Howard Carter regresa al palacio de Liria en el centenario del hallazgo de la tumba de Tutankamón
Una exposición recordará las conferencias del egiptólogo británico en Madrid y la amistad que le unió al duque de Alba con cartas, fotografías y documentos inéditos

«Ha sido la mejor semana de mi vida» y «nunca la olvidaré». La Casa de Alba aún conserva las entrañables líneas de despedida que Howard Carter (1874-1939) escribió en un papel de carta con el membrete del palacio de Liria el ... 29 de noviembre de 1924. Hacía dos años que el egiptólogo británico había descubierto la entrada de la tumba de Tutankamón y había contemplado esas «cosas maravillosas» que acompañaron al faraón de la dinastía XVIII en su viaje al más allá y, sin embargo, en esas breves letras improvisadas en cursiva aseguró al duque de Alba que había pasado en España sus mejores días.
Como presidente del Comité Hispano-Inglés, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó (1878-1953), padre de Cayetana, había invitado al más famoso arqueólogo del momento a dar unas conferencias en Madrid, que cosecharon un enorme éxito. La primera se celebró el 24 de noviembre en la Residencia de Estudiantes y fue tanta la afluencia de público que para la segunda se trasladó el evento el día 26 al teatro Fontalba, a la altura del número 30 de la Gran Vía. Ni Alfonso XIII y su esposa la reina Victoria Eugenia, ni la flor y nata de la aristocracia española o personalidades como José Ortega y Gasset, Mariano Benlliure o Ramiro de Maeztu quisieron perderse la oportunidad de escuchar de boca del propio Carter los detalles de ese gran hito de la arqueología mundial que supuso el hallazgo de la última morada del faraón niño.
Carter se alojó en el palacio de Liria y el duque de Alba, además de presentarle personalmente al rey, le llevó a Toledo y le mostró en Madrid el Museo Arqueológico Nacional o el del Prado, que impactó poderosamente a este arqueólogo hijo de pintor y él mismo notable dibujante. Durante aquella primera estancia de Carter se forjó una amistad que perduró hasta la muerte del egiptólogo y que llevó a una segunda visita a España en 1928 y a una estrecha correspondencia entre ambos. En la agenda personal de Carter solo figuraba la dirección de un español, el duque de Alba.

Algunas de las cartas que se intercambiaron, así como fotografías antiguas de viajes a Egipto, sacadas de álbumes familiares, destacados libros de egiptología de la biblioteca del duque, con anotaciones y dedicatorias, retratos realizados por Mariano Benlliure, Ramón Casas o John Sargent y objetos personales, como uniformes y baúles de la época se expondrán a partir del próximo 30 de noviembre en la original muestra 'El duque de Alba & Howard Carter: 100 años descubriendo a Tutankamón' que prepara la Fundación Casa de Alba en un nuevo espacio de 140 metros cuadrados del palacio de Liria.
Unas antiguas estancias que el duque de Alba no llegó a habitar han sido acondicionadas para dar a conocer en exposiciones temporales las colecciones histórico-artísticas de la casa de Alba. «Queremos consolidar el palacio de Liria como un espacio cultural de referencia en Madrid y hemos querido comenzar con el centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankamón y la estrecha relación de Howard Carter con el duque de Alba», explica el Dr. Álvaro Romero Sánchez-Arjona, director de la Fundación Casa de Alba y coordinador de esta exposición que pretende trasladar al visitante a los años 20 del siglo pasado.

Hasta se va a recrear la primera conferencia que dio Carter en 1928 en un audiovisual «para que el visitante se sienta como uno de aquellos privilegiados que tuvieron la suerte de presenciarla», anuncia el director de la Fundación Casa de Alba. El Instituto Griffith, de Oxford, ha cedido las fotografías originales que hizo Harry Burton durante las excavaciones y que Carter expuso hace un siglo durante sus charlas. «Hemos querido ser lo más rigurosos posibles en la recreación, utilizando extractos textuales de las conferencias y con la participación de actores de doblaje con voces semejantes a las de los protagonistas», añade Romero.
«La exposición va a ser fantástica, muy interesante, y va a aportar mucha información nueva de algo que se conoce poco», asegura la egiptóloga Myriam Seco. Y su colega Javier Martínez está convencido de que «la gente se va a sorprender tanto por los materiales expuestos como por todo lo que van a aprender de la figura del duque de Alba».
En videoconferencia desde Luxor, los comisarios de la muestra y autores del libro 'Tutankhamón. Howard Carter en España' (Almuzara, 2022) hacen un alto en sus excavaciones en el templo de Millones de Años de Tutmosis III para explicar a este periódico que el duque de Alba debió de conocer a Carter muy cerca del lugar donde actualmente se encuentran. «El duque viajó con la duquesa doña Rosario a Egipto en su luna de miel y en las memorias explica que contactó con lord Carnarvon, a quien ya conocía (el duque había estudiado en Inglaterra), y se citó con él en el valle de los Reyes. Es probable que allí se conocieran en 1921», relata Martínez.
El duque anotó en estos diarios inéditos que lord Carnarvon se lamentaba por entonces de las toneladas de tierra que llevaba desplazadas y las libras gastadas «para nada». «Estaba a solo unos pies de distancia de la tumba de Tut an Kamón, pero se pasarían 2 años antes del hallazgo (sic)», añadió en su manuscrito.



