberanos de la Antigüedad.

También a José María Salaverría le parecía una profanación las excavaciones que se estaban realizando en el Valle de los Reyes. "Cualquier inglés puede descerrajar la tumba de un Rey antiguo y apoderarse de sus trofeos mortuorios", se lamentó en un artículo publicado en marzo sobre 'Los descubrimientos en el Valle de los Reyes', con valiosas fotografías del lugar donde se había descubierto el sepulcro de Tutankamón y de turistas británicos que habían ido a contemplar las excavaciones.

"¿Por qué ante un cadáver actual el público se descubre silencioso y ante un cadáver tres veces milenario se sitúan en fila los turistas con la pipa en la boca y el Kodac apercibido?", se preguntaba, criticando que un pobre muerto antiguo pudiera ser "manoseado como una cosa que se valoriza al peso".

"Es verdad que existe el respeto científico y artístico", añadía valorando que los arqueólogos cuidaran de que no se rompiera nada ni nada perdiera ni un ligero matiz. Una imagen de la extracción de un busto de la tumba acompañaba a sus palabras.

Pero a su juicio faltaba "el respeto humano y religioso para las personas muertas". "El Rey Tutancamen (sic) -aventuraba- no será descuartizado, porque vale mucho. Pero será expuesto en alguna sala del British Museum, con una etiqueta numerada al pie. E ingresará en la numerosa lista del catálogo oficial". Eran otros tiempos.

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