Aunque la relación de la Casa de Alba con Egipto venía de lejos, pues su tía la emperatriz Eugenia de Montijo desempeñó un papel fundamental en la inauguración del Canal de Suez, el interés del aristócrata por la civilización faraónica se despertó tras una parada en El Cairo en 1909, de la que también habla en sus memorias. Quedó hondamente impresionado por las pirámides de Guiza y prometió volver. Algo que hizo hasta en tres ocasiones más. La última junto a su hija Cayetana en 1932.
«Persona clave de la cultura en la época», según los comisarios de la muestra, el duque de Alba se implicó también en proyectos arqueológicos, como en la Cueva de Altamira, de cuya Junta Protectora fue presidente, e impulsó la primera cátedra de Prehistoria. No es de extrañar, por tanto, que el primer conferenciante británico que trajo invitado, como presidente del Comité Hispano-Inglés, fuera el ilustre egiptólogo. Después del Reino Unido, España fue el primer país en el que Carter dio a conocer sus investigaciones, gracias indudablemente a Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó.
Los clichés perdidos
Se cuenta que Carter era de difícil carácter, pero el egiptólogo británico se mostró tan agradecido del trato recibido, que cedió los materiales audiovisuales que había exhibido en sus charlas al comité que presidía el duque de Alba, para que pudieran ser vistos en otros lugares. «Se conserva una larga lista de universidades, instituciones y centros culturales de toda la geografía española que solicitaron el préstamo de estas imágenes», señalan los comisarios de la muestra.
Durante años los clichés y películas cedidas por Carter circularon por numerosas ciudades de España y hasta por Latinoamérica. «Es una evidencia clara de la repercusión que tuvieron las charlas», apunta Martínez. Hoy, sin embargo, estas imágenes están perdidas. Los egiptólogos no descartan que puedan permanecer olvidados en los archivos o almacenes de alguna institución. Por eso invitan a los investigadores que tengan interés a que consulten la lista de entidades que pidieron las imágenes, incluida en su libro, y busquen el paradero de estos documentos. «Sería realmente importante», destacan.

Tal como le prometió al duque en su primera visita a España, Carter le fue informando de los avances arqueológicos en la tumba de Tutankamón. Myriam Seco destaca una emocionante carta en la que el egiptólogo describe cómo fue abriendo los sarcófagos del faraón. «Fue un trabajo muy minucioso. Hizo una documentación muy exhaustiva y para mí, como arqueóloga, me llama mucho la atención esa carta porque está compartiendo con el duque la ilusión con la que te enfrentas a un objeto, a una cuadrícula, a una estratigrafía… en su caso, a un ajuar espectacular. Comparte con él la información que el pasado le estaba dando».
Carter le regaló al duque un escarabeo propagandístico de Amenofis III «que no era de la tumba de Tutankamón», aseguran los egiptólogos ante la inevitable pregunta que surge después de que se confirmara que el arqueólogo británico se llevó algunas piezas. «Se conserva una carta con la traducción de la escritura, pero lamentablemente no hemos podido localizar el escarabeo. Probablemente se perdió durante la Guerra Civil», apuntan.
Una ocasión desperdiciada
En la próxima exposición en el palacio de Liria sí se mostrará, en cambio, la repercusión que tuvieron las conferencias en los periódicos de la época, entre ellos de forma singular en ABC, que fue el único medio que entrevistó a Carter en 1924 y cubrió pormenorizadamente sus visitas.

«Jamás hubiéramos sospechado que la egiptología tuviera en Madrid tantos adeptos apasionados», escribió un periodista de esta casa en 1928. Para Seco y Martínez, estas palabras «sintetizan a la perfección la paradoja que ha rodeado la egiptología en España a lo largo del siglo XX y parte del XXI» pues esta disciplina ha fascinado a millares de españoles y, sin embargo, «ha tenido escaso recorrido universitario debido al desinterés o la oposición de determinadas autoridades académicas».
«Las conferencias que Howard Carter pronunció en Madrid son un ilustrativo ejemplo de 'gran ocasión perdida'» porque «no se materializaron en ningún tipo de interés universitario», denuncian en su libro, reeditado por Manuel Pimentel en el centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankamón con nuevos documentos inéditos, como las memorias del duque o las fotografías de Egipto halladas en álbumes familiares.
Curiosamente, la idea de esa publicación y de la muestra que ahora se prepara en el palacio de Liria surgió a partir de una conferencia en España de otro egiptólogo ilustre, Zahi Hawass. Invitado por Myriam Seco, el exministro de Antigüedades egipcio ofreció una charla hace unos años en la Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría, en Sevilla, a la que acudió Cayetana de Alba y tras el discurso, la duquesa compartió con los arqueólogos sus recuerdos de El Cairo. «Me alegró mucho conocerla y recordar la amistad entre su padre y Carter», escribe Hawass en el prólogo de 'Tutankhamón. Howard Carter en España'. Una amistad que queda patente en las cartas que intercambiaron y que, 100 años después, como explica este egiptólogo, «pueden revelarnos las historias ocultas sobre la tumba, así como los sentimientos de Carter en ese momento».
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